PARASHAT HA´SHAVUA: «SHLAJ LEJÁ»

Parashá: Shlaj Lejá, Envíate, שְׁלַח, Números,  13:2 . Haftará: Josué  2:1–24. Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


“De acuerdo con los días que exploraron
la tierra, cuarenta días, un día por año, un
día por año; cargarán con vuestros pecados
cuarenta años. Y así conocerán Mi enajenación” (Bamidbar 14:34).

Aprendemos de este versículo que Hakadosh Baruj Hu castigó medida por medida al Pueblo de Israel, después de que enviaron a los espías a explorar la Tierra de Israel: así como exploraron la tierra por cuarenta días con la intención de calumniarla, de la misma forma, por cada día que los espías exploraron
la Tierra de Israel, Hakadosh Baruj Hu decretó, medida por medida, que deambularan por el desierto durante un año.

Podemos objetar que delante de Hakadosh Baruj Hu todo está revelado; todo el futuro que habrá de suceder en el mundo, todo está previsto por Él. Entonces, ¿por qué Hakadosh Baruj Hu no provocó que los espías exploraran la Tierra de Israel por diez días, de modo que el castigo de los Hijos de Israel fuera deambular por el desierto solo diez años en lugar de cuarenta?

Igualmente, es sabido (Tratado de Taanit 29a) que, paralelo a aquella noche en la que los Hijos de Israel lloraron en vano debido al reporte de los espías —que fue la noche del nueve del mes de av, es decir Tishá Beav—, Hakadosh Baruj Hu decretó un llanto para las generaciones, con la destrucción de los dos Bet Hamikdash que ocurrieron precisamente en la misma fecha —el nueve de av—, pero con varios siglos de diferencia. Y si la razón de la destrucción del Bet Hamikdash dependía del pecado de los espías, ¿por qué se prohibió estudiar Torá en dicha fecha? ¡Si el pecado de los espías y el llanto en vano del pueblo no tienen ninguna relación con la prohibición de estudiar Torá en Tishá Beav! ¡Es más, aparentemente, no hay mejor día que TisháBeav para aprovecharlo con estudio de Torá y apego al Creador del Mundo!

Para poder responder a esta objeción, debemos estudiar un poco acerca de las leyes de duelo. La persona que está en duelo tiene prohibido estudiar Torá todos los días que está de luto. También en este aspecto surge la pregunta, pues, lo normal es que cuando la persona se encuentra en medio de su luto por un ser querido, toma conciencia de que debe apegarse a su Padre Celestial. ¿Por qué, entonces, precisamente, en el momento en el que hay una toma de conciencia como ésta, en que hay un despertar en espiritualidad, se le impide al doliente la posibilidad de estudiar Torá y así acercarse a Hashem?

La explicación a esto es que la Torá provoca alegría, una poderosa alegría en el seno de la persona que la estudia, y por cuanto no es apropiado que los dolientes estén alegres durante los días de duelo, por el honor del difunto, se les prohibió estudiar Torá durante los días de la shivá (los siete días de duelo riguroso) con el fin de que el doliente pueda concentrarse en su luto y honrar de la forma debida al fallecido.

De acuerdo con lo expresado, podemos decir que, por cuanto la Torá alegra el corazón del hombre, es un gran mérito estudiarla y tenerla en los labios. Siendo así, el solo hecho de que Hashem les prohibió a los Hijos de Israel estudiar Torá en Tishá Beav nos enseña cuán grande fue la ira de Hakadosh Baruj Hu contra los Hijos de Israel, a tal punto que merecieron que se les prohibiera la alegría del estudio de la Torá. Es decir, la prohibición de estudiar Torá en Tishá Beav es, en sí misma, parte del castigo.

Y respecto de la pregunta que se formuló, de por qué Hakadosh Baruj Hu no hizo que las circunstancias se desenvolvieran de modo tal que los espías exploraran la Tierra de Israel en menos días para que así se merecieran menos castigo —siendo que todo está revelado delante de Él y que Él sabía que ellos iban a pecar de esa forma—, podemos decir que, a simple vista, el número cuarenta tiene una significancia especial. El número cuarenta alude a la sagrada Torá que fue dada en cuarenta días y cuarenta noches. ¿Y por qué la Torá fue dada precisamente en cuarenta Días y cuarenta noches, y no en otra cantidad de días? Porque el número cuarenta es el número de días en que toma el feto para formarse, luego de los cuales se considera que es un ser viviente. Todo el tiempo que el feto no complete los cuarenta días no se lo puede llamar criatura con vida, pero después de que transcurrieron cuarenta días, el feto tiene forma y se lo considera un ser viviente.

