
La tradicional judería tunecina, que de tan antigua que es no se sabe ni cuándo se fundó.
La palabra Jara -tan malsonante y escatológica en hebreo- en Túnez significa cuatro y denomina a las juderías -como en francés, quartier, o en hebreo roba, designan barrio. Lo que en Marruecos llaman «melaj» (que significa, etimológicamente, sal -también en hebreo) Pero en Túnez, la jara tiene una leyenda digna de saberse:
Se desconoce a ciencia cierta cuándo llegaron los primeros judíos a Túnez -posiblemente en tiempos del esplendor de los mercaderes fenicios, que llegaban hasta Sfarad o quizás más tarde, con la Diáspora de Roma. Sea como fuera, hacia el siglo X d,e,c, Túnez, que aún no era la capital de la nación, ya tenía población judía. Pero al caer la noche, cuando para el hebreo empieza el día, no se podían quedar dentro de las murallas, sino que debían acampar extramuros, expuestos a bandidos y penurias.
Por aquel tiempo, imperaba en la ciudad un tal Sidi Mahrez, asesor del sultán, que era un conocido coleccionista de armas. La comunidad judía, en consejo con el rabino, decidió que debían poner fin a las pernoctas fuera del recinto amurallado. Y para ello, pusieron a los grandes orfebres judíos a labrar una daga increíblemente irresistible, ornada en oro y muchas piedras preciosas. Cuando la hubieron terminado, el rabino se la ofreció al sultán, diciéndole que allende los mares la habían encontrado y que era tan valiosa y hermosa que sólo él era digno de poseerla. Y que le habían dicho que un rey de Bizancio tenía una igual. El sultán ordenó a Sidi Mahrez hacerse con aquella daga que no pudo encontrar jamás. Cuando entendió lo que pasaba fue a hablar con el rabino para pedirle explicaciones; y el rabino le expuso la situación de indefensión nocturna extramuros. También le contó que habían elaborado una segunda daga y podía ofrecérsela al sultán como si fuera la del rey de Bizancio si lograba interceder por ellos para poder pernoctar dentro de las murallas. Mahrez comprendió, se subió al techo de su casa con un cayado y lo lanzó al aire: donde cayera el cayado sería el lugar donde residirían las cuatro familias judías, siempre y cuando vistieran de negro ( la chickla, la indumentaria judía , era amarilla en la realidad)
Para fines del S XVIII su población era de entre 10.000 y 20.000 personas que se dedicaban primordialmente a la exportación de granos, aceite y cueros, comprando a los corsarios productos como azúcar. Otros ocupaban cargos en el funcionariado público. Como en Fez, hubo un claro sentido de clase entre los judíos que llegaron desde Sfarad y los ya residentes de tiempo en Túnez.
La gran sinagoga de la Jara fue destruida en 1960. Fue construida en la Edad Media, aunque después muchas veces remozada. La última vez, durante los años de la Primera Guerra Mundial, se le agregaron yeserías de estilo moro.
Otra sinagoga, Or Torá, permanece en pie, aunque no en uso. Fue construida en los años ´30 por arquitectos franceses.
Aunque la Jara nunca tuvo unos límites definidos, el lugar hoy es el barrio de Hafsia, y en 20016 se realizó una exposición fotográfica que recordaba su pasado, a la vez que explicaba hechos de la judería tunecina, como la llegada de sefardíes en el SXIX que no estuvieron sujetos a la administración del bey de turno. La Jara vio mermadas sus condiciones higiénicas y los judíos fueron trasladándose a otras zonas, mientras la vieja judería se iba degradando y convirtiendo en un lugar en muy malas condiciones, hasta que luego fuera arreglado.