PARASHAT HA´SHAVÚA: NOAJ

Parashá: Noaj, נֹחַ, Noé. Génesis 6:9–11:32. Haftará sefaradit: Isaías  55:1–10. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita.


“Y recordó Dios a Nóaj y a todo animal y toda bestia que estaba con él en el arca, e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra y se apaciguaron las aguas” (Bereshit 8:1)

Solo las hojas del olivo no se desprenden
“He aquí [que sostenía] en su boca una hoja de olivo que había desprendido” (Bereshit 8:11)

 

¿Por qué la paloma escogió precisamente la hoja de un olivo?
Marán, el Rav Jaim Kanievski, shlita, explicó que, según la explicación
simple, las hojas de todos los árboles se desprenden para la época de
invierno, y tal como dice la Guemará (Tratado de Eruvín 100b), durante
esta época, en la que Nóaj quería saber si las aguas ya habían cedido
de la faz de la tierra, ya había transcurrido el invierno. Y es por eso que
no quedaban hojas en los árboles que atestiguaran acerca de la época
en la que se encontraban.
Pero las hojas del olivo no se desprenden, ni en el invierno ni en el
verano, como dice la Guemará (Tratado de Menajot 53b), por ello, la
paloma no encontró nada más que una hoja de olivo para traer.
La Inclinación al Mal es la culpable
“Se dijo Hashem a Sí Mismo:

‘No volveré a maldecir la tierra a causa
del hombre, pues la inclinación del corazón del hombre tiende hacia el
mal desde la juventud del hombre’” (Bereshit 8:21)

Rabenu, el Or Hajaím Hakadosh, cita la Guemará en el Tratado de
Bavá Kamá. Si un toro fue incitado por otros a causar un daño, su dueño está exento de pagar por éste debido a que el daño no surgió por
iniciativa y voluntad del toro, sino que el toro había sido incitado por
terceros a dañar.
De aquí aprende Rabenu Hakadosh un argumento en defensa del
hombre. Durante los primeros trece años de su vida, el hombre es
incitado constantemente por la Inclinación al Mal, y como todavía no
tiene a la Inclinación al Bien, le es difícil vencer a la Inclinación al Mal.
Ésta es la razón por la cual Hakadosh Baruj Hu no juzga al hombre con
el Atributo de la Justicia como corresponde, aunque el hombre cometa
la más ligera transgresión.
De todas formas, no se puede comparar el hombre al toro, pues el
hombre tiene entendimiento para guerrear contra la Inclinación al Mal,
algo que no tiene el toro. Por ello, el hombre recibe el máximo castigo
por sus transgresiones.

El Or Hajaím Hakadosh explica el versículo “pues la inclinación del corazón del hombre tiende hacia el mal desde su juventud” de la siguiente
forma: Hakadosh Baruj Hu juzga al hombre durante sus primeros trece
años de vida para bien, pues solo alberga a la Inclinación al Mal, la cual
lo incita a hacer el mal e implanta en el hombre la naturaleza a hacer el
mal. Por ello, Hakadosh Baruj Hu no se enoja tanto contra aquel que ha
pecado, pues hay un motivo que justifica su naturaleza a hacer el mal.
El sol brilla solo porque así está escrito en la Torá

“El día y la noche no cesarán” (Bereshit 8:22)

Una vez, un médico que no era observante de la Torá ni de las mitzvot
visitó al Jafetz Jaím, zatzal. El Tzadik se dirigió a él y le dijo: “Dígame, por
favor, ¿cómo sabe usted que mañana brillará el sol?”.
El médico le respondió: “Es sabido que cada día el sol brilla. ¿Por qué
habría de pensar que mañana no brillaría?”.
Ante este argumento, el Jafetz Jaím le respondió: “No es debido a
ello que el sol brillará. Lo que obliga al sol a salir cada día y brillar es el
versículo que dice: ‘el día y la noche no cesarán’. En la Torá, está escrito
lo que es un hecho; por ello, no es posible que el sol no salga cada día”