Notas sobre el principal camposanto hebreo en la ciudad de Toledo
Los cementerios son la presencia de la ausencia. Esta aparente paradoja lo que quiere decir es que, para el historiador, el estudio de los cementerios es equivalente al estudio de los archivos, pues en las lápidas quedan restos físicos -arqueológicos- de cuyos nombres, fechas y muchoas más cosas, se pueden extraer árboles genealógicos de seres que quizás nunca entraron en los archivos de los notarios. Cuando hablamos de cementerios, también tenemos que hablar de la ciudad en la que se ubican, pues por ejemplo en el caso de Toledo la populación judía fue tan larga en el tiempo y tan importante en el número que no podemos pensar que hubo sólo un cementerio judío.
El cementerio judío del Cerro de la Horca, por ejemplo, es el que estaba en uso en el S XIII. Excavado ya por Amador de los Ríos en 1916, cayó en el olvido por la muerte de estre historiador; luego fue excavado por el arqueólogo Arturo Ruiz Taboada entre 2008 y 2009. Presenta los restos de 107 tumbas que fueron descubiertas casualmente, cuando se intentaba agrandar un instituto de enseñanza secundaria, el Azarquiel, a unos dos kms al norte de la judería. Toda esa zona fue en su tiempo donde las distintas religiones enterraron a sus difuntos, empezando por los romanos. En lo tocante al cementerio de los hebreos hoy está bajo los cimientos y terrenos del colegio de Nuestra Señora de los Infantes, el Parque de las Tres Culturas o el IES María Pacheco.
Puesto que la apertura de una tumba judía, según el judaísmo, impide a la persona enterrada participar del Juicio Final, un grupo de rabinos ultraortodoxos de Nueva York y de Israel solicitó a kas autoridades que se detuviera la profanación y se paralizara la excavación. La Federación de Comunidades Judías de España redactó entonces un protocolo de actuación para aplicar en estos casos. La solución fue la re-inhumación de los restos bajo una estricta supervisión rabínica, -un rabino debe declarar la zona como cementerio hebreo. En el lugar hay una inscripción en hebreo y español que reza :
«ten compasión de todas las almas de las personas sepultadas aquí, el Rey Supremo con su infinita misericordia las proteja y queden apegadas a la vida eterna, descansen en paz, y diremos amen»
Según estudió Fco Cantera Burgos, el principal Onsario de los Judíos deja un rastro en el Archivo Histórico Provincial a causa de una fallida venta de piedras del cementerio que se lleva a cabo en 1508 por un alcalde que firma con el nombre de Alfonso Azafrán . El comprador, el arquitecto Enrique Egeas, para reutilizarlas en la construcción de un monasterio: San Juan de los Reyes. Pero a Egea no le parecieron piedras de calidad y desestimó la posibilidad de comprarlas. Se las vio y deseó para recuperar los casi 30.000 maravedíes que adelantó por ellas. Fueron a juicio pero seis meses después seguía sin recuperar el dinero. Y queda claro que parte de la piedra fue usada de verdad para la cimentación de las celdas de los frailes.
El cementerio todavía se conservaba en parte en 1576. Poco a poco fueron desapareciendo las lápidas – la piedra era carísima y a todo el mundo entonces le parecía que debía ser reutilizable, sin escrúpulo alguno si su origen era la lápida de un hebreo.
Bibliografía:
- La gestión de los cementerios históricos en el marco del planeamiento contemporáneo: la necrópolis judía de Toledo. Arturo Ruiz Taboada, Revista MEAH, 2019
- Revista «Sefarad», I, 1971