Parashá: Shelaj lejá, ךָ,שְׁלַח-לְ , envíate. Números, 13. Haftará : Josué, 2, 1-24. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita
“Y será que cuando coman del
pan de la tierra, eleven una ofrenda
para Hashem”
(Bamidbar 15:19).
El Ben Ish Jay escribió (año 2, parashat Shelaj Lejá):
“He aquí que al hombre se le hizo saber que, al momento de comer, es apropiado poner intención de hacerlo en Nombre del Cielo, para separar las chispas de santidad que se encuentran incrustadas en el alimento, y tal como dice el versículo: ‘El tzadik come para saciarse’ [no para deleitarse].
La intención del hombre al comer no debe ser la de deleitar su cuerpo, sino la de mantener su buen funcionamiento; es decir que, por medio del alimento, tenga la fuerza para servir a Hakadosh Baruj Hu. Con esa intención en mente, el hombre separará las chispas de santidad de la kelipá. (el mal, lo impuro)
”Si la intención que pusiere fuera la de suplir solo lo que su alma necesita, la separación de chispas que hace con esta intención será diez veces más elevada que la que realiza cuando pone la intención simple de saciar tanto su alma como su cuerpo. Y mientras más delicioso sea el alimento, y mayor sea el deseo de consumirlo—y aun así la persona se sobrepone a ese deseo y pone intención de que lo hace en
Nombre del Cielo—, mayor será la separación de las chispas.”
Además, es sabido que el pan de la tierra le es delicioso al cuerpo; tanto, que es comido solo, sin acompañamiento. Y el Alshej Hakadosh escribió acerca del versículo (Devarim 8:9):
‘Una tierra en la que no comerás pan miserablemente’.
Por lo tanto, en la Tierra de Israel, es necesario sobreponerse al deseo de comer alimentos, ya que el pan que ella produce es muy rico, y hay que encauzar todos los deseos de comer hacia la separación de las chispas de santidad. Ésta es la intención del versículo:
‘‘Y será que cuando coman del pan de la tierra’
—que es delicioso y al cuerpo le gusta mucho—, vuestra intención no sea comer en nombre del deleite y el placer de comer, sino en nombre de la separación de las chispas. Para esto la Torá dijo
‘eleven una ofrenda para Hashem’;
es decir, hay que subir las chispas de los alimentos, y elevarlas hasta Hashem, que es la Fuente de la Santidad”. De acuerdo con las palabras sagradas del Ben Ish Jay, podremos comprender por qué Ribí Yehudá Hanasí es llamado Rabenu Hakadosh. Y, asimismo, los demás Tzadikim fueron llamados kedoshim” (‘sagrados’); y podemos preguntar aquí también por qué ellos merecieron dicho título.
Y, además, David Hamélej dice
(Tehilim 40:9): “Y Tu Torá se encuentra en mi vientre”.
¿Qué quiere decir este versículo? ¿Acaso se puede decir que los libros sagrados se pueden encontrar en el cuerpo del hombre? Es posible decir, de acuerdo con sus palabras, que en todo objeto existen chispas. Este concepto se puede comprender con la siguiente ilustración: un vegetal brota y se encuentra con su verdor natural; el hecho de que se encuentra con ese verdor y está sano es un indicativo de que en dicho vegetal se encuentran las chispas de santidad que provienen de Hakadosh Baruj Hu. Son esas chispas las que lo mantienen en esa condición saludable y normal, como dice el Profeta (Nejemiá 9:6):
“Y Tú haces vivir a todos”.
El hombre, al comer, pone la intención de elevar estas chispas de santidad; es decir, las chispas de santidad salen del alimento y entran en el cuerpo; y el cuerpo del hombre se llena de chispas de santidad,
mientras que el “desecho” es descartado del cuerpo. Si el hombre hace taanit dibur (‘ayuno de habla’), es decir, se abstiene de hablar cosas vanas y solo habla palabras de Torá, por un día, es sabido, por lo que dicen los libros sagrados, que dicho ayuno le vale como setenta y siete mil ayunos corporales. La explicación es que por medio del habla el hombre construye mundos o —jalila— destruye mundos. En el habla, existen muchas chispas de santidad. Por lo tanto, un día entero de taanit dibur vale más que numerosos ayunos corporales, mucho más.
“Al que quiere purificarse, lo ayudan [del Cielo]”.
Una vez, mientras yo estaba viajando en avión, llegó un aeromozo y me sirvió la comida. En en ese preciso momento, yo estaba ocupado escribiendo unas palabras de Torá, así que dejé la comida a un lado. Luego de un cuarto de hora, volvió el aeromozo para disculparse porque la comida que me había traído estaba destinada a otro pasajero y no era apta para mí debido a la cashrut. Estoy seguro de que el hecho de haber estado ocupado con Torá en ese momento fue lo que me ayudó desde el Cielo a no comer alimentos no casher. De aquí, se demuestra que cuando el hombre quiere santificarse, Hakadosh Baruj Hu lo ayuda; al querer acercarse cada vez más a Hakadosh Baruj Hu y superar la prueba que lo aflige, llega a lograr una separación de las chispas en un grado mucho más superior, al elevarlas de lo material y devolviéndolas a su Fuente Divina. Verdaderamente, cuando una prueba le causa al hombre aflicción y, aun así, el hombre la supera, al pasar con éxito la prueba adquirió el poder de separar las chispas de la kelipá y destinarlas a lo sagrado, y se acreditó todas aquellas chispas; y mientras mayor sea la aflicción que le cause la prueba, mayor será el poder del hombre para separar las chispas. No obstante, si — jas veshalom— el hombre se deleita al ver lo que está prohibido, o habla lashón hará, y no recapacita y no hace teshuvá, todo el estudio que haga, o las bendiciones que diga, va hacia la Sitrá Ajrá —Rajmaná litzlán—, que le da poder y refuerza la kelipá.
Yehí ratzón, que Hakadosh Baruj Hu nos amerite pasar todas las pruebas de la vida, y así santificar y elevar las chispas para separarlas de la kelipá hacia la santidad. Amén veamén.
Nosaj Marruecos por Abijai Danino