
A finales del S. XV y principios del S. XVI, el mantenimiento del lujo en el harén de los sultanes estaba en manos de judías sefardíes como Ester Jandalaí
Topkapı Sarayı , el palacio de Topkapi ( o literalmente ‘Palacio de la Puerta de los Cañones’ — por estar situado cerca de una puerta de ese nombre) empezó a ser usado como residencia de sultanes a finales del S XV. Concretamente en 1478, algunos años después de que los otomanos conquistaran Constantinopla (1453) Además de residencia oficial del sultanato otomano inaugurado por Mehmet II, era la residencia del gran harén. Más de trecientos aposentos ricamente ornamentados entorno a tres patios: el de la Sultana Madre, valide, el de las favoritas y de las concubinas que hubieran concebido. Cinco kms. de murallas para preservar el terriorio favorito del sultán : sus mujeres (familiares, esposas e hijas) Este misterioso lugar, que encendía la imaginación de los occidentales , era inaccesible –harén significa vedado- excepto para los eunucos y los sultanes, pero cuya logística estaba en manos de algo así como funcionarias palatinas, llamadas kiras; estas funcionarias ejercián la tarea de proveer de todo lo que necesitaran las inquilinas de esta especie de gineceo: madres y hermanas del sultán, esposas y odaliscas que eran servidas por los eunucos blancos y custodiadas por los eunucos negros; dicen que llegaron a ser unas trescientas en sus mejores tiempos: privilegiadas reclusas sin más mundo que el que veían asomadas al Cuerno de Oro entre jardines exuberantes, rodeadas de lo que en occidente denominaron «lujo asiático.»
Una de esas kiras, quizás la primera entre las hebreas, se llamaba Ester Jandalaí.
Había nacido en 1539, en el seno de una humilde familia judía de orígenes en Jerez de la Frontera, que había llegado a Estambúl cuarenta y siete años antes, tras la expulsión de 1492. Casó con Eliahu Jandalaí, comerciante con quien conoció el negocio de la bisutería y los afeites según las tradiciones antiguas con los ungüentos perfumísticos y la bisutería, los tejidos de suntuosidad oriental y los últimos gritos en elementos decorativos tanto para el cuerpo como para el aposento: sedas exclusivas y bordados primorosos , piedras preciosas de todos los colores y tamaños , perfumes y abalorios, todo cuanto pudiera realzar los encantos femeninos en esperanza de ser escogida aquella noche para acostarse con el sultán y quizás incluso caer embarazada.
Rondando la treintena , Esther Jandalaí enviudó; pero salió sola adelante sirviendo sus mercadurías al harén de Suleimán El Magnífico – y otros dos sultanes posteriores- convirtiéndose así en una especie de agente exterior, o personal shopper que dirían algunos, para todas las mujeres que estaban recluidas sin remedio en el interior del harén. El enlace perfecto entre el mundo innacesible y el mundo bullicioso de los zocos de Constantinopla tras la derrota de Lepanto, punto y aparte del continuo acoso otomano sobre España: por ejemplo, en 1532, en Valencia , tras el ataque perpetrado se llevaron consigo miles de cautivos y derrotaron a la flota de ocho galeras genovesas del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Un gran documento de todo esto lo encontramos en La Gran Sultana, de Cervantes, contando la historia de Catalina de Oviedo.
En esta época, las mujeres más poderosas del harén -como la Sultana Madre- tenían una gran influencia política, propiciando encuentros diplomáticos al otro lado de las celosías que las encubrían e incluso haciendo tomar decisiones a los propios sultanes en su diván. Esther, por esta alianza con el poder, estaba exenta de pagar impuestos, cosa muy importante para sus compras y ganancias. Por no decir nada ya de su hijo, Moshé, que, gracias a estas relaciones con las altas instancias gobernantes, se había convertido en el jefe principal de los recaudadores de impuestos de Estanbúl.

Una de las más profundas relaciones que tuvo Esther fue con la esposa del sultán Selim II, una mujer llamada Nurbanu, para quien la hebrea fue una especie de secretaria personal -en algunas fuentes incluso dicen que amantes. Algunos sostienen que esta esposa del sultán, Nurbanu era de origen sefardí (hija de un judío veneciano en Paros) y que su nombre de soltera fue Rajel Marié Nassi. (Cultures in Colors, Valeria Heuberger, Geneviève Humbert, Geneviève Humbert-Knitel, Elisabeth Vyslonzil) Capturada como esclava, vendida en Constantinopla, Nurbanu será la favorita de Selim II El Borracho -el gran amigo íntimo de Don Yosef Nasi, a quien hizo Duque de Naxos y Sr. de Tiberias. Nurbanu, la esclava, fue , así pues, madre del sultán Murad III.
Ester, además de servir de enlace entre Nurbaru y Catalina de Médeci, amasó una gran fortuna a la vera de Nurbanu y tuvo no sólo prestigio sino también numerosas propiedades; pero su fortuna, como buena judía, no la usó para la ostentación, sino que también la usó para sufragar ediciones de libros en hebreo, así como todo tipo de instituciones benéficas, en especial para los estudiantes. Tras el gran incendio de Istanbul , dio cobijo a todo el que había perdido su casa.
Como todas las personas de gran poder, también tuvo sus detractores.
Su muerte, cuyo origen es oscuro , tiene relación con un entuerto con un alto jerarca militar del imperio otomano – quizás un genízaro- que intentó sobornarla para medrar.Ella no accedió, pero alguien que llegó a conocer el asunto inculpó a ambos; su gran protectora Nurbaru había muerto en 1583. Tanto ella como su hijo Moshé fueron asesinados el primer día de Pésaj (Pascua judía) del año 1600.
Su hijo pequeño, que ya creció adoptado, se convirtió al Islam.
Bibliografía básica:
- «History of the Turkish Jews and Sephardim», Ellie Kohen, UPA, 1984
- «A History of the Jewish Community in Istanbul, The Formative Years, 1453 – 1566 «, prof. Minna Rozen (2002)
Bibliografía básica:
- Rozen Mina, «A History Of The Jewish Community In Istanbul» , Leiden, Netherlands, 2002.