LA SINAGOGA DE VIDIN

Historia de la que fue la segunda sinagoga más grande de los sefardíes de Bulgaria


La ciudad de Vidin, al noroeste de Bulgaria, en la ribera del Danubio haciendo frontera Rumanía, fue conquistada por el Imperio Otomano en el S XV, es decir, fue repoblada con refugiados sefardíes en las tierras de los sultanes. Esa primera comunidad fue destruida en el S XVI por Miguel El Valiente, príncipe de Valakia, pero a mediados del S XVII se reconstruyó la comunidad con un pequeño grupo de askenazíes a los que se unieron después otro grupo de sefardíes que se dedicaron principalmente al comercio y al préstamo. Ambos grupos se vieron obligados a abandonar la ciudad temporalmente cuando en el último cuarto de s XIX estalló la guerra entre rusos y otomanos.

Creado el Principado de Bulgaria, regresaron; se encontraron con que su sinagoga había sido destruida en el transcurso de la guerra; en 1894 construyeron una gran sinagoga en el estilo que entonces estaba en boga en todo el mundo: el neo-gótico. Desde 1950, con la emigración masiva de los judíos de la ciudad a Israel, la sinagoga -confiscada por el gobierno comunista de Bulgaria tras la Segunda Guerra Mundial,  pasó a ser usada como almacén municipal.  Durante la década de 1970, el Ministerio de Cultura y el Instituto Nacional de Monumentos desarrollaron un plan para restaurar el edificio y los primeros pasos para la recuperación del lugar se dieron en 1983, pero con  el colapso del régimen comunista se abandonó del proyecto. Eso ocurrió cuando los obreros habían quitado la techumbre, así que quedó a la intemperie durante más una década, hasta convertirse en una auténtica ruina.

El 9 de marzo de 2017, los propietarios de la sinagoga, la asociación judía  Shalom  decidió  en una reunión general donar el edificio al municipio de  Vidin.  Y es a partir de este punto de inflexión cuando se retoman los trabajos de reforma integral, con vistas a usar el edificio como un centro cultural multiconfesional. Pero el ayuntamiento ha tenido la deferencia de permitir que el segundo piso sea para uso exclusivo de la pequeñísima comunidad judía que permanece en la ciudad: apenas doce personas.