El rabino mayor de Trípoli, Libia, que visitó los sótanos del Vaticano
R. Bokobza fue a nacer en 1853 en la ciudad de Gabés, hoy Túnez (frente a la isla de Djerba) La ciudad ya era importante plaza en tiempos de Cartago. Cuando Esther y Gabriel trajeron al mundo a Yitzkak aún faltaban 30 años para que llegaran los franceses. Y casi un siglo para que la conquistaran los nazis. Gabriel Bokobza era muy conocido en Gabés tanto por su riqueza como por su generosidad.
Rabi Yitzjak estudió con el presidente del Beit Din de Gabés, y más tarde en Túnez, pero lo que más le gustaba era componer piutim imitando el estilo de los grandes paytanim de Sefarad, aunque ya a los 21 años escribía sobre asuntos de La Torá. Completada su formación, regresó a Gabés, se casó, tuvo una hija, pero madre e hija murieron pronto, y entonces se casó con su cuñada, Tibra (Crearás, en hebreo) Por aquel entonces intentó ganarse la vida con el comercio, pero pronto comprendió que lo suyo era La Torá. Así que estableció una yeshivá en la que fue acumulando una biblioteca muy estimada. Su dominio de los seis órdenes talmúdicos era tal que el siguiente paso fue iniciarse en las diez esferas de La Kabalá .
De su producción de talismanes dicen que derivaron muchas sanaciones.
La comunidad de Libia, con él sentado junto al beit din.
En 1905 comenzó a oficiar como rabino y juez en la ciudad de Moknine, también en la costa de Túnez; una comunidad fundada en el S XVI y que en el XIX contaba con unas setecientas almas judías viviendo en torno a una calle principal que se llamaba Jerusalén. Allí, su fama se acrecentó y en su casa se hospedaron numerosos emisarios de Eretz Israel que fueron a visitarle. En 1911, junto a cinco de sus más allegados, viajó a Jerusalén.
Al acabar la Primera Guerra Mundial regresó a su ciudad natal para servir como su rabino principal durante cinco años. Para Rosh Ha´Shaná de 1925 fue elegido rabino principal de Trípoli, en Libia.
Italia invadió Libia en 1912. Por eso los judíos libios hablan en italiano todos. El 18 de abril de 1928, el rey de Italia, Victor Enmanuel III, visitó Trípoli. El día 22 se le ofreció una recepción de honor -con 100 honorables de la comunidad hebrea – en la sinagoga mayor de Trípoli, bajo la dirección de rabi Bokobza. La familia real, en lo alto de la tevá, fue bendecida con la oración por la paz del reino (los sefardíes la recitan después de Kol Nidré en el servicio de Yom Kipur) Algunos meses después, en Roma, se celebraban los esponsales del hijo del rey, el príncipe Umberto, recién llegado de inaugurar en Jerusalén el edificio de Terra Sancta. Bokobza fue invitado a la boda con la hija del rey de Bélgica. Y también, claro está, el Papa, Pio XI, que quedó maravillado con la personalidad del rabino de Trípoli. Cuando éste fue a despedirse del rey, el monarca quiso hacerle un regalo y le dijo que si le faltaba algo, se lo concedía. El rabino dijo que no le faltaba de nada. Pero Victor E III insistió y entonces r. Bokobza dijo que sería su deseo ver los Sótanos del Vaticano. El rey dijo que no tenía potestad para asuntos del Vaticano, pero que hablaría con el Papa; éste, habiendo conocido al rabino en el banquete nupcial, accedió. Las condiciones era que estaría solo, acompañado por un delegado pontificio y que sería una visita única. Se concertó el momento y, cuando el delegado corrió la primera cortina, el rabino dijo que no quería ver más, que había tenido bastante. Regresó a su casa en Trípoli, se sintió mal y estuvo durante cuarenta días enfermo en cama, hasta que el 19 de febrero de 1930 falleció.
Nadie sabe lo que vio. En uno de los muchos libros que escribió dijo que «vi bastante». Nada más.