Consiguen localizar la ubicación de una de las cárceles de la Inqusición en Córdoba-
Julián Hurtado de Molina -cronista oficial de Córdoba, dr. en Derecho y máster en Genealogía, Heráldica y Derecho Nobiliario, sabe mucho, obviamente, de judeoconversos. Recientemente ha publicado en Codex, boletín del Instituto Español de Ciencias Histórico-Jurídicas, un opúsculo en el que asegura haber logrado localizar el lugar donde se levantaba la llamada Casa de la Penitencia: la cárcel de La Inquisición para el confinamiento de los condenados cuya pena no fuera la pena capital. No por eso menos cruel, pues se tendía, por parte de los presos, al suicidio, a la muerte por negarse a comer, a perecer por contraer enfermedades contagiosas de largas agonías, los desequilibrios mentales derivados de todo ello, sin saber cuánto tiempo estarían en aquellos siniestros calabozos llenos de piojos, orines y miedo.
La sede central del Tribunal de la Santa Inquisición de Córdoba estuvo en el hoy llamado Alcázar de los Reinos Cristianos, donado por los monarcas castellano-aragoneses a la Orden de los Dominicos tras la conquista del reino nazarí de Granada. Aquí, hubo gente presa -y una maldición que hacía morir a ministros. Cuando te detenían, entrabas en la cárcel llamada secreta, con cubículos infames para máximo dos presos, en torno al gran patio central del ala occidental del Alcázar. Se llamaban secretas porque estabas condenado, atado con grilletes metálicos, oxidados, sujeto a la incomunicación durante meses.
Luego estaban las cárceles perpetuas, que eran un relativo alivio respecto a las secretas, las cuales, no en vano, anteriormente fueran palomares y estaban llenos de excrementos avícolas sumamente perniciosos para los pulmones . Y el mosca: un falso prisionero que a modo de espía es introducido en la celda con el reo a fin de entresacarle la verdad (algunos de ellos, prisioneros en sí mismos, capaces de traicionar a sus congéneres con tal de conseguir privilegios mientras estaban en su propio presidio) Evidentememte los actuales consorcios turísticos viviendo del judaísmo no te cuentan esto, no es comercial, no es «eso» de las tres culturas . Pero así eran las cosas.
Las cárceles perpetuas recibían también el nombre de cárceles de penitencia, donde se confinaban a los que al menos pagarían con tres años de privación de libertad, a no ser que el inquisidor general decidiera que se te debía imponer una pena de cuatro años más. Hacia los nueve años de presidio empezaban a pensar en tu liberación, si el inquisidor general lo tenía a bien. Estas cárceles se sacaron del Alcázar porque estamos hablando de un gran número de convictos y había que alquilar casas cercanas por el valor de 34 ducados al año.
Tras pesquisas en el Archivo Histórico Nacional, el dr. Hurtado de Molina ha conseguido ubicar la Casa de Penitencia de Córdoba, en un edificio junto a la catedral-mezquita, actual calle Luis de La Cerda, y que formaba parte de otras dos casas hoy desaparecidas.
El edificio, propiedad de un canónigo de la catedral -lo cual pudiera ser que fuera una casa expoliada a algún judío- fue vendida en 1552 a la Inquisición para que la usara como Casa de Penitencia a los condenados por herejía contra la fe católica. Tardaron un siglo en pagar el importe de la venta, de tan cara como era, pues está en pleno centro de la ciudad.