PARASHAT HA ´SHAVÚA. «VA´YISHLAJ»

Parashá: וַיִּשְׁלַח , Va´Yihlaj, Envió  Génesis 32:4–36:43. Haftará sefardit:  Obadiah 1:1–21. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


“Y envió Yaakov mensajeros delante de él hacia
Esav, su hermano, a la tierra de Seír, el campo de
Edom” (Bereshit 32:4)


Yaakov Avinu salió de Beer Sheva bajo la orden de su madre, quien le dijo:

“He aquí que Esav, tu hermano, se consuela a sí mismo con matarte. Ahora, hijo mío, atiendemi voz, levántate y ve donde Laván, mi hermano, a Jarán”.

Si observamos bien, encontraremos que Rivká le ordenó a Yaakov huir de inmediato a Jarán, ya que temió por la vida de él debido a la amenaza que representaba Esav. No obstante, Yaakov Avinu no temió ni se asustó de Esav, sino que salió de la ciudad con calma y seguridad. Por lo tanto, no está escrito que “Yaakov huyó”, sino que “Yaakov salió de Beer Sheva”. Esto se debe a que Yaakov sabía que todo
el tiempo que “la voz es de la voz de Yaakov” estudiando Torá, entonces “las manos [que] son las manos de Esav” no podrán hacerle daño, y Esav no tiene poder para vencerlo o hacerle daño por el mérito de la Torá que tiene Yaakov, que lo protegerá. Por eso, Yaakov “salió” tranquilo en su camino y no temió de Esav. Hay en esto algo que me resultaba difícil de entender: ¿por qué estuvo Yaakov catorce años estudiando Torá en el Bet Midrash de Éver y no fue directamente a la casa de su tío Laván, el hermano de su madre? La respuesta es que Yaakov quiso demostrarle a Esav y comprobarle que no temía de
él y que no se asustaba de él. Y más aún, Yaacov se quedó intencionalmente en la Tierra de Israel otros catorce años y se dedicó a la Torá, porque aquel que tiene en sus manos el poder de la Torá está protegido y resguardado de las manos de Esav, por lo que no hay por qué huir. Por eso, Yaacov se
sentó allí, con calma y tranquilidad, sin el menor temor, y se dedicó a la Torá.

De esta manera, Yaakov quiso pavimentarles el camino a sus hijos, demostrándoles que nunca deben darle lugar al temor ni huir del enemigo que los rodeare, siempre que ellos tuvieren en sus manos la sagrada Torá, porque la Torá es el arma que más sirve y que más provee de sabiduría contra el enemigo. Y cuando la voz de Yaakov hace eco en las sinagogas y en los Baté Midrash, las manos no son las
de Esav. Esa es la razón por la que Yaakov se enclaustró en la yeshivá de Éver y estudió Torá; y precisamente catorce años, no uno o dos. Catorce en hebreo se escribe con las letras ד”י , las cuales también forman la palabra “mano” en hebreo, que viene a insinuar la mano de Esav. Si Yaakov se
dedica a la Torá, las manos de Esav no tienen el poder de gobernar sobre Yaakov o de hacerle daño, debido a que la Torá lo protege de las manos del enemigo. Otra cosa extraña en esta parashá es que Yaakov le mandó a decir a Esav “con Laván, he convivido” (Bereshit 32:5), sobre lo que nuestros Sabios, de bendita memoria, estudiaron que Yaakov le quiso decir que había observado las 613 mitzvot —pues el equivalente numérico de la expresión “he convivido” ( יתרג ) es precisamente 613—, y no había aprendido de las malas acciones de Laván. A simple vista, ¿qué propósito tenía hacerle saber esto a Esav? ¿Acaso representaba algún dato de interés para él? Al observar bien el tema, veremos que, a simple vista,Yaakov se contradecía. Por un lado, le hacía saber que él (Yaakov) no era un personaje de importancia y que Esav no tenía nada que celar de él. Por otro lado, con sus palabras, le estaba despertando celos al decirle que era un hombre rico, que tenía muchas posesiones, ganado, burros, servidumbre y muchos rebaños.

