LOS JUDÍOS DE ÉPILA

Noticia sobre el rastro archivístico de los judíos de la localidad zaragozana de Epila.


Epila, a 40 kms. de Zaragoza, es ciudad de fundación celtíbera; en tiempos de los romanos -que la destruyeron por ser aliada de Numancia, la Masada hispánica- se llamaba Segontia: era la segunda ciudad de la calzada que iba de Caesar Augusta (Zaragoza, Aragón) hasta Emerita Augusta (Mérida, en Extremadura). Segontia se tradujo al griego como Bispolis -la segunda ciudad, según Plinio EL Viejo. Y de ahí proviene Ispalis, de donde el nombre de Epila. Repoblada en tiempos visigodos y conquistada en tiempos musulmanes, fue reconquistada por Alfonso I de Aragón en 1119. En 1366 Pedro IV cedió Épila y el vizcondado de Rueda  a quien le ayudó a vencer a Pedro I de Castilla, el rey que defendía a los judíos.  En 1391, año terrible para todos los hispano-hebreos, Juan I cede al vizconde de Rueda los privilegios de pontazgo y de mercado de Epila; en 1393 se venden a Lope Ximenez de Urrea.

Los Ximenez de Urrea son, según el emperador Carlos I de España y V de Alemania, una de las  prominentes ocho mayores familias de la nobleza aragonesa. Linaje medieval de origen navarro -Urrea es «oro»  en vasco, como Urraca es «dorada»- eran señores de Urrea del Jalón (en la misma comarca que Epila), además de EL Bayo y Biota. Por sus servicios en la reconquista de Valencia, Jaime I les dio la comarca castellonense del Alcalatén. Obtuvieron el vizcondado de Rueda y los  señoríos de Aranda y de Epila. En 1488 Fernando II de Aragón nombra  conde de Aranda al vizconde de Rueda,  Lope IV Jiménez de Urrea. Mantuvieron su poderío hasta que en el S XVIII una muerte sin descendencia traspasa todo el patrimonio a la Casa de Alba.

El vizconde Lope Ximénez d’Urrea , hijo del camarlengo de Alfonso V de Aragón y lugarteniente de la ciudad de Valencia, y hermano del presidente de la Generalitat de Cataluña, fue nombrado virrey de Sicilia. Su hijo, llamado como el padre, Lope Ximenez de Urrea, nacido en 1475, a la edad de 10 años -esto es, al morir su padre el virrey- fue llevado a Aragón, para hacerse cargo de sus tierras mañas. Y esto lo hizo apoyado con los hijos de Shlomo Abenlupiel, los hermanos Yosef, Yitsjak y Yaakov, residentes en Calatayud, a los que nombró sus procuradores (junto a un cuarto, un notario, de origen converso llamado Francisco Climent) Y es que el conde de Aranda siempre había tenido afición a los judíos, como demuestra su actuación con el asunto derivado de la privación de la carnicería de Yucé Eli, que provocó disturbios dentro de la aljama judía y el carnicero recurrió a Ximenez de Urrea para solucionarlo.

Como señor de Epila que era, y puesto que Epila ya no era villa de realengo, los judíos de esta localidad en vez de ser vasallos del rey lo eran del conde de Aranda. Les regaló un salón de baños para ellos solos.  Así que, en tanto que señor de la aljama de Epila, cuando allí murió Isaac Abenforna sin descendencia alguna ni herederos en ninguna parte, XImenez de Urrea se quedó con todo su patrimonio. Pero no para engrandecer sus ya enormes bienes, sino para cumplir las últimas voluntades del difunto, alav ha´shalom, que era que se hiciera una Corona de Sefer Torá y que con el dinero sobrante se hiciera a partes iguales un reparto entre los familiares más cercanos. El procurador de esta herencia para la comunidad judía de Epila fue el rico judío zaragozano Abraham Eli. No obstante, algunos judíos reprocharon a su señor haberse quedado con cierta cantidad de dinero. El se defendió diciendo que tenían las lenguas muy largas y ordenó a un notario zaragozano que escribiera una circular notarial para especificar que la susodicha corona del Rollo de la Torá de la sinagoga de Epila había costado 1600 sueldos, pagados post mortem con los bienes de Isaac Abenforna. Seguidamente, el ya mencionado Abraham Eli se personó en la aljama y explicó a los adelantados Jaím Sumiel, Abraham Gotina, y Moshé Gadax, que había sido nombrado para hacerse cargo y ejecución de la herencia del difunto.

Moshé Gadax, cuando murió, dejó en testamento que a la sinagoga se le diera una cubierta para el Sefer Torá, y por lo que mandó a sus hijos, conocemos hasta su biblioteca judaica.  Yzdrayco recibió el Libro de Bereshit (Génesis) y un Majzor, devocionario, escrito por el propio padre. Y dinero para que se compren dos libros del Génesis para dos de sus hijos. A otro le deja un majzor de Rosh Ha´Shaná. Y Braynico -el pequeño Abraham- un Sidur. En esa época los libros eran carísimos y pocos se lo podían permitir.

