Historia de la comunidad de sefardíes salonicenses de la sinagoga en recuerdo de r. Jaím Jabiv.
Hubo un tiempo -posterior a 1492- en que la judería de Tesalónica fue la mayor del mundo. Y toda ella de rito sefardí, pues la comunidad romaniote, muy menguada, había sido trasladada a Constantinopla cuando en 1453 los otomanos conquistaron la capital del Imperio Bizantino. El gran puerto de Salónica fue repoblado con los judíos refugiados de la Península Ibérica, llegados en diferentes oleadas y desde diferentes lugares, formando un conglomerado de aragoneses, calabreses, etc. También llegaron, desde el puerto de Livorno, los llamados «francos» (los extranjeros), que desarrollaron el comercio portuario. Todo el puerto tesalonicense estuvo en manos judías, desde el más humilde estibador hasta los administradores de la aduana, pasando, claro está, por los pescadores y demás trabajadores de un puerto de este calado internacional donde atracaban barcos ingleses y franceses. Pero con el s. XX, todo empezó a cambiar: la ciudad pasó a ser griega tras la Guerra de los Balcanes, se incendió en medio de la Primera Guerra Mundial -quemándose 500 años de archivos y de historia; luego vinieron las violencias, hasta que llegaron los nazis y se llevaron a los campos de concentración casi a todos los que no habían huido del lugar a Nueva York, a Buenos Aires, a París, a Barcelona, a Tel Aviv, etc.
Entre el desastre del incendio de 1917 y la re-fundación del Estado de Israel, es decir, cuando el Mandato Británico en Palestina llegó a prohibir la llegada de judíos a Eretz Israel, se produjo un movimiento migratorio -a veces clandestino y en pobres condiciones- que llevó a los judíos del puerto de Salónica -donde no se trabajaba en Shabat- al puerto de Jaifá -donde tampoco se trabajaba en Shabat. Y desde allí también se expandirán al puerto de Tel Aviv-Yafo. Rápidamente estas personas levantaron, a la vera de navieras y demás logística portuaria, sus centros comunitarios y de oración.
Los judíos salonicenses del barrio jaifaí de Kiriat Eliezer rezaban en unas dependencias de un colegio hasta bien entrada la década de los ´50. Cuando llegaban las Grandes Fiestas -por ejemplo, Yom Kipur, cuando más judíos rezan juntos- el hacinamiento era terrible y se amontonaban por los pasillos, sin siquiera ver el Hejal, con las ventanas abiertas para que algo oyeran los que se quedaban fuera, mujeres sentadas en banquetas traídas desde las cocinas, con las cabezas cubiertas con mantillas españolas heredadas de generación en generación, rezando como lo habían hecho los hispano-hebreos que salieron de la Península Ibérica al otro extremo del Mediterráneo.
Abraham Manu, uno de aquellos hombres del puerto de Salónica, siempre resolutivo, habló con su amigo, el alcalde de Jaifa, Abu Jushi -que luego sería diputado en la Primera Kneset, la primera legislatura parlamentaria- para que el ayuntamiento dotara a la comunidad de un solar para construir una sinagoga en condiciones. En concreto se solicitaba el terreno en el que iban a construir un cine. Y la sinagoga, para no contrariar a los askenazíes del barrio, tendría dos pisos: uno para los sefardíes y otro para los askenazíes. Fue así como, en 1955, comenzó a construirse la sinagoga que se llamó -y se llama- «Hejal r. Jaím Jabiv». La ceremonia de consagración de la primera piedra la realizó r. Toledano, entonces rabino mayor de Jaifa, en compañía del ministro de religiones. La construcción sólo se completó en 1964, tras salvar numerosos impedimentos de índole económica. La sinagoga fue consagrada como tal el 15 de septiembre de 1965, 18 de elul, en pleno tiempo de preparación para Rosh Ha´Shaná.
La invitación dejaba claro quién invitaba: el Comité Obrero de Jaifá, el departamento de provisiones religiosas de la Federación de Comunidades Griegas en Israel, la Asociación Griega de Supervivientes del Holocausto, la Asociación de Mujeres Griegas, la fundación para actividades culturales, la residencia de ancianos León Recanati, la asocoació de Olei Corfú, el Instituto de Investigaciones del Judaísmo de Salónica, la Jebrat Kadishá de Jaifá, y el rabino de la sinagoga de Bar Yojai. Preside: Abraham Manu, a quien vemos dirigirse al público el día de la inauguración.
Los askenazíes pidieron la propiedad del primer piso. Pero los sefardíes no estuvieron de acuerdo, así que la decisión se hizo mediante sorteo. A los sefardíes les tocó el segundo piso.