Gioacchino Assereto 1640

Obviamente, una persona rica es importante; siendo así, ¿por qué le contó todo aquello? La respuesta es que todo el tiempo Yaakov quiso decirle a Esav que él tenía Torá y mitzvot; y al tener el poder de la dedicación a la Torá, no tenía por qué temer de Esav en absoluto. Y así como salió de la casa de su padre —que no salió huyendo sino con tranquilidad, e incluso se sentó en la Tierra de Israel a estudiar Torá por catorce años, antes de salir de hecho hacia la casa de Laván—, así mismo en ese momento en el que se encontraba de vuelta con Esav, al retornar a la Tierra de Israel, no tenía temor de él. Yaakov no
entraba a escondidas, sino al descubierto y con mano elevada; e incluso le envió mensajeros que le dijeran que estaba por llegar, porque, así como antes de salir tenía el poder de la Torá, mantenía ese mismo poder aun en ese momento.

Yaakov le dijo a Esav: “Tú sabes que me encontraba en Jarán, en la casa de Laván, todos aquellos años, y sin duda, podrías haber llegado allá y hacerme daño. Pero ¿qué te impidió hacer eso? Sin duda, el poderde las 613 mitzvot que observé en la casa de Laván por el mérito de la sagrada Torá, que es lo que estuvo de mi lado. Eso mismo es lo que te detuvo de venir a hacerme daño; por lo tanto, también
ahora que yo voy hacia ti, voy sin miedo ni temor, porque aún tengo Torá en mis manos, lo que me protege de todo mal”.

Y Yaakov agregó incluso que Esav no debía pensar que al que se dedica a la Torá con entrega total su sustento no lellega honorablemente —jalila—, aun cuando se enclaustra en la yeshivá e invierte todos sus esfuerzos únicamente en la Torá. Incluso Yaakov, que tuvo el mérito de dedicarse a la Torá, tenía en su poder muchos toros, burros, rebaños, siervos y siervas; y en verdad, esto es un gran fundamento
importante para todo ben Torá. Lamentablemente, hoy en día han aumentado las preocupaciones por el sustento y la forma de conseguirlo. Hay quienes temen erróneamente que si se desconectan un poco del mundo de la Torá para dedicarse a algún negocio, entonces tendrán muchas ganancias  y económicamente estarán mucho mejor, y su porción será tan buena que gozarán de riqueza. Pero viene Yaakov Avinu a enseñarnos que ese no es el camino, sino que, al contrario, mientras más invierta la persona en su estudio de Torá y se dedique a ella, más tendrá el mérito de una gran fortuna y riqueza en su casa. Porque precisamente debido a que Yaakov Avinu observó las 613 mitzvot, tuvo el mérito de alcanzar una gran riqueza. Éste es el mensaje que Yaakov quiso enseñarle a Esav el Malvado —quien es el símbolo de la Inclinación al Mal—, que precisamente cuando uno se dedica a la Torá con constancia, entonces, hay bendición en esa dedicación, y el sustento llega con abundancia. A veces sucede que una persona tuvo el mérito de aumentar su fortuna y se hizo muy rico, y se cumple en él el versículo “engordó Yeshurún (‘Israel’) y pateó”, es decir, que olvida a Hashem —jas veshalom— y “patea” todo lo que tiene que ver con la santidad. Yaakov le dice a Esav que no se le ocurra pensar —jalila— que la riqueza y el dinero lo hicieron cambiar de mentalidad y deshacerse del yugo de la Torá. Más bien, al contrario, por medio del dinero, el rico encontrará más y más gracia a los ojos de “mi Señor”, es decir, a los ojos del Creador del mundo, Yitbaraj, porque por medio de tal riqueza el rico agregará más y más mitzvot y buenas acciones.

Audición de la séptima Aliat  Ha´Torá: