SAMUEL TRIGO Y CARLOS II EN RONCESVALLES

Historia de la  evisceración practicada por un médico judío de Zaragoza a Carlos II de Navarra.


Roncesvalles,  a los pies del Pirineo de Navarra, siempre fue uno de los principales pasos entre la Península Ibérica y el resto de Europa: por su puerto de montaña llegaron, por ejemplo, los celtas y los godos. O el emperador de los carolingios, Carlomagno, en el S. VIII d.e.c. ; como cuenta en verso épico la gesta de La Chanson de Roland (s XI) una emboscada de vascones lo derrotó en la campera de Roncesvalles. El lugar sería,  después,  punto de partida francés del Camino de Santiago. (El primitivo partía de Oviedo) Y  vía de escape de las herejías galas -los cátaros- y de los perseguidos judíos, tantas veces expulsados de lo que hoy llamamos Francia.

Sancho VII de Navarra (1194-1234), cuñado de Ricardo Corazón de León, pertenecía a la dinastía jimena y por tanto era enemigo de los Trastamara. Sus tropas formaron parte de la confederación que derrotó a los musulmanes en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa. Quiso ser enterrado, como rey navarro que era,  en Roncesvalles. Y entonce manda construir para ello la Real Colegiata de Roncesvalles. Principios de S XIII. Ardió en 1445 y en 1468. En 1600 cayó tal nevada que se desplomó la techumbre del claustro, que se acabó de reconstruir en 1661 con los restos de lo derrumbado (Hay piedras en las paredes del claustro que son nichos sepulcrales de la construcción anterior; y en la fachada principal del exterior, junto a las arquivoltas de la entrada al templo, hasta una Estrella de David que vaya a saberse de dónde viene, porque no sería la primera vez  que se usan lápidas con inscripciones hebreas para construir edificios)

Maguén David en fachada del claustro de Roncesvalles

Pero antes de eso, en 1387 – tres años antes de la gran masacre de judíos en todas las aljamas de Sfarad-  en Roncesvalles ocurrió un hecho que si bien  hoy resulta asqueante, entonces estaba en boga entre los monarcas franceses: la evisceración.

Carlos II de Navarra, apodado por los franceses como «El Malo»,  no puede celebrar la Navidad de ese año, pues está gravemente enfermo y yace en lo que hoy es el palacio de Gobernación Civil de Pamplona. No se sabe muy bien lo que padece, si es lepra o peste. Ha llevdao una vida azarosa, incluso ha conocido la ruina:  en 1372 compró unos paños a Abraham Hamet, un judío de Pamplona, y para pagarle tuvo que entregarle en prenda  tres tazas de plata porque no tenía los 34 florines que costaba la tela.

Ahora yace en su lecho de muerte. Hace días que han llamado al físico -así llamaban entonces a los galenos. El médico que lo atiende no es sino un judío de la cercana  Zaragoza; y su nombre: Samuel Trigo.

El monarca yace envuelto en una cataplasma integral de cognac durante toda la Nochevieja. Dice la leyenda que, de pronto,  una pavesa de un candelabro saltó de imprevisto contra el cuerpo del enfermo, incendiando el cuerpo, entre tremendos alaridos de dolor del monarca,  hasta que el fuego consumió el cuerpo sin que pudieran hacer nada por imperdirlo.

Samuel Trigo, quince días después, se ve obligado a cumplir con las últimas voluntades del monarca: tal cual era costumbre entre los reyes franceses de entonces, quiere -y así lo pide en su testamento-  tres entierros distintos. Su cuerpo en Sta. María la Real de Pamplona (o en Saint Denis, si moría en Francia) ; su corazón, en la iglesia de Uxúa; y sus entrañas, en Roncesvalles.

Aunque la la evisceración había sido prohibida en el s. XIV por el papa, los soberanos de la casa de los Capetos, y después, sus sucesores en el trono, los Valois, mantuvieron esta práctica como un símbolo de su estatus, esquivando de este modo la prohibición papal, sobre la cual se sobreponían.

Corazón de Uxúa

Samuel Trigo practicó, entonces,  la evisceración, una práctica que se realizaba entonces  tal cual ya la practicaban los antiguos  egipcios: «lo abrió en canal» dicen las crónicas y luego  depositó el corazón en un pichel -recipiente sellado de estaño, de Juan El Estañero.

El corazón aún se conserva en Uxúa. La espantosa reliquia se abrió en el S XIX y encontraron  dos cajitas en el interior; una estaba vacía; en la otra, descompuesto y de colro azul, el corazón. En otro pichel,  Trigo despositó los intestinos. Seguidamente, lo embalsamó con especies y ungúentos y drogas que le suministró Pere de Añorbe: mirra, alóe, cicotrin, gali,  musquet, muscacerin, nueces de ciprés, linaloes, alun de roca, resina, goma arábiga y otras sustancias.

Pero el pichel de las entrañas, aunque llegó a Roncesvalles, desapareció para los restos y nadie supo nunca que se hizo de él.

El pichel del corazón permaneció hasta 1923 en una hornacina sobre la portada norte de la iglesia de Uxue.

Bibliografía:

  •  Juan Iturralde y Suit, «Recuerdos de Ujue», 1885