PARASHAT HA´SHAVÚA: «PINJAS»

Parashá: Pinjás. פִּינְחָס‎..Números,  25:10–30:1. Haftará sfaradit:  Jeremías,  1:1–2:3. Darshán:  Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


“Y otorgarás de tu
majestad sobre él, para
que [lo] atienda toda la
congregación de los Hijos de
Israel” (Bamidbar 27:20).

Disertaron nuestros Sabios, de bendita memoria: “De la frase ‘Y otorgarás de tu majestad sobre él…’ entendemos que Moshé solo debía otorgarle parte, pero no toda su majestad. Los ancianos de aquella generación dijeron: ‘El semblante de Moshé era como el del sol; el rostro de Yehoshúa era como el de la luna’” (Tratado de Bavá Kamá 75a).

Moshé Rabenu, alav Hashalom, recibió la orden de Hakadosh Baruj Hu de apoyar su mano sobre su alumno Yehoshúa Bin Nun y otorgarle de su majestad. Pero, con todo y con eso, solo debía darle parte de su majestad y no toda su majestad. De esa forma, la piel de Moshé Rabenu mantuvo la iluminación que irradiaba (que Moshé habíarecibido en el Monte Sinai); y su alumno Yehoshúa Bin Nun fue un reflejo de su maestro, razón por la que los Sabios dijeron que “El semblante de Moshé era como el del sol; el rostro de Yehoshúa era como el de la luna”.

A primera vista, hay algo que debemos tratar de entender, pues es sabido que cuando el maestro parte de este mundo, le otorga el doble a su alumno, como vemos que sucedió con Eliahu Hanaví y su alumno, Elishá Hanaví. Antes de que Eliahu Hanaví partiera de este mundo le preguntó a su alumno: “¿Qué quieres que te dé?”, y Elishá le respondió: “Por favor, deme el doble de su espíritu [profético]”. Siendo así, es muy probable que así fue también con Moshé Rabenu y Yehoshúa Bin Nun. Porque el versículo dice (Bamidbar 27:23):

“Puso sus manos sobre él y le dio el cargo”.

Rashí escribe al respecto que Moshé lo hizo con gran generosidad, [le había otorgado] más de lo que había sido ordenado hacer, porque Hakadosh Baruj Hu le había dicho (Bamidbar 27:18):

“Toma para ti a Yehoshúa Bin
Nun, hombre en el cual hay espíritu, y apoyarás tu
mano sobre él”,

pero Moshé Rabenu apoyó ambas manos sobre Yehoshúa, convirtiéndolo en un “recipiente rebosante de su sabiduría”. Siendo así, ¿cómo se puede comprender lo que dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, que en la noche en que Yehoshúa Bin Nun guerreó dejó de estudiar la Torá, y llegó un ángel para castigarlo por ello? Si Yehoshúa había recibido el doble que Moshé Rabenu recibió doble del poder de la Torá de Moshé, y Moshé Rabenu definitivamente no iba a dejar de estudiar Torá, pues él era todo Torá y le había entregado la Torá a Israel.

A mi humilde parecer, se puede responder que, en verdad, Yehoshúa Bin Nun ciertamente recibió el doble del poder de Moshé Rabenu, y como prueba de ello, vemos que él guerreó contra los 31 reyes que había en la tierra de Kenaan y los venció a todos. Y no solo eso, sino que, cuando tuvo necesidad de ello, detuvo el andar del sol por el cielo, y el sol no se puso durante 36 horas (v. Yehoshúa 10).

Y si Yehoshúa recibió el poder de la Torá de Moshé Rabenu, se comprende muy bien por qué llegó el ángel aquella noche donde Yehoshúa y arguyó que había dejado de estudiar Torá. Ciertamente, no se nos puede ocurrir pensar que Yehoshúa dejó de estudiar Torá literalmente, porque él tenía la Torá de Moshé Rabenu. Sin duda, él continuó en ese mismo sendero de su maestro. No cabe duda de que el poder de Yehoshúa era grandioso, porque aun cuando él tuvo que enfrentar 31 guerras no tuvo miedo; su maestro,
Moshé Rabenu le había dicho antes de fallecer:

“Sé fuerte y valiente. No tienes nada que temer,
porque Hashem estará contigo. Esta es una guerra
de Hakadosh Baruj Hu contra todas las naciones
enemigas”.

Y también, después de la desaparición de Moshé Rabenu, Hakadosh Baruj Hu Mismo le había dicho a Yehoshúa (Yehoshúa 1:6):

“Sé fuerte
y sé valiente, porque tú harás que herede este
pueblo la tierra que juré a sus padres darles a ellos”.

Dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria que Yehoshúa Bin Nun comprendió que sobre él pesaba la obligación de profundizar más en la Torá. Por eso fue de inmediato a rectificar el error y se sumergió en las aguas de la halajá; se extenuó más y más en la Torá para rectificar lo que era necesario.