EL IMPRESIONANTE PROCESO DE INÉS ESTEBAN

Historia de cómo una niña conversa acabó ardiendo en la hoguera.


 No conocemos el nombre judío de Juan Esteban, de profesión zapatero y curtidor, natural de la villa de Herrera del Duque -hoy Badajoz-pero de origen toledano. Tampoco conocemos el nombre de su esposa, que, en 1488 -tres años después de fundarse el Tribunal del Santo Oficio en LLerena- dio a luz a una niña a la que llamaron Inés. La madre, por causas que desconocemos,  falleció siendo Inés muy niña, sin sospechar que la hija que dejaba huérfana un día tendría una plaza a su nombre en la villa que la vió nacer. El padre rehizo la vida con otra conversa llamada Beatriz Rodríguez. Hasta aquí, todo normal, verosímil.

 Inés tenía cuatro años cuando se implementó el Edicto de Granada. Es decir, pertenece a la primera generación de neocristianos posteriores a 1492: los hispano-conversos que ya no tienen posibilidd alguna de tener contacto secreto con un rabino  -un riesgo, pero también una necesidad para saber qué hacer secretamente en sus casas con su fe judía.

Y en esa coyuntura, en el año de 1500, Inés, ya una moza de 12 años de los de entonces, convulsiona la comunidad judeo-conversa de Herrera del Duque: la joven dice que, acompañada de su difunta madre,  sube a los cielos, que habla con los Profetas -e incluso con Adonai- y que le dicen que el advenimiento del Mesías está cercano y que, entonces, todos podrán regresar a la Tierra de Israel, donde había mil mancebos esperando desposarse. (Para las jóvenes casaderas del neocristianismo a principios del S XVI, encontrar esposo adecuado implicaba el riesgo de la dicha o la hoguera…) Corría el rumor de que la niña había traído tres regalos del cielo: una espiga, una aceituna y una carta.

 Las declaraciones de Inés son como una especie de cataclismo; pronto empieza a sucederse un fenómeno digno de mención: la villa de Herrera del Duque comienza a ser visitada por muchos zapateros de otras localidades: todos son conversos que con la disculpa del oficio, visitan el taller de Juan Esteban para poder hablar con su hija Inés y llevar noticias de ella a sus comunidades. Pero el ojo de cuervo dominico inquisitorial se da cuenta de aquellos tejemanejes de herejes judaizantes. Inés es detenida y llevada presa a las mazmorras de la Inquisición en Toledo, donde se le abre un proceso por falsa conversa.

Berruguete, Auto de Fe, el mismo año de 1500. Museo de El Prado.

Nadie ha dado con el testimonio de la propia Inés en el proceso inquisitorial -¿perdido? ¿ocultado?- pero conocemos los hechos por los testimonios de los que fueron requeridos como testigos en ese proceso. Juan de Segovia, por ejemplo, confesó que en 1499 fue de Toledo a Herrera a comprar pieles, donde coincidió con otro zapatero, Lope Donoso, y que éste le habló de una moza que tenía la gracia de ascender a los cielos. Un tal Pero Fernández, de la cercana aldea de Chillón, testificó que la niña decía que se veía con su madre muerta, que la niña decía haber estado hablando con el Profeta Elías y que éste le decía que los conversos debían de abandonar Castilla y marcharse bien lejos. Y para pasmo de todos, Pero Fernández testificó que en Chillón había otra niña, llamada Mari Gomez, que también decía que subía a los cielos. Rodrigo Cordón,  de Siruela, testificó que a él se le había dado  la fecha de la redención esperada: en marzo de 1500 (Pesaj)

  Inés Esteban, también conocida como Inés de Herrera, fue quemada viva en auto de fe el 3 de agosto de 1500 (a pesar de que las propias leyes de la Inquisición prohibían quemar mujeres menores de 18 años) .

La localidad de Herrera del Duque, consciente de la leyenda de esta niña conversa, como hemos dicho, dio nombre a una plaza para recordarla -Plaza de la Moza Judía.

Además, Desiderio Vaquerizo, profesor de arqueología de la Universidad de Córdoba, y nacido en el mismo Herrera del Duque, escribió una novela donde mezcla realidad histórica con cierta ficción para relatar todo el caso de Inés.

Así mismo, en verano, para las fechas en que se perpetró el auto de fe,  gran parte de la población de Herrera, de forma totalmente voluntaria y sin percibir nada por ello,  participa en una representación teatral basada en la novela de Desiderio Vázquez, en donde,  entre espectaculares efectos especiales,  se canta la historia de Inés,  en recuerdo de la necesidad de la libertad y la tolerancia de la alteridad