PARASHAT HA´SHAVÚA: «MATOT -MASÉ»

(Números 30:2–32:42 y  33:1–36:13) Haftará sefardít:  Jeremías  2:4–28 y 4:1–2) Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


 

“Y dijeron: ‘Si encontramos gracia a tus
ojos, que esta tierra sea entregada a tus
siervos en heredad. No nos hagas atravesar
el [río] Jordán’ ” (Bamidbar 32:5).

En la sagrada Torá, encontramos que los miembros de la tribu de Reuvén y de Gad tenían mucho ganado, por lo que le pidieron a Moshé Rabenu que les permitiera asentarse en las tierras recién conquistadas que estaban del lado del río Jordán, fuera de los límites de la Tierra de Israel. Esta petición se debió a que dichas tierras, que conformaban la tierra de Guilad, eran, a los ojos de aquellas tribus, una tierras ricas y apropiadas para su numeroso ganado. Así dice el versículo:

“Y el lugar era un lugar para el ganado” (Bamidbar 32:1).

Moshé Rabenu se molestó con las tribus de Reuvén y de Gad, por tener el descaro de hacer tal petición cuando todavía ninguno de sus hermanos del Pueblo de Israel había adquirido su porción de la tierra, así como tampoco habían guerreado contra las naciones que ocupaban la tierra. Por eso, Moshé Rabenu les dijo a las dos tribus:

“¿Vuestros hermanos irán a guerrear mientras que vosotros os quedaréis aquí?”.

Ambas tribus aceptaron el reproche de Moshé Rabenu, y regresaron después a él con una solución: ante todo, ellos iban a ayudar a las demás tribus a conquistar la tierra y heredarla, guerreando contra los enemigos del pueblo; y solo después de que hubieran desterrado a los kenaanim, iban a asentarse definitivamente en la tierra de Guilad, del otro lado del río Jordán. Moshé Rabenu accedió a este pacto y les dijo que así era como debían comportarse las tribus sagradas —pues son las tribus de Hashem y unos deben ser garantes de los otros—; y solo después de que sus hermanos se encontraran asentados en la Tierra de Israel con seguridad y tranquilidad, podrían incluso ellos —las tribus de Reuvén y Gad— asentarse en las tierras conquistadas del otro lado del Jordán.

Sobre este asunto, surge una objeción. Con independencia del resentimiento que mostró Moshé Rabenu por la petición descarada de aquellas dos tribus, no vemos que Hakadosh Baruj Hu hubiera demostrado Su furia ante dicha petición. Aparentemente, en un principio, era obvio que Hashem estaría de acuerdo con las tribus de Reuvén y de Gad, y no se opondría a que se asentaran en la tierra de Guilad antes de que los Hijos de Israel siquiera entraran a los límites de la Tierra de Israel para conquistarla.

Asimismo, el Rosh Colel de nuestras instituciones en París, el Gaón, Ribí Salomon, shlita, me preguntó: ¿por qué no se menciona en los versículos que los miembros de la tribu de Menashé vinieron con las tribus de Reuvén y de Gad con la petición de asentarse todos juntos en el Guilad, al otro lado del río Jordán o dentro de la Tierra de Israel, sino que solo vemos que ellos se aunaron con las dos tribus después del episodio del encuentro de las dos tribus con Moshé? Y, más dificultoso aún, ¿por qué dicha tribu no se asentó toda junta del otro lado del río Jordán, o toda junta dentro de la Tierra de Israel, sino que fue dividida en dos? Ésta es una situación fuera de lo común que no se dio con ninguna de las tribus.

Podemos responder, en lo que respecta a la tribu de Menashé que, en principio, los miembros de la tribu de Menashé tenían que haberse asentado dentro de los límites originales de la Tierra de Israel, junto con todas las tribus —así como también debía haber sucedido con las tribus de Reuvén y de Gad—.

Pero después de que las tribus de Reuvén y de Gad tomaron la iniciativa de ir con la petición delante de Moshé Rabenu para poder asentarse fuera de los límites originales de la Tierra de Israel, del otro lado del río Jordán, y Hakadosh Baruj Hu no los reprochó por ello, Moshé Rabenu entendió que eso provenía de Hashem y que él (Moshé Rabenu) no tenía por qué impedirlo. Las tribus habían conquistado todas las tierras de Sijón y de Og, solo que Moshé Rabenu se mostró meticuloso para poder así establecer la condición de que primero debían ayudar a sus hermanos a heredar toda la tierra y solo después podrían asentarse en las tierras de Sijón y de Og. Con todo y con esto, Moshé Rabenu temió por el destino espiritual de aquellas dos tribus, no sea que llegaran a asimilarse con los no judíos, pues, si meditamos al respecto, encontraremos que las iniciales de las dos tribus —Gad ( גד ) y Reuvén ( ראובן )— en hebreo forman la palabra guer ( גר : ’converso’), y las últimas letras de sus nombres forman la palabra nad ( נד ) que significa ‘vagar’. Esto da a entender como si se hubiera decretado desde el Cielo sobre estas dos tribus que fueran conversos que vagan por una tierra que no les pertenece.