En 1479 -año en que Isabel I y Fernando II se hacen reyes de Castilla y Aragón, y cuando faltan 13 años para el Edicto de Granada y su consiguiente expulsión de los judíos castellano-aragoneses- nada hace presagiar lo que se avecina. Así que, como se supo en su día porque alguien lo encontró en los archivos históricos, los mozos de Epila, por ejemplo Braymiko, Moshiko y Nisimico, con ganas de jolgorio, en el mes de mayo del ´79, contrataron como tamborino y juglar a un moro llamado Mahoma El Marruecos, que les cobró cuarenta sueldos por servirles todo un año: tenía que tocar y cantar en Shabat y Yom Tov, excepto si coincidían estos días con fiestas de cristianos, porque éstos le pagaban cien sueldos por cantarles y tocarles. Si esas coincidencias se dieran, les compesaría. El pago de los 40 sueldos lo hizo el judío Sento (Shem Tov)  Mataron. 

Don Lope, conde de Aranda y señor de Epila, casó con la hija del duque de Hijar, otra aljama más o menos conocida. La condesa Dña. Catalina de Urrea, sin duda desde niña acostumbrada a que su Casa estuviera gestionada por judíos, también tenía su parte en la administración de Epila: en 1481, con el caso del pleito entre los hebreos, Abraham Gotina, Simahon y Sento Carrillo, nombró árbitros (judiciales)  a  dos judíos: Yucé de Uclés, judío de Arándiga, y al satre Yucé Leredi.

Pero los condes, aunque ricos en patrimonio y títulos, no tenían efectivo con el que hacer frente a los gastos de la vida diaria en palacio. Tal es así que para comer tenían que recibir carne fiada de la carnicería y el carnicero vendió la deuda a un judío de Zaragoza,  Yucé Abuzmel, alias Chamorro, por trescientos sueldos. Y otros tantos a Leonor de Otrobio. 600 sueldos de deuda en carne cuando un juglar cobraba 40 por cantar 52 sábados. Don Lope murió dejando a su esposa y sus seis hijos en una situación económica muy comprometida; Miguel, el heredero del condado y señoríos de  los Ximenez de Urrea, para sanear la economía familiar, se vio apoyado por dos procuradores de la cercana localidad de Almonacid de la Sierra, los hermanos Yucé y Abraham Alazar, administradores plenipotenciarios de Miguel en tanto que éste era menor de edad. Su radio de acción iba de los bienes familiares en  Calatayud a la Almunida de Dña. Godina (a mitad de camino entre Calatayud y Almonacid de la Sierra) , pero también en la villas de Cosuenda, Encinacorba, Aguarán, Cariñena, Villaluenga, Huérmeda, Saviñán y Brea. Por su parte, la madre, Dña. Catalina, ahora condesa viuda, nombró procurador de sus asuntos personales a otro judío de Calatayud, Salema Pasagon, al que ya conocía en vida de su difunto marido como procurador de éste. Los mayores acreedores de la familia Ximenez de Urrea eran el converso Fernando de Montesa y el judío ya nombrado anteriormente Abraham Eli. A Eli se le fue pagando a plazos con todas las rentas derivadas del trigo, centeno, avena, vinos y frutas de los lugares de Morés, Tierga, Mesones, Urrea y Rueda, desde el anterior mes de mayo de 1490 hasta abril de 1491…y pagarle cada casa de quince poblaciones 5 fanegas en especie. Con el converso de Montesa llegaron también a un acuerdo para saldar una deuda enorme. Y aun así, les quedaba la deuda con otro judío de Zaragoza, el sastre Salomon Orabuena, a quien debían 5.994 sueldos por compra fiada de paños y sedas (pues los condes habían traído de Sicilia el gusto por los ropajes con brocados y suntuosos atuendos) El sastre murió sin ver saldada la cuenta, pero su viuda, doña Duenya de Levi, recibió por parte de los procuradores todas las rentas y graneros del lugar de Lumpiaque, a pagar en plazos de 40 sueldos durante los meses de agosto de los años que van desde 1490 a 1495. No lo vio todo, claro está, porque la viuda judía también tuvo que marcharse de Aragón en julio de 1492….así que sólo cobró  40 de los 5.994 y con eso y la malvendida hacienda maña se marchó de la Península Ibérica (probablemente nombrando a algún converso la procuraduría de la deuda con fines a poder venir a cobrarla algún día) Doña catalina el 14 de julio asignó a Juce Abuzmel, alias Chamorro, mil sueldos que había prestado.

Otra cosa digna de nombrar es que en Epila nació Pedro Arbués, canónigo e inquisidor mayor de Zaragoza. Fue asesinado por una conjura de conversos de la ciudad en 1483, y los judíos de Epila tuvieron mucho miedo a represalias (como de hecho todos los judíos de Aragón) El hermano de Pedro Arbués era el justicia de Epila….El rey donó a Beatriz de Arbués, con motivo de su matrimonio, unas casas que habáin sido del converso Luis de Santángel, el financiador de la empresa de Colón.

Foto principal: Palacio de los condes de Aranda en Epila. 

Bibliografía:

  • LA VILLA ARAGONESA DE ÉPILA EN EL SIGLO XV: SUS JUDÍOS. Encarnación Marín Padilla. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Revista «Sefarad», vol. 53, nº 2 (1993)
  • JUDERÍA DE EPILA. J. Cabezudo Astrain.  Revue d’Histoire Ecclésiastique, Tomo 53, Lovaina, Enero de 1958.
  • DISPOSICIONES MORTIS CAUSA DE LOS JUDÍOS DE EPILA, Miguel Angel Motis Dolader,  Aragón en la Edad Media, 1989 .