Debido a ello, Hakadosh Baruj Hu le dio al Pueblo de Israel la Torá en cuarenta días y cuarenta noches, con el fin de establecerlos como una entidad que, hasta no haber completado ese período de tiempo, no se la podía llamar viviente. Pero una vez que recibieron la Torá en cuarenta días y cuarenta noches, se los consideró como un ente viviente, pues la Torá es el elemento principal que le da vida al hombre, como dice el versículo

(Mishlé3:18): “Es un árbol de vida para los que la sostienen”.

Al recibir lashón hará de los espías, el Pueblo de Israel causó un defecto en la sagrada Torá, pues en la Torá está dicho (Vaikrá 19:16):

“No andes de chismoso en tu pueblo”.

Y ese defecto que causaron en la Torá les quitó la “vida” que habían adquirido en la entrega de la Torá, al tal punto que Hakadosh Baruj Hu tuvo que hacer que deambularan por el desierto a lo largo de cuarenta años, para que recibieran su vida de vuelta, y ameritaranvolver a recibir sobre ellos mismos la Torá. Y con el poder renovado de la Torá, entrarían en la Tierra de Israel y vencerían a todos sus enemigos. Ésta es también la razón por la que Hakadosh Baruj Hu les prohibió a los Hijos de Israel estudiar Torá en Tishá Beav, pues, con independencia de que la Torá alegra, y Tishá Beav es un día de luto, por el solo hecho de que los Hijos de Israel causaron un defecto en la Torá al recibir las palabras de lashón hará de los espías, les fue negado el mérito de estudiarla. A tal punto que, a raíz de su tristeza y pena en el día de Tishá Beav, despertarán de vuelta de su letargo, se acercarán de nuevo a su Padre Celestial, y solicitarán adherirse a Él, con el apego de la Torá.

Encontramos que cuando el Pueblo de Israel pecó con el becerro de oro, Hakadosh Baruj Hu los perdonó, pero no los castigó haciendo que deambularan por el desierto debido a aquel pecado. En contraste, por el pecado de haber creído las calumnias de los espías acerca de la Tierra de Israel —pecado que, aparentemente, parece menos grave que el de la idolatría—, Hakadosh Baruj Hu los castigó con todo el rigor de la justicia, y los hizo deambular por el desierto a lo largo de cuarenta años.

Podemos esclarecer que en el tiempo en el que los Hijos de Israel pecaron con el becerro de oro, ellos todavía no habían recibido la Torá de forma íntegra. Por eso, Hakadosh Baruj Hu no fue tan estricto en la ley como lo fue con el pecado de los espías, el cual tuvo lugar después de que ya habían recibido la Torá y habían sido advertidos acerca del pecado de lashón hará. Asimismo, la Tierra de Israel está conectada directamente a las palabras de la sagrada Torá debido a las mitzvot que dependen de la tierra mencionadas en la Torá. Hakadosh Baruj Hu quiso enseñarles a los Hijos de Israel que todo el que menosprecia la santidad de la tierra es como si menospreciara la santidad de la Torá y le causara un defecto. Por ende, el lashón hará sobre la Tierra de Israel es un pecado demasiado grave como para perdonar. Y como habló en contra de la Tierra de Israel, el Pueblo de Israel causó un defecto en la santidad de la tierra, la cual depende de la Torá y de la santidad de la Torá misma. Por ello, Hakadosh Baruj Hu los castigó, medida por medida, con el hecho de que no estudiaran Torá en Tishá Beav para impedirles sentir la alegría de la Torá en ese día de tristeza, con el propósito de que ansiaran volver a conectarse con la Torá. Asimismo, Hakadosh Baruj Hu provocó desde el principio que los espías exploraran la Tierra de Israel durante cuarenta días con el fin de obligar a los Hijos de Israel a deambular por el desierto por cuarenta años paralelo a los cuarenta días y cuarenta noches que les tomó para recibir laTorá. Y en aquellos años en los que los Hijosde Israel deambularon por el desierto, les retornó su esencia de vida y recibieron laTorá de nuevo, con el propósito de merecer,por medio de la Torá, entrar a la Tierra deIsrael y heredarla.