YEKUTIEL BEN YITZJAK, VISIR DE ZARAGOZA

Uno de los más poderosos, cultos, queridos y sin embargo desconocidos judíos de los albores de la Edad de Oro hebrea.


Yekutiel -literalmente, la esperanza de D-os- fue a nacer en un momento indeterminado del Califato de Córdoba -proclamado por Abdel Ha´Rajmán I en el año de 929 y que perduró hasta el de 1031; no obstante, la decadencia del esplendor andalusí de Córdoba había comenzado en 1009, con un golpe de estado que derivó en una fitna, una guerra civil. Yekutiel, hombre de letras en aquella Córdoba convulsa, abandonó su ciudad cien años antes de que la abandonara el Rambám.

Taifa de Zaragoza, S XI

Según  r. Abraham Geiger, historiador, Yekutiel se habría dedicado en Córdoba a la astronomía, donde habría escrito un tratado al respecto cuando las condiciones de vida en el califato permitían la creación literaria.

Y se fue al norte, a Zaragoza, que desde la disolución del califato cordobés se había constituido en taifa en 1018, con la dinastía de los Banu Tuyib, los tuyibíes, yemenitas que se asentaron en Zaragoza, Daroca y Calatayud en el S VIII, y tradicionalmente enfrentados a los Banu Qasi. Todavía estaba sin construir el Palacio de la Aljafería, sede hoy del Gobierno de Aragón.

Yekutiel ben Yitzjak llegó a Zaragoza reinando en ella Múndir II, es decir, no antes de 1036. Y su primera labor fue la de maestro de Abu Ayub Suleimán ibn Yaya ibn Gabirol -Shlomó IBN GAVIROL– nieto e hijo de cordobeses pero nacido en Málaga en 1021, tras haber huido la familia por el asalto bereber de 1013. Cuando se quedó huérfano se instaló en la ya entonces esplendorosa Zaragoza tuyibí, donde a falta de padre, encontraría en Yekutiel ben Yitzjak un preceptor en todos los sentidos.

Mundir II proclamó a Yekutiel gran visir de la taifa zaragozana y desde esa posición de jefe del gobierno indujo hasta su corte  a otros correligionarios suyos,  como el gramático Marwan Yona ben Yanah o Moshé Ha´Kohen ben Chiquitilla.

Todo era perfecto, pero en 1036 la taifa de Zaragoza se negó a reconocer al falso califa de Sevilla, Hisham II. Así que Abdalá ben Hakam, primo de Mundir II, decidió dar un golpe de estado para derrocar a su pariente, asesinándole en 1038. Los disturbios provocados por el magnicidio hicieron que fueran asesinados muchos políticos de la corte zaragozana; entre ellos, en el mes de Nisán de aquel año, el propio visir, Yekutiel.

Su fiel discípulo, Ibn Gavirol, lloró en verso la pérdida de su preceptor:

Fíjate en el sol del ocaso, rojo,

como revestido de un velo de púrpura
va desvelando los costados del norte y el sur,
mientras cubre de escarlata el poniente;
abandona la tierra desnuda
buscando en la sombra de la noche cobijo;
entonces el cielo se oscurece, como si

se cubriera de luto por la muerte de Yequtiel.

La aljafería, construida por la dinastía hudí

Con el asesinato de Mundir II se instauró en 1038  Zaragoza la dinastía hudí; ese mismo año, en Babilonia, moría rabi Ha´I Ha´Gaón,  último presidente de la academia talmúdica de Pumbedita, y cuya muerte se toma como fecha de partida para la era rabínica de los Rishoním -los primeros- que trasladarán el epicentro de la exégesis talmúdica a Sfarad.