EL ESCÁNDALO DE PICHÓN EL ALMOJARIFE

Historia de un  judío  de Sevilla, almojarife de dos reyes castellanos, que acabó muy mal poco antes de la matanza de 1391.


Enrique II

El almojarifazgo, en la Edad Media, era el nombre de un impuesto aduanero, un arancel de nuestro tiempo, que en Castilla cobraban altos funcionarios burocráticos de la hacienda pública, llamados almojarifes. Durante toda la Baja Edad Medi, a este puesto de tesorero real estaba ocupado siempre por judíos, tanto en Castilla como en Aragón;  reportaba a quien lo ejercía  no sólo grandes  ganancias económicas,  sino también el  derecho a anteponer a su  nombre el «Don.»

  Famosos fueron como tal Ruy Capón, almojarife de la reina Urraca, en el S XI;  o ya en el S XIII,  Abraham Barchilón o  Zulema (Salomón) y su hijo Isaac, quien en 1278 fue condenado a la horca por un desvío de fondos:  como dijo el poeta judío Todros el Joven -(…) de todas partes llovían los regalos, cohechos numerosos, sobornos incontables»   

Enrique II de Castilla, alias el Fatricida, primer monarca  castellano de la Casa de Trastámara, conde de Noreña (Asturias) y señor de Lemos y Sarria (Galicia), era hijo ilegítimo de Alfonso XI y su amante, Leonor de Guzmán; ascendió al trono tras asesinar a su hermanastro, Pedro -para unos alias  El Cruel, para otros alias el Justiciero. Don Pedro, que era por quien tomaron partido los hebreos,  era el heredero legítimo del reino. Cuando Enrique fue a matarlo, en el castillo de Montiel,  dicen que dijo : «¿Dónde está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?» Sin embargo, a pesar de esta inquina, luego Enrique protegió -por su propio interés económico- a los judíos.  Y como almojarife de su reino castellano tenía a un judío  sevillano llamado Yosef Pichón.

c/ Susona, en (donde antaño estuvo) la judería de Sevilla

Pichón recibió el cargo de almojarife en 1369, diez años antes de que muriera envenenado Enrique II. Diez años antes de que el mismo Pichón muriera de la manera que veremos pronto. Como tesorero real de todo el arzobispado de Sevilla, Pichón se enriqueció muy ostensiblemente y empezó a vivir  en una suntuosa casa  cuyo solar hoy es ocupado por el Palacio de Altamira; hoy, el lugar pertenece al Barrio de S. Bartolomé, pero entonces era parte de la aljama judía, en las cercanías de  la Puerta de La Carne. La casa de Pichón, en tiempos de los almohades, había sido  mezquita, luego vivienda, también residencia de Samuel Abravanel, que la compró tras la muerte de Pichón. Tras  lo de 1492 pasó por diferentes manos y tantas mismas reconstrucciones :  los Stúñiga, los Condes de Plasencia, los Duques de Béjar y de Plasencia, hasta que quedó en manos de los  condes de Altamira, por lo cual lleva hoy ese nombre.

Palacio de Altamira, hoy sede de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía

Pichón  no era trigo limpio. Y prácticamente todo el mundo, tanto cristianos como judíos, le destestaban. Era im hombre corrupto que además hacia ostentación de su oscura riqueza.  Fue denunciado por la comunidad judía sevillana y encarcelado por orden de Enrique II. Salió libre,   sin embargo,  a los veinte días,  bajo fianza de 40.000 doblones, que es suma significativa pero que para alguien tan rico tampoco era mucho problema. Tras la libertad, fue rehabilitado en sus  funciones como «ministro de Economía y Hacienda» , a pesar de la indignación popular.  Y entonces, al poco tiempo, Enrique II muere -hay crónicas que dicen que envenenado-  en Sto. Domingo de la Calzada, en cuya catedral están sepultadas sus entrañas;  el cuerpo,  primero,  en la de Burgos; luego,  en la de  Valladolid y,  finalmente,  en la de Toledo. Era el año de 1379 (poco antes de la decisiva matanza general de 1391)

Pichón, en tanto que alto funcionario real y en tanto que debía el favor de  su fortuna al rey muerto,  partió hacia  Burgos, con otros judíos sevillanos, para asistir tanto a los funerales del monarca como a la coronación del nuevo rey:  el hijo de Enrique, Juan I, de 21 años de edad.

Fue entonces cuando algunos miembros  de esa delegación de judíos sevillanos decidieron hablar seriamente  con el nuevo monarca para decirle que entre sus hombres había un malsín. ( Este término deriva del hebreo «lashon» -lengua- y hace referencia a un delator, un traidor lenguaraz. Según la justicia hebrea del momento en cuestión, ser declarado malsín era un hecho punible por el Derecho Hebreo, y estaba penado  ni más ni menos que con la pena de muerte, que la justicia hebrea podía aplicar sólo pidiendo al rey una albalá, una bula,  una cédula real para aprobar la condena a muerte de los malsines.  Y el rey, joven e inexperto,  concedió la albalá.

Seguidamente,  se fueron a buscar al verdugo, Fernán Martín; al alba  del 21 de agosto de  1379, acompañados por Solomon Zulema -rabino mayor de la diócesis de Toledo-  y Don Zag (Isaac) fueron a la casa donde se hospedaba,  en Burgos,  D. Yosef  Pichón, que aún dormía. Cuando abrió la puerta, sin más, fue degollado por Fernán Martín.

Cuando el rey se enteró, mandó ejecutar en plaza pública a Zulema a Zag y al rabino mayor de Burgos. Y además, retiró a la comunidad judía la potestad de aplicar justicia de sangre. 

El escándalo, que fue mayúsculo,  fue aprovechado por el Arcediano de Ecija, Ferrán Mártínez,  para inflar sus soflamas antisemitas, que acabarían por  provocar la matanza de 1391, con la consiguiente  emigración de la mayor parte de los judíos sevillanos que quedaron vivos o la conversión en masa -sincera o no.

 

Bibliografía Básica:

  • Jewish Encyclopedia, I Singer y Meyer Kaserling
  • Crónica de d. Juan II, varios autores
  • Historia de los Judíos, Amador de los Ríos, Madrid,  1848, Ugoiti Editores, 2013