LA ALJAMA DE MONZÓN

Monzón, en la provincia aragonesa de Huesca, tiene un pasado judío que nunca debiéramos  olvidar.


No hay documentación que atestigüe asentamiento en Hebreo en Monzón  para la época romana, pero lo más lógico es que lo hubiera, pues  la villa está situada en un lugar estratégico: a la misma distancia de Barcino (Barcelona) que de Caesaraugusta (Zaragoza) y ,además, en la calzada romana que iba de Caesaraugusta  a  Tarraco (Tarragona) , que pasaba por Ilerda (Lérida) y Osca (Huesca) El mismo trazo que la carretera nacional de nuestro días entre estas poblaciones.

Tampoco sabemos nada de judíos montisonenses  en la época visigótica, ni en la posterior invasión musulmana, que duró hasta que El Cid Campeador  tomó la plaza en el año de 1083 y fue reconquistada por el rey Pedro I en 1089, haciéndose con su castillo.

Al socaire de ese castillo se fue levantando la llamada calle de los judíos, que luego se extendería por calles adyacentes.  En las casas de esas calles habitaron los judíos que nos dan el primer testimonio de vida judía en Monzón: en el año 4492 -o de 1232 para la cristiandad- los judíos montisonenses se unieron al resto de aljamas aragonesas en el anatema contra el rabino r. Shlomó de Montpellier, al otro lado de los Pirineos,  pues éste rabino había decretado un jérem -un ostracismo hebreo- a quien osara leer y estudiar el Mishné Torá de Ha´Rambám; le acusaba, ni más ni menos, que de ir en contra de la religión hebrea. (Por extraño que parezca incluso hoy en día hay quien no dispone de afecto alguno a Maimónides, el sabio de El Cairo )

Habrá que esperar a 1260 para encontrar más papeles que hablen de judíos en esta localidad. En esa fecha, consiguen que el rey  Jaime I El Conquistador les autorice a reclamar las deudas que algunos cristianos habían contraído. Pero en vez de recuperar lo que les correspondía en el trato -los sueldos adeudados- lo que consiguieron fue que se generara contra ellos una revuelta donde se amenazaba con asolar la judería. Un capitán templario intentó apaciguar los ánimos, pero fue en vano: los que adeudaban pero no querían pagar, ni aunque fuera por decreto real, entraron en la judería, sacaron a un sastre de su puesto de trabajo para anunciar que no iban a permitir ni un sólo artesano judío trabajar y en la reyerta hirieron e incluso mataron a los judíos que se quisieron defender.

Hay que decir que la aljama de Monzón vivía muy bien. Lo sabemos si comparamos sus tributos fiscales de 1271:  4.000 sueldos , cifra muy elevada , si tenemos en cuenta que Huesca pagó 4.500 sueldos, Calatayud 8.000 y Zaragoza 9.000. Y además, como cuenta Lascorz,  (…) El 3 de noviembre de 1282, el infante Alfonso, lugarteniente por ausencia de Pedro el Grande, para hacer frente a una difícil situación, se vio obligado a pedir a las aljamas judías de los tres reinos una ayuda pecuniaria por un importe total de 200.000 sueldos barceloneses. La aljama de Barcelona, según parecen sugerir los documentos, pretendía obligar a la de Monzón a contribuir en alguna forma no corriente (indebite). Ante ello, el Consejo del Infante mandó expedir una carta a los judíos barceloneses, el 4 de enero de 1283, en la que ordenaba no forzaran a los de Monzón a pagar en dicha forma.»

Poco después, en 1288, estalló otro conflicto. Pero esta vez con los judíos de la cercana población de Barbastro. El motivo, en esta ocasión, el vino, entonces bebida diaria en las comidas,  por su aporte calórico, lo que supone ser un producto altamente comercial. Y por supuesto, por su uso religioso entre los hebreos. Y de aquí nace el conflicto: los de Monzón consideraban que el vino de Barbastro no era casual y  por tanto boicoteaban su compra, ni siquiera regalado estarían dispuestos a probar una sola gota. Alfonso III intervino pidiendo a los de Monzón desistieran con el boicot o de lo contrario tendrían que sufrir las consecuencias de algún tipo de represalia.

La judería creció al empezar el S XIV, con la llegada de los judíos que habían sido expulsados de Francia por decreto de Felipe IV. Los que se quedaron en Monzón eran judíos de  Beziers. Tres años después, en 1309, fue tomada la fortaleza de los templarios, por lo cual la judería se vio afectadísima.  El castillo pasó a manos de la Orden de S. Juan de Jerusalén. Poco después les sobrevino otro contratiempo, pero al menos no mortal.

En 1320 una banda de facinerosos franceses decidió lanzarse a la cruzada de arrasar la morería de Granada -los Pastorellos- y asolaron hasta límites insospechados la  cercana  judería de Monclús. Los de Monzón los enterraron, pero fueron acusados de haber destruido un puente -cosas de la seguridad de los caminos- y de haber talado muchísimos árboles.

Refugiados en el castillo se pudieron también salvar de las revueltas y pogromos de 1348 por el estallido de la peste negra.

A finales de siglo, con el pogromo que acabó con tantas juderías entre Sevilla y Barcelona, los judíos de Monzón no sufrieron sus consecuencias, a diferencia de otras aljamas de la corona de Aragón, como Valencia o la misma Barcelona. Tampoco tras estos graves disturbios hubo conversiones masivas,un fenómeno que sólo afectó a  familias acaudaladas y tras la Disputa de Tortosa.  De hecho  los judíos de otras aljamas que no optaron por conversión, como la de Barbastro pasaron a vivir en Monzón.

Con la expulsión, setenta y cuatro familias pasaron a Francia por Perpignan, y el resto, en número indeterminado, embarcaron en Tarragona, bien hacia Argelia y Túnez, bien hacia Italia, desde donde hará dos tendencias, la conversión y el regreso, o continuar hasta el Imperio Otomano. Algunos de ellos fueron famosos, como el rabino Abraham Monzón, del S XVIII, tetuaní que vivió en Argel y Orán, para acabar en El Cairo.

En el año 2015, el Ayuntamiento de Monzón ha señalizado la antigua judería de la localidad con siete tótems y 27 placas de cerámica, en español, inglés y hebreo. No tardaron en ser vandalizadas.