Historia de dos edificios que en realidad son tres, claves para entender la importancia de la judería de Liorna, en La Toscana.
Doña Leonor Alvarez de Toledo, nació -como El Lazarillo– en Alba de Tormes, Salamanca, en 1523 (una generación después del Decreto de Granada en 1492) ; era hija de D. Pedro Alvarez de Toledo y, por tanto, y es mucho tanto, nieta de D Fadrique Alvarez de Toledo y Enriquez, II Duque de Alba. Los Enriquez eran una conocida y antigua familia judía: Paloma bat Gedalía , judía de Guadalcanal, Sevilla, casada con Fadrique, Primer Señor de Haro, fue madre del bisabuelo de Fernando El Católico. D. Pedro Alvarez de Toledo fue virrey de Nápoles (es decir, de la mitad de la Península Itálica en el S XVI) y su hija, Dña. Leonor se casó con Cosme de Médeci, Duque de Florencia. Tuvieron doce hijos (uno de ellos, Francisco, será padre de María de Médeci, reina de Francia filojudía) Pero el principal, al menos para este artículo, será Fernando de Médeci, Gran Duque, quien para sufragar los gastos de embellecimiento artístico de Pisa y Florencia ideó un plan: hacer del puerto de Livorno un puerto franco donde hubiera libertad religiosa para que se asentaran los judíos sefardíes de Pisa. De todo aquel comercio e impuestos derivados de los enlaces judíos entre Marsella y Túnez, Cádiz y Sevilla, gestionado todo desde Livorno, sale el dinero que paga la belleza florentina ( y de muchos lugares más, Lucca, Pisa, por ejemplo)
Gabriele Bedarida, cronista de los hebreos de Livorno –Gli Ebrei a Livorno- y miembro de la comunidad livornesa, dice que de Cádiz partieron unos dos mil judíos, que formarán el primer contingente de la ciudad, allá por 1590. Disfrutaron de una carta patente que les hacía ciudadanos de pleno derecho, asegurándoles dos cosas importantes: libertad de culto, algo que no conocían en la Península Ibérica, y exención de impuestos. Las leyes livorninas , ratificadas cada 25 años, hasta 1860, en que la ciudad pasa a ser parte del Reino de Italia.
Doña Leonor parece ser que educó muy bien al Gran Duque Fernando I de Médeci. Y los judíos rápidamente pusieron en marcha un engranaje de relaciones con los sefardíes de Amsterdam, Le Havre, Venecia, más tarde en Londres, así como en todo el Magreb, desde la costa atlántica a Alejandría. La rival de los Médeci no fue otra que Doña Gracia Nasi, alias «la Senyora» (también enfrentada a Bienvenida Abravanel) que acabó dejando Ferrara para expander su imperio desde el Mediterráneo Oriental: primero Constantinopla, con su sobrino como Duque de Naxos, y ambos, luego, desde Tiberias.
Esta creciente y próspera comunidad de judíos sefardíes en Livorno, a la par que por el esplendor económico creado , brillará , también, con el esplendor intelectual, ya que Livorno se convertirá en el epicentro editorial de la literatura hebrea , en paralelo a Amsterdam. Además, crearon una forma particular de comunicación entre sí, el bagitto, lengua criolla que al sustrato del dialecto livornés de la lengua toscana le agrega dos superestratos: el español y el hebreo. No sólo era un habla sino que también hay autores que compusieron obras literarias. Todavía en la ya mermada comunidad de Livorno hay abuelos que lo hablan.
Por supuesto, toda esta sociedad judía estaba vertebrada entorno a una sinagoga construida en 1603 y conocida como el Templo Maggiore ( es decir , había «minore») . Fue una de las más notorias y bellas de Europa, y por ella pasaron de visita muchísimos grandes nombres del sefardismo o pintores que dejaron en los lienzos testimonios de su solemne grandeza. Su arquitecto fue Pieroni, que era un pintor manierista y el arquitecto de cabecera de los Médeci. El hejal fue realizado en distintos colores de mármol de Carrara con una corona de plata en la que refulgía en medio un topacio. Del mismo modo se construyó la tevá; en el techo, estucos y decoraciones varias en dorados como era del gusto del barroco inicial. En 1742, tras un gran terremoto, se hicieron trabajos de refuerzo y se aprovechó para engrandecer la galería de las mujeres, que tenía 26 ms de ancho. En el siglo XIX también hicieron algunas remodelaciones, creando la fachada sur, después de haber tirado dos edificios colindantes.
Toda su belleza, incluida la incorpórea, fue destruida en 1944 por los bombardeos de los nazis: la ignominia que vino del norte. Sólo 700 judíos livorneses , de los miles y miles que había, pudieron sobrevivir a La Shoá.
Como bien pudieron, en 1962 consiguieron reconstruir su sinagoga en el mismo lugar donde estuviera la antigua, la plaza Elijah Benamozegh; fue hasta 1900, año de su fallecimiento, el rabino que se había hecho cargo de la comunidad livornesa durante 50 años.
Esta nueva sinagoga -la única construida en Italia tras la 2ª Guerra Mundial- es una construcción vanguardista , incluso audaz, pero muy original, toda ella en hormigón armado y con formas inspiradas en la Tienda del desierto tal cual consta en el Libro de El Exódo .
En el centro de la sinagoga , la tevá, fue construida con mármoles recuperados de la antigua sinagoga destruida; enfrente, el hejal, diseño de Angelo Scoccianti, obra que data de 1708 , y que no es de la sinagoga antigua, sino recuperada de la sinagoga de Pesaro. También hay un vitral de color rojo en memoria de las víctimas del Holocausto.
En el nivel inferior está el Oratorio Lampronti, donde tevá y hejal provienen del templo sefardí de Ferrara; por mayor confortabilidad, es lo que se usa en los días de invierno a diario.
Además, en Livorno es digno de visitarse el Museo Judío » Yeshivà Marini » , que se encuentra en el Oratorio Marini, un edificio neoclásico que desde el SXVIII era propiedad de la familia Marini; desde 1867 ha sido la sede de la cofradía Malbish Arumím (vestimenta social) ; durante el lapso de tiempo entre la construcción de las dos sinagogas, la antigua y la nueva, este oratorio fue el que reunió a los supervivientes del Holocausto. La pinacoteca del edificio fue el lugar en donde se guardó toda la utilería litúrgica de la sinagoga bombardeada por los nazis, por lo cual al final el oratorio se convirtió en museo.