Un maravilloso hallazgo del pasado sefardí en la isla de Sicilia, que enriquece la historia del sefardismo de punta a punta del Mediterráneo.
La pequeña localidad siciliana de Agira, en la provincia de Enna, no se asusta de la antigüedad: fue la colonia griega de Aguirion, allá por el S IV aec, según cuenta un nativo del lugar: el historiador Diodoro Sículo. Romana, normanda, bizantina, sarracena, en la Edad Media estuvo en manos de nobles de la casa germana de Hohenstaufen y de la francesa d´ Anjou, hasta que fue parte de la Corona de Aragón en el S XIII, bajo el reinado de Pedro El Grande, Pedro III, hijo de Jaime I El Conquistador y su esposa Violante. ( En 1442, Alfonso V El Magnánimo conquista Nápoles , que se independizó, pero Sicilia siguió unida a Aragón. Fernando II el Católico recuperó Nápoles en 1504, pero mantuvo dos virreinatos diferentes, uno para Sicilia y otro para Nápoles.)
Y es de esta dilatada gobernación aragonesa por la cual una de las reliquias de la judería siciliana, el Hejal de Agira, está construido en el estilo que el convencionalismo de la Historia del Arte llama gótico catalán. Recordemos que en aquellos tiempos los condados catalanes pertenecían a la Corona de Aragón. Y es el escudo de esta Corona hispánica el que aparece enmarcado en el rombo heráldico, en clarísima referencia a los judíos hispano-hebreos de Aragón que salieron por los puertos del Mediterráneo hasta desembarcar, entre otros puertos, en Sicilia.
Como explica el historiador Nicolò Bucaria en Ebrei e Sicilia ( Flaccovio editore, Palermo 2002) quizás el mayor expertos de la cultura judía en Sicilia, este magnífico hejal medieval tiene la distinción de ser, hoy por hoy, el más antiguo de Europa. Además, también tiene la característica de haber sido construido en piedra en lugar de la madera , hoy más habitual. De hecho, subraya Bucaria, desde la Edad Media comenzaron a construir los hejalím en mampostería. El uso de la madera sería posterior, de la época del Barroco.
El artefacto quedó sumido en un sueño dentro del oratorio de la Santa Cruz, el cual fue levantado sobre una sinagoga antigua tras la expulsión de los judíos de Sicilia. En la década de los años ´40 del siglo anterior, un estudiante recuperó datos de un erudito eclesiástico de 1910 que contaba la historia. Pero con la guerra y la despoblación se cerró el oratorio y no será hasta 1990 cuando los historiadores del arte se atrevan a afirmar con argumentos que se trata de un hejal de una sinagoga,quizás de la misma sinagoga sobre la cual se construyó el oratorio, quizás traído de otra sinagoga siciliana. Sea como sea, la obra fue realizada en el año hebreo de 5214, que se corresponde con el año gregoriano de 1454. La inscripción en hebreo es un versículo de Isaías, «Casa de Jacob, ven, caminemos en la luz del Señor», que es el mismo versículo que aparece también tallado en la Sinagoga de Gerona.
Algunos clérigos malintencionados del S XVIII llegaron a decir que en Sicilia jamás había habido judíos pero es más que probable que en Sicilia hubiera asentamiento judío desde tiempos romanos, incluso anterior, ya en tiempos de los griegos. Los primeros testimonios de su existencia son de cartas enviadas desde Siracusa al Ha´Rambám, solicitando instrucciones rituales, es decir, no basta con destruir las pruebas en poder cristiano, sino recordar , para no hacer el ridículo, que también quedan las indestructibles pruebas hebreas. En 1890, los hermanos Bartolomeo y Giuseppe Lagumina, autores de un estudio titulado el Código Diplomático de los Judios en Sicilia, demostraron que en 1489, entre las 43 comunidades judías del reino de Sicilia, también estaba la de Agira. Sin embargo, la sinagoga local se perdió en la memoria, precisamente porque se transformó, quizás poco después de la expulsión, en el oratorio cristiano de Santa Croce, ahora reducido a una ruina. Una ruina donde permanece en pie el Hejal, orientado hacia Jerusalén, hacia la eternidad.