Algunos de los rasgos distintivos de la Fiesta de Sukot entre los sefardíes.
Algunos judíos de claros orígenes sefardíes viven en la diáspora de una forma doblemente asimilada: por un lado, y por diferentes razones, alejados del mismo judaísmo en sí; y por otro, asimilados a las costumbres askenazíes ; poco a poco van olvidando sus propios rasgos distintivos, las peculiaridades que fueron conformando a lo largo de los siglos la idiosincrasia del sefardismo en sí. Por ejemplo, muchos sefardíes de hoy ignoran que un sefardí no se coloca el tefilín durante los días de Jol Ha´Moed -los días intermedios de fiesta entre el primer y último día de Pésaj y Sukot.
Sukot es una fiesta que, como todas las demás, tiene su características. Aunque esas mismas carctrísticas pueden variar entre lo que se dio en llamar, en función del rito y no de la geografía, sefardíes occidentales y orientales.
Vayamos por partes. Primero, la Suká. Puesto que la fiesta de Sukot tiene un carácter histórico, teológico y agrícola, esta fiesta también se llama Jag Ha´Asif, Fiesta de la Cosecha, es decir, una festividad íntimamente relacionada con los frutos de la tierra, que también son obra del Creador. Es así que los sirios decoran sus Sucot (cabañas) con las Siete Especies del Judaísmo (cebada, trigo, granadas, dátiles, higos, aceitunas, uvas) Los sefardíes ladino-parlantes , además de las frutas -que aparecen por doquier en todas las comunidades sefardíes y no sólo en fiestas- preparan «biscosho» (bizcocho) , que no son los bizcochos actuales, esponjosos y leudados con aromas y coberturas de distintos sabores, sino una especie de galletas circulares con un agujero en medio y decordas con semillas de sésamo. Otros las hacen en forma Maguén David. En la tradición de Siria hacen algo muy parecido que llaman kahk. En la de Marruecos también es muy popular la Pastilla por llevar frutos.
Las comunidades ibéricas, por su parte, también incluyen entre sus frutas las ciruelas y los árandanos. Los marroquíes no sólo decoran con frutas, sino también cuelgan de las paredes alfombras y ponen una silla especial para el Profeta Elías. Cuando termina la fiesta, se retiran, porque la suká será quemada por los niños.
El lulav: además de lo preceptivo y regular, en la tradición sefardí de Marruecos se le suelen añadir cintas de seda y unas campanillas. Algunos , al terminar la fiesta, lo dejan en un jarrón como incentivador de la buena suerte, y otros lo ponen sobre el Hejal de la sinagoga hasta Pesaj, que es cuando será usado como «escoba» cuando se busque el último ápice de jametz. Esto lo hacen todos, sirios, ladino-parlantes, magrebíes.
El etrog: Tras la fiesta, los sirios preparan una confitura con esta fruta. Las comunidades ladino-parlantes lo conservarán mientras dure su aroma para usarlo como perfume en la ceremonia de Havdalá.
Hosana Rabá: El último día de Sukot, los sefardíes no duermen, estudian el Deuteronomio, leen los Salmos , y el Zohar, la obra cumbre del misticismo judío.
Simjat Torá: la fiesta de la alegría de La Torá tiene especial incidencia en el mundo infantil para todos los sefardíes, pues ese día son niños los que suben a La Torá. Tras esto, los sirios les reparten «melebes», un tipo de almendras. La comunidad marroquí , además, hace que los niños porten velas durantes las Hakafot (las vueltas que se dan ala Tevá)