LOS CANDILES DEL ALBARRACIN

 Sale a la luz , en inglés y español, una novela de Edith Scott en la que desde el reino de Aragón del S XV una muchacha judía nos envía un mensaje lleno de luz.


Habitualmente, la voz narrativa de las novelas históricas del sefardismo es , además de singular, masculina.  En esta ocasión, nos enfrentamos al reto intra-histórico de escuchar ( y entender)  la voz -en primera persona- de una sefardí de entonces, una voz de mujer que nos habla tanto de sí misma como de aquello  que fue;  y, en última instancia, de todos nosotros. O que habla para todos nosotros: el mensaje de la obra es una alegato sobre la necesidad de la tolerancia, esa forma de respeto ante la diferencia y la diversidad. Mudéjares, mozárabes, hebreos y cristianos.

La autora también se enfrenta a un reto. Doctora en Derecho por la Universidad de Harvard, y autora de varios libros -ensayos y opúsculos-  ésta es su primera incursión en el mundo de la novela, el especial ámbito de la ficción,  el mágico mundo de la fabulación de índole histórica, donde personajes de otro tiempo son capaces de hablarnos de nosotros en estos días.  ¿El truco para conseguir el milagro de la comunicación? No existe -a drede- la distancia lingüística que habría entre el habla de una muchacha sefardí del S XV –  Sara, perseguida por la Inquisición por pertenecer a una familia  de 1480- y las  jovencitas del XXI.

Al leer  esta novela , el lector viaja desde nuestro convulso tiempo  hacia el  no menos convulso tiempo de  esa Sara de entonces. Pero  resulta  que esa Sara , a su vez, huye del Aragón turolense de entonces para partir desde el puerto de Valencia a un destino que sólo puede descubrir la lectura de la obra. Tú vas hacia ella pero ella se va de todo. Hacia la luz.

A  través de unas páginas especiadas con  todas las manifestaciones  socio-culturales y artísticas  que conocemos al borde del Edicto de Granada, con evocaciones de procesos inquisitoriales reales de prominentes familias aragonesas -e incluso descripciones de autos de fe en la misma Zaragoza-  el lector irá hacia esa luz que,  como una milagrosa janukiá -la original está en el Museo Provincial-nos hará ver la necesidad de la convivencia compartida. Cada llama es un personaje. Cada personaje es una iluminación. Lo que con esa luz se puede ver sólo se puede ver  mirando  los espacios en blanco entre las palabras.

La novela de Edith Scott  Saavedra -sí, comparte apellido con Cervantes- no sólo conoce las palabras en español, sino que , de forma simultánea, está editada también en inglés -la lengua original de la redacción. Y esto es otra forma de luz, pues la realidad judía del Aragón del S XV no ha sido iluminada muchas veces en el ámbito internacional y se hace necesario que , a través de la lingua franca de nuestros días, el mensaje de  fraternidad inter-confesional  de esta novela pueda verse en todo el mundo.

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