LA SINAGOGA

En el judaísmo no existe un lugar específico de encuentro con Dios, pero sí un lugar de reunión, oración y estudio. El centro de la vida judía moderna es la sinagoga.


Desde antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem (en el año 70 e.c.), dos nuevos centros de vida judía habían surgido ya con mucha fuerza: la sinagoga y la casa de estudio. En ausencia del Tabernáculo y del Templo, ellos son “minúsculos santuarios” (Ez. 11:16).

Frescos de la sinagoga de Dura Europos, en la actual Siria, a medio camino entre Bagdad y Alepo. S III aec, frescos del S III dec

La palabra sinagoga procede del griego συναγωγή (sinagoyí) “asamblea”, ya que es un lugar de reunión. En hebreo decimos bet ha-kenéset [בית כנסת]. Pero además es un lugar de oración o bet tefilá [בית תפילה]. La comunidad judía que se reúne en ella es el kahal o kal [קהל]. Habitualmente, además del salón de oración y del centro comunitario, la sinagoga tiene la habitación para el estudio o bet midrash [בית מדרש]. Habitualmente en las comunidades judías más grandes en el mismo edificio está la sinagoga mayor y otra sinagoga adyacente más chica para la oración diaria (a la que acude menos gente) llamada bet midrash [בית מדרש]. En la tradición sefaradí se utiliza también el ladino esnoga y en la ashkenazí el yidish shul.

Dice el Rambam (“Mishné Torá”, Hiljot Tefilá 11:1) que “todo lugar en el que habitan diez israelitas es necesario que en él se erija una casa en la cual entren para rezar en toda hora destinada a la oración; tal lugar es llamado bet ha-kenéset.” Añade: “y (deben) comprar para ellos un séfer Torá, libros de Profetas y Hagiógrafos”. La sinagoga, o al menos el lugar en el que se guardan los rollos de la Torá, del que hablaremos más adelante, estará orientada hacia el Kótel (el muro de los lamentos) en Jerusalem.

Añade el Rambam (Maimónides), que en el interior de la sinagoga “construirán en ella un hejal «palacete» en el que depositarán en él el séfer Torá”, que estará en la dirección en la que se reza, según la ciudad” (ídem., Hiljot Tefilá 11:2). Antiguamente, en muchas sinagogas, esta parte más sagrada era un auténtico palacio en miniatura dentro del edificio, en el que se podía entrar para recoger los rollos de la Torá durante el servicio religioso.

El Hejal tiene dentro los rollos de Torá, y por eso sustituye en la sinagoga el lugar y el simbolismo que el Arón [ארון] o “Arca” tenía en el Templo de Jerusalem. En hebreo, arón significa “caja” o “armario”. Tal es así que los ashkenazíes lo llaman Arón ha-Kódesh [ארון הקדש], “el Arca sagrada”, con sus puertas e incluso con cortina o parójet [פרוכת] al igual que aquella que en el Tabernáculo ocultaba la parte más sagrada en la que estaba el Arca. En algunas sinagogas (debido a la tradición sefaradí) no hay cortina en la parte exterior sino en el interior, tras las puertas del Hejal.

En el centro de la estancia debe estar el estrado o bimá, “y levantarán la bimá o «estrado» en el centro de la estancia” (ídem., Hiljot Tefilá 11:3). A este lugar sube quien lee la Torá y también el que dirige su enseñanza a la comunidad. La bimá contiene una mesa sobre la cual se posa la Torá para su lectura, y está orientada de tal manera que el lector asciende a ella y lee desde ella hacia el Hejal o Arón. En las sinagogas en las que el rollo de Torá está envuelto en un manto, la costumbre es acostarlo en la bimá para su lectura, de ahí que la mesa esté ligeramente inclinada como un atril grande. En otras comunidades en las que el rollo de Torá está dentro de un tik o estuche, éste se mantiene de pie durante la lectura y la mesa debe ser plana. En el mundo sefaradí suele llamarse tevá [תיבה] a este estrado.

En la mayoría de sinagogas la Tevá/Bimá está en el centro de la estancia. Pero en algunas sinagogas está en el extremo opuesto al Hejal/Arón, es decir, en el extremo occidental, quedando las bancadas o sillas entre un lugar y el otro. Ocurre en las tradiciones italiana y romaniota (griega), y por influencia veneciana también en alguna sinagoga sefaradí (Ámsterdam, Londres, etc.).

En las sinagogas ortodoxas, tal y como ocurría en el Templo de Jerusalem (Talmud Bavlí, Suká 52b) hombres y mujeres se sientan en partes separadas. Algunas sinagogas usan la barrera física llamada mejitsá [מחיצה], que bien consiste en una rejilla o bien en una cortina, pero otras tienen un balcón o ezrat nashim [עזרת נשים] en la parte superior, a veces bordeando toda la estancia. En alguna sinagoga ortodoxa se ha abandonado esta costumbre, y hombres y mujeres simplemente se sientan en bancadas distintas. En las demás comunidades judías (las no ortodoxas), hombres y mujeres se sientan juntos.

Tanto en la sinagoga como en la casa de estudio, debe guardarse mucho respeto, y mantenerlos impecables (“Mishné Torá”, Hiljot Tefilá 11:5). Un cartelito de “prohibido hablar durante la oración y durante la lectura de la Torá” suele estar colgado en las paredes de muchas sinagogas.

Una lamparita (de aceite o eléctrica) suele colgarse encima o enfrente al Arca. Lo llamamos ner tamid [נר תמיד], “luz perpetua”, en recuerdo a la lamparita de la Menorá (candelabro) que se mantenía encendida en el Templo de Jerusalem. Algunos también decoran la sinagoga con candelabros (de siete o de nueve brazos). 

Las sinagogas tienen bancos o sillas. Los varones deben entrar y permanecer en ella con la cabeza cubierta. Las imágenes, de cualquier clase, están terminantemente prohibidas en la sinagoga. Además, debe añadirse la biblioteca, aunque no sea muy grande, en la que estén los libros básicos de la vida judía, como el Tanaj, el Talmud, algún código de leyes (como el “Shulján Aruj”), libros de oración, etc.

La sinagoga ha sustituido al Tabernáculo y al Templo, pero la luz que estos emanaban sigue circulando hacia el pueblo judío a través de ella. Aquellos que no pueden permitirse construir una sinagoga, pueden crear salones de oración en sus propias casas, un lugar fijo en la casa reservado a la oración y al estudio, y en el que debe observarse igual respeto que en la sinagoga. Toda casa debería tener esta habitación especial dedicada al rito y al estudio, tal y como enseñaba el Rabí Yoná de Gerona.

Shalom ve-kol tuv, Adi Cangado