
Noticia de uno de los casi 300 autos de fe de la Inqusición en la diócesis de Toledo a través de las investigaciones de Fidel Fita.
En 1887, el jesuita, filólogo e historiador Fidel Fita Colomé, fue elegido Académico de Número de la Real Academia Española de la Historia; a partir de entonces fue un gran dinamizador de su Boletín de Historia, en el que publicó gran parte de su producción historiográfica. Uno de esos textos fue «La inquisición toledana. Relación contemporánea de los autos y autillos que celebró desde el año 1485 hasta el de 1501» Es de ese texto donde tenemos conocimiento, entre otros, del Auto de Fe que perpetró el tribunal toledano de la Inquisición el 22 de febrero de 1501, lunes de Carnaval.

Según lo allí constatado, ese día sacaron a quemar a 38 hombres, todos ellos naturales de Herrera y de la Puebla de Alcocer. Esta localidad, muy antigua, hoy pertenece a la comarca de La Siberia, provincia de Badajoz, Extremadura, pero en 1214 -tras la batalla de Las Navas de Tolosa- Rodrigo Jiménez de la rada, obispo de Toledo, tomó posesión de tierras en la vertiente sur de los Montes de Toledo, donde se encontraba Peña Alcocer. Luego, vendió parte al rey Fernando III, que lo vendió a la ciudad de Toledo Luego, al recibir la Carta Puebla en 1288 la localidad cambió el nombre a Puebla de Alcocer. Que en la villa hubo aljama lo demuestra un documento, a fecha 28 de febrero de 1334, conservado en el Archivo Histórico de la Nobleza, por el Ducado de Béjar; en ese documento la villa trata de los viñedos de la comunidad hebrea. Al final de dicho documento aparecen, en hebreo, los nombres de los propietarios de esos viñedos.

Herrera del Duque (del Duque de Béjar desde 1518) hoy también pertenece a la provincia de Badajoz, pero también en la Edad Media perteneció a la comarca llamada entonces de los Montes de Toledo, capital de La Siberia Norte. Ambas localidades , por cercanía y señorío siempre fueron juntas en todo.
En el texto de Fita se dice que una de las personas acosadas por la Inquisición en la localidad de Herrera era una moza de 15 años, (…) la cual por consejo de su padre y de un tío suyo dezía que fablava con ella el mexías, y la subía al çielo, y veya allá á todos a los que avían quemado, que estavan asentados en sillas de oro, y que tuviesen esperança, que presto vernía el mexías y los llevaría á la tierra de promissión»
Al parecer, era famosa y mucha gente iba a verla «profetizar». Ella a cambio del espectáculo recibía dádivas y admitió que lo hacía porque su padre y su tío la obligaban. Puesto que admitió los hechos y pidio que la hicieran cristiana, a este muchacha no la quemaron, pero los que fueron a verla y fueron denunciados perdieron no sólo la hacienda sino también la vida.
Al día siguiente, martes de Carnaval, se perpetró otro Auto en el mismo lugar. Esta vez fue el turno de 67 mujeres de la villa de Chillón, en Córdoba, condenadas por haberse dejado engañar por la muchacha de Herrera.
El siguiente auto due el martes de Pasión , 30 de marzo de 1501, donde ardieron seis hombres y tres mujeres de Puebla de Alcocer, por judaizantes.
Fidel Fita termina su texto con esta conclusión:
Estos procesos, de los cuales no pocos están descabalados, representan una parte mínima de los que, al cerrarse el siglo XV, atesoraba el archivo de la Inquisición de Toledo. No llegan á trescientos; y sin embargo, la Relación del Anónimo, que transcribió y nos legó Sebastián de Orozco, nos ha hecho presenciar en un solo autillo de fe, el del 10 de Marzo de 1487, nada menos que el desfile de mil y doscientos penitenciados, ó procesados de antemano y juzgados. Lo poquísimo que nos queda, si se diese á luz con fidelidad y examinase críticamente ¡cuánto interesaría á la Historia!