Historia de quien fuera el rabino mayor del Reino de Navarra en tiempos de Carlos III.
El apellido de Orabuena no sólo es peculiar por aparecer escrito sin /h/ sino también porque su origen es un topónimo que, además no tiene relación alguna con el Reino de Navarra -donde desde siglos la estirpe rabínica tuvo principal asentamiento: en 1240 , después de que Fernando III el Santo reconquistara Córdoba, capital del califato omeya, la localidad que los romanos llamaron Ripa (ribera, por estar junto a un meandro del Guadalquivir) pasó a llamarse Aldea de Orabuena (hoy Villa del Río). Aunque Orabuena también es nombre popular para mujer sefardí, -castellenización de Mazaltov- cabe pensar que el linaje navarro tomó su apellido por provenir de esas tierras cordobesas.
Del primer Orabuena del que los registros históricos dan cuenta -es decir, no tiene por qué ser el primero sino que sólo es el primero que queda registrado- es un rabino de Tudela llamado Yehudá ben Shmuel Orabuena, que en 1350, junto a otros dos rabinos, se encargó de recaudar los impuestos que la aljama debía pagar al rey para su protección particular durante el tiempo de la peste negra.
El padre de este rabí Orabuena, según se deduce de la Enciclopedia de Navarra, es el que se habría asentado en Tudela precisamente en el momento en el que las huestes cristianas de la Reconquista desmantelaron el califato cordobés.
Este tal Yehudá -del que no sabemos nada más- fue padre, hacia 1360, de Yosef (Yuçe), que se convertirá en el miembro más conocido de la familia por acumular sobre sí una gran cota de poder tanto entre los judíos como entre los cristianos.
Tras los pertinentes estudios de Torá y Talmud, así como los de la ciencia medieval de la curación de enfermos, pasó a desempeñarse como médico en la también navarra localidad de Estella. Su prestigio como tal era tan grande que pasó a trabajar -como recaudador de impuestos- en la corte de Carlos II (EL Malo) y de su hijo Carlos III (EL Noble ) En principio, el físico de Carlos II era otro judío, Samuel Trigo, zaragozano; asistió al monarca en su lecho de muerte, haciéndole una cataplasma integral de cognac el día de Nochevieja de 1387; cuenta la leyenda que una pavesa de la chimenea saltó contra el cuerpo empapado en alcohol y así el malvado monarca murió quemado vivo. Siguiendo el rito de enterramiento de los reyes franceses de la época, Samuel Trigo tuvo que practicar un evisceración par poderlo enterrar en tres lugares distintos.
Carlos II tomó a Yosef Orabuena como consejero y se hizo acompañar por él durante todos los viajes que realizó el monarca tanto por Castilla como por Francia (Carlos II de Evreux era nieto del rey de Francia y disponía allí de sus propios feudos) En 1390 -antes de la masacre general de las juderías hispánicas- Orabuena fue nombrado rabino mayor del Reino de Navarra, que era un cargo que no existía en las aljamas navarras, pero sí en las de Castilla y Aragón. Dotado con unas rentas anuales de cien florines de oro y en tanto que máxima autoridad rabínica del reino, participó en las discusiones doctrinales de los comentariastas talmúdicos y, además, luchó por la mejoría de las aljamas; en 1401, gracias a su cercanía con el rey, Carlos III perdonó 120 libras a los judíos de Tudela para que ese dinero lo pudieran destinar a restaurar la sinagoga .
Hay que decir que , además de Orabuena, muchos otros judíos de la época de Carlos II y de su hijo Carlos III gozaban del favor real, muchos de ellos incluso habitaron en el Castillo de Olite (construido por el propio Carlos) y contribuyendo a la prosperidad de Navarra de manera significativa. De hecho, es en Olite donde está mejor localizada la judería -en la calle S Francisco- además de la joya del S XIII conocida como La Torá de Olite, cuyos preciados y sagrados pergaminos fueron usados para engordar las guardas de otros libros. Jacob Alueldano, en 1420, siendo quizá el tendero judío más rico de la villa de Olite realizó ó varios trabajos para la reina doña Juana, esposa de Carlos II. Y Açab Evendauit, sastre, gozó de la confianza de Carlos III, pues el judío estaba especializado en ocultar cantidades de oro entre los forros de los jubones, con objeto de poderlo transportar sin peligro.
Orabuena era un rabino famoso, que mantenía contactos con otros rabinos, en especial -vía epistolar- con la familia Levy, de Burgos. Este contacto espistolar con Shlomo Ha´Levý, rabino mayor de Burgos, es de vital importancia para comprender el cambio sustancial que va a operarse sobre su persona.
Entre el 7 de febrero de 1413 y el 13 de noviembre de 1414 , apenas 20 años después de las matanzas y destrucción de las aljamas, el judaísmo hispánico se enfrentó a un embite que, si bien no tenía un cariz de violencia física, sí lo tenía de violencia psicológica. En anti-papa Benedicto XIII (Papa Luna) , mediante el judeo-converso Jerónimo de Santa Fe (Yehoshúa Ha´Lorquí) convocan la ominosa Disputa de Tortosa, un presunto debate sobre la cuestión de la literatura rabínica y el reconocimiento de Jesucristo. En realidad, un juicio al judaísmo y una forma de propiciar conversiones al cristianismo. Finalmente, los representantes judíos fueron obligados a firmar un documento en el que «reconocían sus errores» de fe. Tras estos eventos deleznables de intolerancia absoluta muchos judíos se convirtieron en masa, sin saber las consecuencias que eso les iba a conllevar en un futuro muy cercano: ser potenciales víctimas del acoso de la Inquisición. Shlomo Ha´Levý, el colega burgalés con quien se carteaba Orabuena, fue uno de los que se convirtió para medrar en el seno de la Iglesia como obispo. Y mediante el carteo regular, la idea de abjurar del judaísmo fue calando en la mente de Orabuena. Al final, convertido, se hizo llamar Pablo García de Santa María.
Su hijo, llamado como el abuelo, Yehudá, heredó en 1408 el puesto de su padre como rabino de Tudela, pero desconocemos los sentimientos del hijo ante la decisión que acabó por tomar el padre.También heredó el favor real de Carlos III, quien incluso le aumentó la renta a 200 florines. No sabemos nada más de él, pero sería interesante saber si al final también se convirtió o la familia permaneció partida en dos.
Bibliografía:
- Y. Baer, Historia de los judíos en la España cristiana, trad. del hebreo por J. L. Lacave, Madrid, Altalena, 1981, págs. 361, 402, 418 y 421
- B. Leroy, “Recherches sur les juifs de Navarre à la fin du Moyen Age”, en Revue des Études Juives, CXL (1981), págs. 319-432 (trad. esp. junto con M. García-Arenal en Moros y judíos en Navarra en la Baja Edad Media, Madrid, Hiperión, 1984, págs. 145-257
- J. Carrasco, “Orabuena”, en Gran Enciclopedia de Navarra, t. VIII, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1990.
- La Torá de los judíos de Olite , Juventino Caminero y Ricardo Ciérvide