
La capital de la provincia de Soria tuvo una gran judería, hoy totalmente perdida, en la que encontramos grandes nombres de judíos.
Soria, capital de la provincia homónima, en el oriente de Castilla, siempre ha sido un paraje estratégico, no sólo desde el punto de vista geo-político -que se lo digan a los romanos, a los visigodos y a los musulmanes- sino también importante plaza comercial, cultural e histórica, en medio de un círculo de localidades de importancia: Tarazona, Tudela, Calahorra, Logroño, Miranda de Ebro, Burgos, Aranda de Duero, Medinaceli, Calatayud. Así, pues, se dan en Soria todos los factores para que tuviera también una gran judería y, además, nombres importantes para el judaísmo.
Al este de la ciudad, sobre un cerro que mira al Río Duero, había un castro celtíbero, sobre el cual se asentaron los suevos y una pequeña guarnición romana; sobre este lugar, los musulmanes construyeron una atalaya que, luego, con la Reconquista de Alfonso I, se fue convirtiendo en castillo con el hijo de éste, Alfonso VII ( y ya a fines del S XIII, con Sancho IV)
Dentro de este recinto amurallado había dos aljamas, que dinamizaban la vida comercial de Soria básicamente con la industria de la lana de oveja merina. Este entonces importantísimo producto se llevaba bien lavado con agua del río a Burgos -La Ruta de Lana- desde donde se distribuía hasta llevarlo a puertos del Cantábrico -Laredo o Castro Urdiales. Desde allí se colocaba a buen precio en Amberes, compitiendo con la lana inglesa. (Cuando tras lo de 1492 muchos judíos castellano-aragoneses se refugien en los territorios del Imperio Otomano, el sultán concederá a esos judíos, asentados en Tesalónica, el monopolio de la industria de la lana de ovejas macedonias, que reactivaron con las artes aprendidas en las aljamas ibéricas y las regulaciones del Honrado Concejo de la Mesta ) Aún hoy en día, a pocos metros del cerro del castillo, se puede visitar el Lavadero de la Lana en Soria, junto a la ribera del Duero. Es el único edificio que queda, pero había tres, por si queda alguna duda del tamaño de esa industria en Soria.
La fecha de la fundación de la comunidad judía de Soria no se conoce; la primera huella documental que tenemos a nuestro alcance es 1120, en el llamado Fuero Breve, otorgado a Soria por Alfonso I, con lo cual hay dos opciones: o hubo una repoblación judía o hubo una comunidad ya asentada previamente a la concesión del fuero. Estaríamos hablando de unas cincuenta familias, en principio,
» (…) los corredores, los encargados de vender y comerciar con objetos y bienes del concejo, serían nombrados por el juez y los alcaldes bien entre los cristianos o bien entre los judíos (Cap. XI, arts. 109-112)»
La Aljama judía de Soria llegaría a ser una de las las diez aljamas mayores del reino de Castilla durante el Siglo XV -según deducimos del Censo de Huete, donde constan los tributos de las comunidades judías a fines del S XIII- estaríamos hablando de algo más de mil personas con obligaciones fiscales. (También había población flotante y exentos de carga tributaria) Eran tantos -para las censos de entonces- que había dos juderías primero, alrededor del castillo; luego, junto a la Plaza Mayor, donde tenía lugar el comercio, el prestamismo, etc. La calle que hoy llaman del Teatro, la que lleva a la Plaza Mayor, se llamó la Calle de la Judería hasta hace relativamente poco. En esa calle es donde la tradición sitúa la aún no identificada Sinagoga Mayor.
En una ladera del monte Oria, a mediados del siglo pasado, reforestando la zona, aparecieron varias tumbas antropomórficas con cabecera oval y, entre todos aquellos restos, una lápida a nombre de (A)braham Setabi , conservada en el Museo Numantino de la ciudad de Soria. El adjetivo Setabi hace referencia a un setabense, a un habitante de la aljama de Játiva/Xativa, en el Antiguo Reino de Valencia, repoblado con judíos aragoneses. En el dibujo se aprecia la epigrafía, pero la foto del artefacto real es la siguiente.