Quizá este decreto Divino fue la causa por la que las dos tribus le pidieron a Moshé Rabenu permanecer fuera de la Tierra de Israel. Y ya que todos los miembros del Pueblo
de Israel son garantes unos frente a los otros, y sus almas fueron todas talladas a partir de una misma fuente en las Alturas, Moshé les ordenó a los miembros de la tribu de Menashé que formaran parte del nuevo asentamiento de estas dos tribus, ya que elnombre de Menashé ( השנמ ) está compuesto de las mismas letras de la palabra neshamá המשנ) ), que significa ‘alma’. Con esto, se alude al alma colectiva que une a todos los miembros del Pueblo de Israel, que los hace garantes unos de los otros. Moshé Rabenu los dividió en dos, una mitad en la Tierra de Israel y la otra del otro lado del río Jordán;esta última, en particular, sería la que serviría de protección para las tribus de Reuvén y de Gad contra la asimilación en la tierra del Guilad. La presencia de la mitad de la tribu de Menashé reforzaría la conexión de las tribus de Reuvén y Gad con la fuente de todas las almas de Israel; mientras que la otra mitad de la tribu de Menashé permanecería en la Tierra de Israel. Con esto, se entiende que la mitad de la tribu de Menashé que vivió fuera de los límites originales de la Tierra de Israel absorbería de la santidad y pureza de su otra mitad, que se encontraba establecida y arraigada en la tierra sagrada; con ello iban a influenciar a los hijos de las tribus de Reuvén y de Gad, que estaban del otro lado del río Jordán.

Resulta, entonces, que Hakadosh Baruj Hu hizo solo bien y bondad con las tribus de Reuvén y de Gad al dividir en dos a la tribu de Menashé —cuyo nombre alude al “alma del Pueblo de Israel”— y establecer a la mitad del otro lado del Jordán. Así, con una mitad de la tribu de Menashé asentada en la Tierra de Israel y absorbiendo de la santidad de la Tierra Sagrada, incluso la otra mitad absorbería y se saturaría de la santidad de la tierra y la transmitiría a las dos otras tribus, la de Reuvén y la de Gad. Por este motivo, no encontramos que Hashem se enfureciera con las tribus de Reuvén y de Gad, ya que desde el Cielo se había decretado que fueran “conversos” que “vagan” por una tierra que no era de ellos. Y cuando Moshé Rabenu vio que Hakadosh Baruj Hu no había demostrado enojo por la petición de dichas tribus, comprendió que todo ello provenía de Hashem Yitbaraj; por eso, accedió a la petición de las tribus.

Esto nos enseña que, a pesar de la garantía mutua y la fraternidad que tiene que reinar en el seno de Israel, de todas formas, cada tribu, congregación o comunidad del Pueblo de Israel tiene que cuidar sus costumbres y las prácticas que les son particulares a cada una de ellas, y no existe en ello una contradicción a la fraternidad y la unión, así como encontramos que cada tribu se mantuvo bajo su propia bandera y no acampó bajo la bandera de otra tribu. ¡Al contrario! Precisamente por medio del reconocimiento de la particularidad de cada tribu o comunidad del Pueblo de Israel, cada uno ayuda al otro con los dones que posee, con los que Hashem lo agració. Ello lo vimos insinuado en el nombre de la tribu de Menashé —cuyas letras forman la palabra “alma”—, que fue a la ayuda de las dos tribus y que protegió sus almas de la asimilación entre las demás naciones, a pesar de que la tribu de Menashé podía haber argumentado que quería permanecer dentro de los límites de la Tierra de Israel.

Éste es el motivo por el cual la parashá de Matot se lee en los días de Ben Hametzarim, entre el 17 de tamuz y Tishá Beav, los cuales son días de tristeza y luto por la destrucción
del Templo Sagrado. En la lectura de esta parashá, hay un mensaje al Pueblo de Israel de que Hakadosh Baruj Hu, por Su amor a nosotros y por Su abundante misericordia, precedió el remedio a la enfermedad, al haber hecho que aquellas dos tribus quedaran “exiladas” del otro lado del río Jordán. De esa forma, Hashem comenzó a acostumbrar que la santidad de la Tierra de Israel se extendiera también más allá de sus límites.



R. Avi Zarki