LOS CARAÍTAS: LOS PRIMEROS JUDÍOS EXPULSADOS DE SEFARAD

De cómo se produjo la primera expulsión de judíos en Castilla y de quién y por qué  se los expulsó.


En hebreo -así como en otras lenguas semíticas- existe un verbo LIKRÓ: leer – hu kará, el leyó. (Los verbos en hebreo no se enuncian por su infinitivo sino por la tercera persona del singular del pasado, donde está la raíz pura) De esta raíz ( kof, resh, alef ) deriva,  por ejemplo,  Korán. Y caraíta, el adjetivo que se aplica al judío que profesa su fe desde el punto de vista del caraísmo.

Caraítas de Crimea en el S XIX

Es decir, en la misma denominación de esta secta judía está implícito el leer. ¿Por qué? Porque el caraíta sólo reconoce revelación divina en lo que se puede leer, esto es,  lo escrito en La Torá, pero no en la tradición oral (que luego se compiló hasta dar forma a la Mishná y el Talmud) El caraísmo no reconoce el judaísmo rabínico, el basado en la exégesis de La Torá y la tradición oral, que es el mayoritario.

Aunque su formación se va realizando por paulatina reagrupación, se conviene que el nacimiento efectivo del caraísmo es en el S  VIII, en la figura de Anán Ben David. En esa época, ya hacía un par de siglos había comenzado una nueva era rabínica, la de los Gaones. Tras las primeras cinco eras -Jazal, Nuestros Sabios de Bendita Memoria, que recopilaron y editaron toda la tradición oral en La Mishna y el Talmud-  ahora, en pleno califato abasida de Bagdag, en las academias talmúdicas de Sura y Pumbedita surgen los gaones, los que se dedicarán a interpretar el corpus monumental de su antecesores. Su era termina en 1038, con el traspaso del epicentro rabínico de Bagdad a Sefarad.

Anan Ben David, fallecido en 795, escribió en contra de toda la tradición rabínica, presionó al califato para la creación de una exilarquía alternativa al judaísmo rabínico y,  a su alrededor,  nació un grupo llamado los ananitas. Estos grupos luego se fundieron en uno sólo llamado Bnei Mikrá, Hijos del Origen. En el S X, Saadia Ha´Gaón los expulsó del judaísmo (Jérem) mientras ellos se propagaban  por distintos puntos de Oriente Medio, desde Irak a Egipto y grandes núcleos en lo que luego fue Rusia;  tenían una gran sinagoga en Jerusalén (destruida por los cruzados) y un cementerio , hoy visitable, en lo que hoy conocemos más como el barrio de Abu Tor, en las faldas de Guivat Janania, (Ananías, Anán) frente al Monte Sión,  y no lejos de la Piscina de Siloé o  de la Guehena.

Y también empezaron a proliferar entonces en la Península Ibérica, enviando, hacia 1086,  desde Jerusalén a Aben Altarás (Vicente Risco, «Historia de los judíos», Barcelona, 2005, Ed. Gloria) Recordemos que por esta época se está produciendo en Al Alandalus la invasión de los almorávides, cuya crueldad provocó movimientos migratorios judíos hacia los reinos cristianos. Altarás aprovechó la coyuntura para hacer proselitismo, tuvo enconados encuentros con los primeros rishoním, valga la redundancia y después de muerto fue sucedido por su esposa, considerada oráculo hasta el punto de ser conocida como La Sabia.

Alfonso VII, Imperator totius Hispanie, promulgó fueros que acogían a los judíos, razón del incremento de población hebrea en Castilla y León, con una puebla significativa, por ejemplo, en Aguilar de Campoo, o en  CARRIÓN DE LOS CONDES, hoy provincia de Palencia. Y es en esta localidad donde estalla la disputa entre caraítas y rabanitas.

El reconquistador de Toledo, Alfonso VI, abuelo de Alfonso VII, tenía como médico personal a Yosef ibn Ferrusel, alias Cidelius , (el pequeño Cid, el señorito)  que parece ser que fue quien instigó al monarca a expulsar a los caraítas de todo el reino, menos de una localidad que en la Crónica no se menciona pero que todo el mundo supone es Carrión de los Condes.  Allí, los judíos rabínicos pidieron la intervención del almojarife de Alfonso VII,  IBn Ezra, para conseguir reprimir el crecimiento de los caraítas.

La polémica estalló cuando un Shabat, un judío rabanita de Carrión encendió fuego en público. Los caraítas hicieron lo posible porque se le condenara a muerte. Pero r Yosef ben Alfacar, médico de Alfonso VII, consiguió evitar tan exagerada pena, contraria a la ley rabanita, que desde el II Templo tiene prohibido el veredicto de la pena capital.

Según Pilar León Tello y el Archivo Histórico Nacional, además de Amador de los Ríos, de este entuerto se sirve el rabanismo para conseguir que Alfonso VII expulsara para siempre a los caraítas de Castilla.

No obstante, la historia la conocemos por algo escrito muchos años más tarde, a principios del S XIV, cuando  r Avner de Burgos  se convirtió al cristianismo y con el nombre de Alfonso de Valladolid escribió una obra titulada Mostrador de Justicia, destinada a ejemplificar con datos históricos los motivos por los cuales todo judío debía abjurar del judaísmo.

Los caraítas expulsos se dispersaron por todo Europa  -desde Crimea (Ukrania)  hasta Lituania; y, aunque montaron su epicentro difusor en Constantinopla, fueron el motivo  por el cual Ha´Rambám no se quedó en Alejandría y prefirió pasar a El Cairo, por ejemplo. Muchas de las obras de la era rabínica de los Rishoním son en realidad  detalladas argumentaciones  exegéticas contra el caraísmo.