No obstante el Censo e Huete, el historiador Luís Suárez sostiene que en los repartimientos del “Servicio de los castellanos de oro” entre 1486 y 1490 -un impuesto especial para sufragar la guerra de Granada- los judíos sorianos aportaron la nada despreciable cantidad de 100.000 maravedíes anuales, lo que nos hace calcular unas 300 familias en la aljama de Soria en las fechas inmediatamente anteriores a la expulsión de 1492.

Muchos de los judíos sorianos que pagaron esos tributos nos son conocidos porque fueron personajes relevantes para la historia del propio reino de Castilla y para el desarrollo del judaísmo hispano-rabínico. (Desconocemos si había judíos karaítas en Soria, aunque el único foco al que quedaron reducidos fue Carrión de los Condes) Rabino soriano conocido en la segunda mitad del S XII fue r Yaakov Ha´Kohén, cuyo nombre, tan profuso, dificulta mucho investigar su rastro.
También de fines del S XIII es Shem Tov Ibn Abraham Ha´Gaón. Por el nombre, queda claro que fue hijo de uno de los últimos gaones de Babilonia, de los que tras el cierre de las yeshivot de Sura y Pumbedita recalaron en la Península Ibérica. Nacido en Segovia, pero radicado en Soria, colaboró en la elaboración de las iluminaciones y miniaturas de la famosa HAGADÁ DE SARAJEVO, pues en Soria parece ser que hubo un destacado taller editorial, conocido como la Escuela Soriana de Miniaturistas. Luego, en 1313 emigró a Eretz Israel, concretamente a Tsfat (en La Galilea) En Soria escribió un comentario kabalístico sobre Maimónides, su máxima influencia, pero casi todas sus obras las escribió en Tsfat.
Samuel Ibn Shoshàn, miembro de la prominente familia de los Ibn Shoshán de Toledo -almojarifes de los reyes- era un gran prestamista en Soria (quizás incluso soriano de nacimiento) Cuando el conflicto bélico entre los hermanastros Pedro I y Enqrique de Trastámara, al igual que todos los judíos, se puso de parte del rey Pedro –el fil de puta judeo, que le decía Enrique- y tuvo que salir huyendo de Soria cuando Enrique asesinó su hermano y se hizo con el trono.
Uno de los más ilustres judíos sorianos fue r. Yosef Albo, talmudista ya del S XV, aunque nacido en el pueblo de Monreal del Campo, Zaragoza (donde estudió) se mudó a Soria en 1415 para escribir un libro que resumiera los principios del judaísmo y facilitar a los judíos no ser víctima de la asimilación al cristianismo o, peor aún, a la conversión, pues eso minaría la existencia del judaísmo.
Más judíos sorianos conocidos: rabi Shlomo Bar, discípulo de uno de los mayores mekubalím de la época, rabi Yona, creador de una rama de Kabalá. La ciencia mística de La Kabalá tuvo especial predicamento en Soria, con figuras como los hermanos Cohen , Isaac Chicatella y el ya citado Yaakov Cohen, del S XIII, aunque en su madurez partieron hacia la Provenza.
Tras las matanzas generales de 1391 -que no sabemos cómo afectaron a la aljama de Soria- hubo un resurgir de la prosperidad debido, más que nada, al trabajo de Abraham Benviniste, que nació en Soria en 1406, y que junto a D. Alvaro de Luna, se encargó de la administración económica del rey Juan II -padre de Isabel la Católica. Para este rey, favorable a los judíos, figura como recaudador de impuestos hacia 1430. Posteriormente, benveniste fue nombrado rabino mayor de Castilla, siendo responsable de las takanot (ordenanzas) de Valladolid, con las que se seguía impulsando que los judíos no se convirtieran al cristianismo. Murió en Toledo en 1454.
La decadencia llega después, cuando unos años más tarde, en 1479, con la Guerra de Sucesión de Castilla, produciéndose revueltas antijudías con la excusa de la usura de prestamistas judíos de Soria. En 1487 pierden el favor de estar protegidos por la muralla del castillo, aunque no expulsados de la ladera del monte, donde permanecen hasta 1492, que es cuando empieza la decadencia económica de la ciudad de Soria, antaño floreciente.
Bibliografía:
- Yitsjak Baer: Historia de los judíos de la España cristiana (en hebreo) Am Oved, Jerusalén, 1945
- Francisco Cantera Burgos, Revista Sefarad, Vol 16, CSIC, Madrid, 1956
- Guershom Sholem, Enciclopedia Judaica, 1909