Resumen de la impronta de la Meguilat Esther en el mundo académico de la Biblia y la Literatura, la Historia y el Arte.
Prácticamente todos los filólogos e historiadores cuyo campo de investigación es el universo tanájico convienen en identificar al rey de la Meguilá de Esther no con Jerjes I -quinto Gran Rey del Imperio Aqueménida (y faraón de la Dinastía XXVII)- sino con un esteriotipo literario de un rey persa de la época de Jerjes, entre los años 486 y 465 a.e.c., al que se le dio el nombre de Ajashverosh, en hebreo, y Assueros en griego. Por tanto, la acción del relato transcurre en la antigua capital de los elamitas, Susa, en donde pocos años antes habían habitado Nehemías y Daniel, y probablemente convertida en capital de los aqueménidas por el fundador de la dinastía, Ciro El Grande, el libertador de los judíos del Cautiverio de Babilonia. La identificiación académica de la época y el lugar se debe a que en el texto hay no pocos datos idénticos a los que ofrecen algunos autores griegos, en especial Herodoto en el relato de la Historia de las Guerras Médicas. Además, en el texto el autor hace gala de conocimientos de la lengua persa de esa época.
No obstante, hay muchos elementos que son inverosímiles desde el punto de vista histórico y se consideran propios del estilo literario de la época, como puede ser un banquete de 180 días…Según la investigadora israelí Mor Halfon el texto fue redactado por miembros de la Gran Asamblea, Ha´Kneset Ha´Gdolá, que en tiempos de Esdrás y Nehemías, y hasta el cohanato de Shim´on Ha´Tsadik -esto es, con Judea bajo el dominio aqueménida- configuran el cánon hebreo de los libros que conforman el Tanaj tal cual lo conocemos hoy. También hay quien sostiene que el texto fue escrito por los protagonistas de la historia, aunque esto no se sostiene desde le punto de vista filológico porque aparecen indicios para pensar lo contrario, como el versículo que dice que aquellos eventos son recordados desde tiempo atrás, transmitidos de generación en generación y de ciudad en ciudad; no es lógico que Esther y Mardoqueo escribieran eso, si han pasado generaciones desde los hechos narrados. La crítica fecha el texto entre los años 400 y 200 aec.
Yair Zakowitz, catedrático emérito de Estudios Bíblicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y Avidgor Shenan, catedrático emérito de Literatura en la misma institución académica, sostienen que el Libro de Esther entró en el canon hebreo por su relación con el episodio del Génesis de Abraham y Sarah en Egipto, de obvia similitud, incluso con Yosef y hasta con el Rey Saul y Agag. De hecho, Mardoqueo y Esther son descendientes del rey Saúl. (Y aprovechamos para decir que sus nombres descienden del de la diosa Ishtar y el dios babilonio Marduk) Por el contrario, Amán es retratado como Agag, y la victoria sobre Amán es, de hecho, el cierre de las cuentas de Saúl, que perdonó a Agag y no cumplió el mandato divino de borrar la memoria de Amalek.
El texto hebreo original fue traducido al griego en Alejandría, a principios del s I aec con la nefasta traducción llamada de la Septuaginta, perimitiéndose adulterar el original con adiciones. Los investigadores dicen que se debe a que el traductor no entendió cómo es que en el texto no aparece ninguna referencia a Ha´Shem. En la versión de los LXX aparece 42 veces.
Nuestros Sabios de Bendita Memoria debatieron si aceptar el texto como canónico o no. En el tratado talmúdico de Meguilá, página 7, columna 1, se presenta al estudioso este dilema. De esa discusión procede que Ha´Rambám sostuviera que con la llegada del Mesías se abolirá la lectura de los rollos excepto el de Esther. El midrash de Esther Rabá, en el Talmud, consta de 10 secciones, llamado Midrash Ajashverosh , data de la era rabínica de los amoreos, S VI dec, en su primera parte, y del S XI (Sefarad, era de los rishoním) en la segunda. Se unificaron a fines del S XII y principios del XIII.
La historia de Esther es una de las que más veces ha sido representada en el mundo del arte, empezando por los frescos de la sinagoga de Dura Europos, en Siria, del año 224, a la derecha del Hejal.
También tenemos en el Renacimiento italiano una obra del Tintoretto , de 1547, en la cual se representa a la reina Esther desmayándose ante el rey. En la Capilla Sixtina, Michelangelo también pintó tres escenas sobre la crucifixión de Amán. En los Países Bajos, durante el S XVII, época de oro para los sefardíes de Amsterdam, la princesa Amalia , de la Casa de Orange, era apodada Esther II, y el pintor judío Shalom Italia la representó en una meguilá que hoy está conservada en el Museo de Israel.
Incluso en el S XX se han hecho eco de la historia, como es la obra de Salvador Dalí, «Asuero se enamora de Esther», de 1967.
Las familias sefardíes tenían como tradición pasarse de generación en generación una meguilá de plata cuyo pergamino -de vitela, porque debe ser leído de forma kasher- estaba profusamente ilustrado. El más antiguo que conocemos está datado en Ferrara en 1616 y tiene una longitud de cuatro metros. Está conservado como oro en paño en la Biblioteca Nacional de Israel, junto a otras joyas de la edición de Meguilot de Esther.