Un sitio arqueológico desconocido para la mayoría de los visitantes de Jerusalén y que enlaza el Templo de Herodes con los fundadores del sionismo político.
Har Ha´Tsofim -el monte de los miradores o en latín, Monte Scopus- es uno de los mejores lugares para ver amanecer en Jerusalén: desde al anfiteatro de la Universidad Hebrea, puedes mirar al oriente, al Desierto de Judea y a las montañas de Moab a la hora de la aurora ; y por el otro lado, como hicieron todos los que llegaban a Jerusalén desde el norte (o las legiones romanas antes de asediar a la Ciudad Santa, como dice Flavio Josefo) ves el crepúsculo sobre Har Ha´Bait con el mejor skyline de Jerusalén.
Pero en Har Ha´Tsofím hay muchas cosas más. Por ejemplo, junto al campus universitario – a la altura de la facultad de Derecho- se extiende el que fue el primer jardín botánico de Israel , creado en 1931; y dentro del parque mismo se encuentra una cueva de no poca importancia.
El lugar se descubrió cuando la familia británica de Grey Hill , en el otoño de 1902, decidió hacer unas obras en su residencia de verano en Jerusalén; lo que se descubrió fue una cueva con cinco habitáculos unidos entre sí por pasillos excavados en la roca. Y en esas salas, siete sarcófagos de la época del Segundo Templo. Es decir, la típica cueva funeraria de la época del Templo de Herodes. En uno de esos osarios -gluksamá en arameo- se encontró cincelada una inscripción en griego, con un final en hebreo, en la cual se informa que la persona que allí reposa es «Nicanor de Alejandría, el que hizo las puertas.»
En esos días, brotó en las excavaciones de Tel Guezer el cólera, y el director de la exacavación, Robert S Macalister, presidente de la fundación británica para la investigación arqueológica en Israel, pudo ir a Jerusalén a inspeccionar los hallazgos. Fotografió los sarcófagos y se puso en contacto con el arqueólogo francés Charles S Clermont Ganneau, que al año siguiente escribe un artículo para la revista de la Fundación.
Puesto que en ese momento los Grey Hill no estaban en Jerusalén, la hija del cónsul del Reino Unido, que era arqueóloga, fue quien anunció el descubrimiento.
Mr Gray, propietario de los vestigios encontrados, los donó a the Palestine Exploration Fund, Y el sarcófago de Nicanor, en tiempos del Mandato del Imperio Otomano, fue «trasladado» al Museo Británico hasta el día de hoy. En Har Ha´Tsofím lo que se puede contemplar es una réplica.
La historia de Nicanor, se recuerda en el Talmud: Cuando el idumeo Herodes El Grande quiso congratularse con los judíos reconstruyendo el Segundo Templo, vivía en Jerusalén un hombre muy rico llamado Nicanor que quiso contribuir a tan magnífica obra arquitectónica.
Así, Nicanor , en el año 20 aec, decidió que donaría dos grandes puertas que separarían el Patio de las Mujeres -el origen de la galería de las mujeres en las sinagogas- del patio de los israelitas, en el que se hacían los sacrificios diarios antes la puerta del Kodesh Ha´Kodeshím, el Sancta Sanctorum (donde sólo entraba el Sumo Sacerdote el día de Yom Kipur)
Puesto que en ese entonces era Alejandría donde trabajaban los mejores artesanos del cobre, fue allí para y contratar a los caldereros especialistas para diseñar y ejecutar el proyecto; tras esmerado trabajo, se embarcaron las puertas en Alejandría, pero al cabo de unos días estalló una tempestad que ponía en serio peligro a la embarcación. El capitán habló con Nicanor para decirle que debían deshacerse de tan pesada carga. Por supuesto, no era deseo suyo dejar que tan bella , cara y deseada obra se la tragara el mar. Pero su oposición fue en vano. Y en el mismo momento en que los marineros lanzaron la segunda puerta, nada más tocar el cobre aquellas aguas, el mar enardecido se calmó de repente. Y lo que es más asombroso aún: la puerta no se hundía, flotaba y refulgía en su maravillosa belleza bajo los rayos del sol sobre las aguas. Y fue así como llegaron al puerto de Ako.
Las puertas fueron colocadas exactamente sobre los quince escalones semicirculares sobre los que a veces , a modo de coro, cantaban los levitas. Las Puertas de Nicanor sólo se habrían en Shabat, Yom Tov, Rosh Jodesh o si el Rey estaba en el Templo. Dicen que eran tan sólidas, hechas con bronce de Corinto, que se necesitaban veinte hombres para abrirlas.
Años más tarde, cuando ya se había construido el Jardín Botánico, el lugar fue elegido -por iniciativa de Menajem Usiskin- para ser el primer panteón nacional de Israel, trayendo de Odesa los restos de Leo Pinsker, fundador del movimiento Jovevei Tsión. Usiskin también fue enterrado él mismo en la sala número dos de la cueva. Luego quisieron valorar el sitio para traer los restos de Herlz, que están como todo el mundo sabe en Har Herzl, pero eso no pudo ser porque la zona de Har Ha´Tsofim estuvo en manos del reino de Jordania hasta la reunificacion de Jerusalén en 1967.