Uno de los rabinos más famosos y venerados de la judería marroquí.
La gran estirpe rabínica de los Pinto llegó a Sfarad en el tiempo de los últimos Gaones, cuando en Babilonia, a principios del S X, las academias talmúdicas de Sura y Pumbedita se hunden en la decadencia y Nuestros Sabios, de Bendita Memoria, de ostentar el poder en la exilarquía van pasando a la Península Ibérica para desarrollar la era rabínica de los Rishoním, los primeros (en administrar la sabiduría talmúdica fuera de Babilonia) Asentados en la pequeña localidad de Pinto, a unos 20 kms de Madrid, cuando el decreto de expulsión castellano-aragonés partieron hacia Portugal, pero poco después, con la expulsión lusa, se dispersaron por muchos lugares; Amsterdam, Constantinopla y, de allí a Siria (r Yosiahu Pinto fue rabino mayor de Damasco a principios del S XVI)
Un bisnieto de éste fue r. Shlomo Pinto, que se casó con la hermana del rabino Admor Khalifa Malka, zt ”l, de la ciudad de Tetuán. Tras los esponsales, los dos rabinos se convirtieron en socios. Pero Pinto pasó como rabino a Agadir, en la costa atlántica de lo que hoy es Marruecos, y allí fue padre de diez hijos. Luego pasó a donde un pariente en suyo en Mogador.
Allí nació en 1865 el tzadik y mekubal Jaim Pinto Hakatan (el pequeño, para diferenciarlo de su abuelo, el viejo) Se hizo conocido como un gaón sobresaliente, muy versado en todos los sabios de las eras rabínicas de Rishonim y Ajaaronim (los últimos, la era actual), en la aspiración de comprender La Halajá hasta el máximo posible. Además, dedicó una cantidad sustancial de tiempo, a pesar de su apretado programa de aprendizaje, a realizar actos de caridad y amabilidad con el prójimo.
Sobre su persona se cuentan innumerables leyendas, como que una mañana, poco antes de Shajarit, el r Yona al acercarse al Beit Kneset, oyó desde fuera hablar a Pinto con alguien y, cuando entró, al encontrarlo solo, le preguntó dónde estaba su compañero. Pinto le dijo, ¿lo has visto? Afortunado eres, pocos tienen el privilegio de ver a Eliahu Ha´Nabí. Y le pidió que guardara el secreto por lo menos hasta la muerte.
Después del rezo matutino, organizaba la economía doméstica con su esposa y, cuando ella salía hacia el mercado, él iba de casa en casa pidiendo donaciones para repartir lo obtenido entre los pobres. En esas casas le ofrecían comida que él nunca rechazaba porque decía que rechazar comida era una gran humillación. Además, ayunaba habitualmente desde Motza’ei Shabat Kodesh hasta el siguiente Erev Shabat.
R Jaím Pinto, alav ha´shalóm, murió en el plenilunio de (mar)jeshván del año 1939.