Parashá: «Emor» , אֱמֹר, Habla! Levitico 21:1–24:23. Haftará sefardit: Ezekiel 44:15–31. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita.
“Cuando viniéreis a la tierra que Yo
os doy a vosotros y seguéis la mies,
traeréis una gavilla, la primicia de
vuestra siega, hasta el cohén” (Vaikrá
23:10).
La Torá nos ordenó traer la gavilla de la primicia de la siega al cohén, y después comenzar a contar siete semanas, que son los cincuenta días hasta la Festividad de Shavuot, la festividad de la entrega de la Torá. Nuestros Sabios, de bendita memoria, preguntan cuál es el motivo por el que Boré Haolam nos ordenó traer la primicia de la siega al cohén y, asimismo, cuál es la razón por la que hay que contar cincuenta días desde Pésaj hasta Shavuot. A simple vista, Hakadosh Baruj Hu podría haberles ordenado a los Hijos de Israel que celebraran la Festividad de Shavuot el día seis de siván sin que hubiera necesidad de contar cincuenta días.
Se puede dilucidar que todo el motivo de la redención de los Hijos de Israel de Egipto fue con el fin de que recibieran la Torá y de que heredaran la Tierra de Israel para que pudieran cumplir en ella las mitzvot que le están relacionadas y construirle a Hakadosh Baruj Hu la Casa Predilecta: el Bet Hamikdash. Hashem sabía que el Pueblo de Israel iba quedarse desconcertado y preguntar: “Con tantas mitzvot que cumplir, ¿cómo obtendremos nuestro sustento? Si tenemos que estudiar Torá todos los días y cumplir las mitzvot, ¿cómo ganaremos nuestro pan?”.
Por ello, Boré Haolam les ordenó a los Hijos de Israel, inmediatamente después de que entraran a la Tierra de Israel, que debían separar la terumá de lo primero que brotara de la tierra de sus campos y lo llevaran delante del cohén, con el fin de reforzar en el seno de ellos el conocimiento de que no es el poder de sus manos lo que logra toda la fortuna de ellos; más bien, Hakadosh Baruj Hu, por Su grandiosa bondad, es Quien sustenta y mantiene a toda persona, y todo sucede de acuerdo conlos actos de cada cual (Alshej, Vaikrá 23:9-10). Si los Hijos de Israel anduvieren por el sendero de la Torá y el cumplimiento de las mitzvot, Hakadosh Baruj Hu les proveerá el sustento y el pan en abundancia, aun sin que ellos tengan que realizar el menor esfuerzo o extenuarse para conseguirlo. No obstante, proveerle a la persona el sustento sin que realice un esfuerzo es imposible, por cuanto Adam Harishón recibió como castigo por su pecado la “maldición” de que “con el sudor de tu frente, comerás el pan”… Pero hay un “sudor” y hay otro “sudor”, y el hombre que es meticuloso en seguir el sendero de Hashem no tiene que sudar tanto.
Ya que es así, el traer al cohén la primicia de la cosecha que brotó de la tierra tiene el propósito de enseñarles a los Hijos de Israel la lección de que el sustento de ellos, así como también el pan de ellos, no depende solo del esfuerzo que inviertan en la labor del campo, sino de que Hakadosh Baruj Hu —Quien sustenta a todas las criaturas, desde las más pequeñas hasta las más gigantescas— es el que les hará “brotar” el sustento, si es que van a escuchar y atender Su voz, y adherirse a Su Torá.
Inmediatamente después de que los Hijos de Israel separaban la terumá para el cohén de lo primero de la cosecha, comenzaban a contar los días del Ómer con la expectativa de llegar al día de la entrega de la Torá, con el fin de demostrar de esa forma que todo el entusiasmo y todo el propósito que tenían estaban enfocados solo en la Torá, conscientes de que solo la Torá es la que provee el bien y la bendición al hombre. Es como el novio que espera con ansias el día de su boda; él cuenta los días que le quedan para que llegue tal fecha en la que consagrará a una mujer, y con el pasar de cada día y la aproximación de la fecha esperada, aumenta su emoción y su alegría. Así también, los Hijos de Israel recibieron la orden de contar los días del Ómer hasta llegar al día de la entrega de la Torá, para demostrar de tal forma una gran ansia por recibir la Torá, ya que ésta es la que les provee vida y les abre los tesoros de los cielos con
abundancia y con bendición.
Nuestros Sabios, de bendita memoria, cuentan (Shemot Rabá 52:3) que un alumno de Ribí Shimón Bar Yojay viajó al exterior y tiempo después regresó como un hombre rico. Los alumnos de Ribí Shimón tuvieron celos de él y pidieron también salir de la Tierra de Israel para hacer dinero. Ribí Shimón los llevó a un valle y rezó: “¡Valle, valle! ¡Llénate de monedas de oro!”, y, seguido, el valle estuvo repleto de monedas de oro. Ribí Shimón Bar Yojay les dijo a sus alumnos:
“He aquí, tomen. Pero deben saber que todo el que tome ahora de este oro estará tomando de su recompensa en el Mundo Venidero, porque la recompensa por el estudio de Torá no se toma sino en el Mundo Venidero, como dice el versículo ‘y se reirá para el último día’ ”.
Al escuchar aquello, los alumnos comprendieron el reproche que les insinuó su Maestro. Y por cuanto en el ser de ellos se reforzó el conocimiento de la gran recompensa que les espera a aquellos que siguen en el sendero de Hashem, dejaron atrás toda aquella riqueza, a la vez que repasaban la lección de que la verdadera dicha y la verdadera riqueza está reservada para el Mundo Venidero. De acuerdo con la opinión de Ribí Shimón Bar Yojay, todo el mundo existe solo por el mérito de la Torá; por lo tanto, él no veía la necesidad de que el hombre tuviera que esforzarse y trabajar para obtener su sustento, por cuanto para Ribí Shimón, por experiencia propia, era la demostración de una verdad indiscutible: el que estudia Torá y se extenúa en el servicio a Hashem, Hakadosh Baruj Hu se preocupará de que dicha persona reciba su sustento (Tratado de Berajot 35b). Y ciertamente, nosotros, seres insignificantes, no llegamos siquiera a la basta de la túnica de Ribí Shimón Bar Yojay, quien estuvo dedicado a Hashem con todo su ser. Pero, a pesar de ello, el solo hecho de meditar en una figura extremadamente esplendorosa como la de Ribí Shimón tiene el poder de reforzar la fe en nuestro ser y llevarnos a tener plena confianza en que el sustento del hombre fue predeterminado desde el comienzo hasta el final del año por el Amo de todo el mundo, Quien examina los actos de la persona y determina el veredicto acorde. Así dice el versículo (Tehilim 55:23):
“Echa sobre Hashem tu carga y Él te sustentará”,
lo que quiere decir que, por medio de que el hombre pone su confianza en que el Creador se ocupara de proveerle su sustento, así ameritará que, en efecto, Hashem lo sustente.