ABRAHAM DE CASTRO Y EL PURIM DE EL CAIRO

El 28 de adar  los judíos de Egipto celebran Purim Mitzráim, evento que sirvió a r. Abraham de Castro pasar a la historia  como instigador  de la reconstrucción de las Murallas de Jerusalén.


Entre 1516 y 1517, el sultanato mameluco, con sede en El Cairo, se enfrenta en bélica contienda al Imperio Otomano, con sede en Constantinopla. Los mamelucos quieren controlar las rutas caravaneras de las especias. Los otomanos quieren controlar las ciudades santas del mundo islámico. Selím I, sultán de La Sublime Puerta, acababa de derrotar a los persas safávidas y entonces cayó sobre los mamelucos, derrotándolos el 24 de enero de 1517 en la Batalla de Radanya, a las puertas de El Cairo. Las consecuencias en la comunidad judía de Egipto van a ser sustanciales: por ejemplo, desaparece el cargo supremo de la comunidad -el naguid- y la comunidad es disuelta en un número de pequeñas comunidades independientes. Los judíos de Jerusalén y los del resto de Eretz Israel también quedan bajo dominio otomano, como punto intermedio de la ruta comercial entre Damasco y El Cairo.

Sinagoga de BenEzra en El Cairo

El Cairo en 1524, tenía una notable judería, tan importante como la de Alejandría, pues también había recibido a judíos expulsos de Sfarad, además de los trasvases de población de judíos sefardíes que habían sido refugiados por interés del Imperio Otomano.  El sultán ya no era Selim I, sino su hijo, Suleymán El Magnífico, que acababa de anexionarse la importante isla egea de Rodas, baluarte de los caballeros de la  Orden de S. Juan de Jerusalén.

Solimán nombró «gobernador» de Egipto a Ajmed Pashá, quien se dedicó básicamente a explotar sin escrúpulo alguno a los egipcios. Los pachás no enviaban la recaudación fiscal a la metrópoli otomana, sino que los impuestos se los quedaban ellos y de eso vivían. El jefe de la Casa de la Moneda de El Cairo era el rabino sefardí Abraham de Castro, llegado a Egipto antes de 1517. Debía ser rico, pues era conocido por practicar la filantropía, y en ese marco debió ser como Selim I lo conoció y le confió el importante puesto de hacerse cargo de las finanzas.

El pachá Ajmed, en un arranque de egolatría que insinuaba sus pretensiones políticas, en 1523,  pidió al rabino -ministro de economía, a la sazón- que ordenara a los orfebres grabar su efigie y nombre  en las monedas en curso. Las intenciones estaban claras: Ajmed quería dar una especie de golpe de estado contra el mandato otomano y auto-proclamarse sultán de Egipto. Abraham de Castro, entonces, aun sabiendo que se jugaba el cuello, se inventó una disculpa que le permitió  partir  hacia Constantinopla para  informar a Suleymán del secreto asunto. Pero Ajmed descubrió que había sido descubierto y  entonces, sin piedad, lanzó al ejército en contra del país. Y con especial inquina a la judería.  Seguidamente, se auto-proclamó sultán de Egipto. A los judíos que dejó vivos les impuso una carga fiscal  imposible de afrontar; y, además, amenazó con matar a todos los miembros de la comunidad judía local si no pagaban rápido la fortuna que él exigía.

Solimán el Magnífico

El 17 de Adar de 1524 (año judío de 5284), tres días después de haberse celebrado Purim, Ajmad cumplió su palabra: puesto que no se había abonado la cantidad de dinero requerida,  decretó la pena de muerte para todos los judíos de El Cairo.  La pena habría de  ejecutarse en los próximos días. Los judíos de El Cairo, desesperados, sólo tenían una cosa que hacer: se concentraron para rezar fervientemente.

Al día siguiente, el 18 de Adar, un grupo de soldados fieles al Sultán Suleymán se reorganizaron y atacaron el palacio de Ajmed, que tuvo que huir despavorido para salvar su propia vida; poco después, llegaron los efectivos que se enviaban desde Constantinopla tras haber sido el sultán advertido por el almojarife Abraham de Castro. Los soldados capturaron a Ajmed y lo mataron el 28 de Adar de 1524.

Rabí Abraham de Castro fue nombrado como máximo jefe  del tesoro real, es decir, algo así como ministro de economía, lo que le hacía estar muy cerca del propio sultán. Abraham aprovechó la coyuntura para proponer e incluso solicitar  del sultán permiso para la  re-construcción de  las murallas  que rodean hasta el día de hoy la Ciudad Vieja de Jerusalem, y que en parte, sólo en parte, son prolongación de las verdaderamente antiguas murallas de la Ciudad de David. Suleyman accedió sin problemas al proyecto. (La leyenda cuenta que los arquitectos a los cuales se les encargó la obra de amurallar Jerusalén fueron decapitados en lo que hoy sería la Puerta de Yafo por dejar extramuros el Monte Sión y la  Tumba del Rey David)

Rabi Abraham fue padre de uno de los jajamím (sabios)  más grandes de la historia de Egipto después del Rambám:  Rabi Ya´akov de Castro,  conocido con el acrónimo de el Mahariqash; fue formado en Jerusalén y  en  1570, el año de la publicación de Shulján Aruj, en una  visita a la ciudad santa de  Tsfat,  fue invitado personal de r. Yosef Caro.

Y en recuerdo de todos estos acontecimientos,  ordenaron los jajamím de Mitzraim que todas las noches del 28 de Adar  se leyera una “meguilá” , un rollo,  que narra los hechos,  instaurando de forma halájica -takaná, ordenanza rabínica- que ese día sería fiesta para toda la comunidad judía de Egipto.

 La Meguilá de Purim Mitzaráim, en hebreo, aquí