¿Pero quién fue r. Jaím Jabiv? Ni más ni menos que el rabino mayor de Salónica en el momento en que las botas de los nazis pisaron -y vaya si pisaron- suelo griego. Los más mayores de los judíos de Salónica en el barrio de Kiriat Eleazar de Jaifá lo conocieron en vida. La familia de Jabiv descendía de Sfarad: La familia desciende de rabí Yaakov Ben Jabib, nacido en Zamora, Sfarad, en 1450; fue presidente de la mayor academia talmúdica que hubo en Salamanca por aquel complicado entonces (según cuenta Ha´Jidá en su enciclopedia sobre los grandes nombres del sefardismo). En 1941, cuando los nazis llegaron, confiscaron su gran biblioteca; lo que no pudo el gran fuego de 1917, lo destruyeron las llamas del odio alemán. También ardieron sus responsa. Además, le sometieron a vejatorias imitaciones de las disputas de Tortosa y Barcelona, sólo que con improperios e insultos. También le obligaron a barrer las calles de Salónica día y noche, sin poder atender a su hijo enfermo, que moría mientras tanto en el gueto de Barón Hirchs. En el funesto verano de 1943, junto a su esposa y su hija Matilde, fueron llevados a Auschwitz y allí asesinados nada más llegar. Zejer Tsadik ve´Kadosh La´Brajá. Benditísima sea su justa y santa memoria por siempre jamás. Dar su nombre a la sinagoga de los supervivientes del puerto de Salónica en Kiriat Eliezer, Jaifá, idos de Grecia en el mejor momento, era como poner la sinagoga a nombre de todas las víctimas de la barbarie nazional-socialista que habían quedado atrás, en el frío bestial de Polonia, pero recordados en el cálido Israel.
La sinagoga no tiene un solo Hejal: tiene tres. Todos juntos y en forma de Sefer Torá, siendo el central mayor que los de su vera, con su corona en forma de granada -uno de los frutos sagrados del judaísmo, símbolo de prosperidad e inteligencia. Contienen numerosos Sifrei Torá de incalculable valor en muchos sentidos. El Hejal triple -en Tsfat hay uno doble- está recogido bajo un arco en el que está escrito un versículo del Libro de Isaías: (…) florecerá profusamente y se regocijará con júbilo, pues se le concedió el honor del Líbano, el esplendor del Carmelo y de Sarón, verán la gloria de A´, nuestro dios. » Isaías, 35, 2-En la parte inferior reza un dicho del Sumo Sacerdote Shimon Ha´Tsadik: Sobre tres pilares se asienta el mundo: «La Torá, el trabajo y la generosidad de los piadosos.»
En el interior de los Hejalím, abundantes y ricos Sifrei Torá
Durante años el rabino que lideró el rezo comunitario fue r. Menajem Jashaí, zt´l, uno de los grandes presidentes de la corte rabínica del Rabinato de Jaifa. LLegó a Israel desde Teimán (Yemen) como niño huérfano. Desde 2007 fue designado para oficiar en el Gran Rabinato de Jerusalén, donde falleció. Alav Ha´Shalóm. El jasán veterano fue Jaím Jagay, miembro fundador de la sinagoga. Otro jasán muy recordado es Ben Ha´Rosh.
La comunidad también creó un coro de niños, bajo la dirección de Yosef Jersey, alias Papú (abuelo en ladino), que además fue hasta no hace mucho el gabay de la sinagoga, querido por todo el mundo.Falleció hace seis años, pero todos le recuerdan a día de hoy como el alma y motor del lugar. En la siguiente foto le vemos en sus últimos años, con el actual rabino, Nisim Danino
En el siguiente video, de hace unos años, podemos ver a ambos una noche de Selijot -súplicas en mitad de la noche como proceso de preparación para Yom Kipur. La escena recoge el momento final de las Selijot de ese día.
Profundamente consciente de que la comunidad surge de los descendientes de los salonicenses del puerto que dejaron Grecia antes de La Shoá -y en algunos casos también que sobrevivieron al Holocausto- el diseño de la sinagoga está íntimamente concentrado en recordar ese origen portuario. Por ejemplo, la tevá está diseñada en forma de barca, en recuerdo y honor de todos los judíos del puerto de Salónica ahora en el puerto de Jaifá. Del techo pende una gran lámpara de madera en forma de timón de barco. Y en una de sus paredes cuelga un trabajo artístico que es un tríptico entre el puerto de Jaifa, la Menorá del Pueblo de Israel y la Torre Blanca de Salónica -símbolo de la ciudad (vid. foto principal)