PARASHAT HA´SHAVÚA: «MIKETZ»

Parashá: Miketz, מִקֵּץ‎ , Al final.  Genesis 41:1–44:17. Haftará:  1 Reyes 3:15–4:1.Darshán  de Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita

 



“Y fue al final de dos años que el
faraón tuvo un sueño”
(Bereshit 41:1).

Nuestros Sabios, de bendita memoria,dijeron en el Midrash que la razón por la que el versículo utiliza el término miketz (‘al final’) es porque Hashem había determinado “el final de la oscuridad”. Hashem había establecido un término a Los años que Yosef Hatzadik debía pasar en la oscuridad del calabozo, y por cuanto había llegado “el final” de dicho tiempo, el faraón de inmediato tuvo un sueño.

Se puede explicar que cuando existe el odio infundado y uno es hostil con el otro, busca hacerle el mal y lo juzga siempre para mal, con esa actitud, el hombre trae la oscuridad y neblina, porque cada vez que ve al compañero se le hace todo oscuro y nublado. Esto se debe a que al hombre le es difícil “ver” a su compañero por todo el odio que siente hacia él. No obstante, cuando uno se concilia con el compañero y se encuentra en paz y armonía con él, de inmediato, le vuelve la luz que brilla dentro de su persona, es feliz y también se alegra con la felicidad de aquel compañero, lo juzga para bien, y así la armonía retorna a su debido lugar.

Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen que de la misma manera se estableció en esta parashá el final del odio infundado que tenían los hermanos de Yosef contra él. Hasta aquel mismo instante los hermanos habían odiado a Yosef Hatzadik debido a los sueños que éste había tenido respecto de ellos. Sin embargo, en ese momento, a pesar de que Yosef todavía no se les había revelado, sin duda, el odio que le tenían ya era algo que pertenecía al pasado, y ellos habían comenzado a extrañarlo, y a pensar en él y acerca de
su bienestar.

Lo cierto es que también Yosef Hatzadik, por su parte, había perdonado a sus hermanos por lo que le habían hecho, porque él sabía que “todo lo que hace Hashem es para bien”. En esta parashá, los corazones ya comienzan a acercarse; por eso, nuestros Sabios, de bendita memoria, dijeron que Hashem había determinado “el final de la oscuridad”. Hasta ahora, debido al odio infundado, los hermanos habían permanecido sumergidos en la oscuridad. Y desde que se habían acercado a la paz, les fue descubierta una luz con la que se esfumó la oscuridad resultante del odio entre los hermanos, y con ella, la separación entre ellos. Eso es lo que dice el versículo en la parashá de Bereshit (1:5):

“Y fue noche
y fue mañana”,

sobre lo que nuestros Sabios, de bendita memoria, dijeron que la expresión en hebreo vaihí (ויהי’ :y fue’) implica angustia. Siendo así, se despierta  la pregunta: ¿qué angustia hay implicada en ello? Y responden que la angustia reside en la oscuridad resultante del odio que surge entre una persona y otra. Las letras del término en hebreo érev (ערב : ‘noche’) forman también el término báar (בער’ :bruto’), y así dijo David Hamélej, alav Hashalom (Tehilim 73:22):

“Pero fui bruto y no sabía”.

Es decir, la persona que se comporta con odio hacia su compañero vive en la oscuridad, como la oscuridad que existe durante la noche; y a una persona así se la puede llamar bruta, sin conocimiento. Y, además, se puede decir que la palabra érev es un lenguaje de arevut (ערבות’ :garante’), lo que implica que todos los miembros del Pueblo de Israel son garantes los unos con los otros, y cuando esta garantía es dañada por medio del odio que siente uno por el otro —jas veshalom—, se puede decir que la persona se encuentra en
la oscuridad, como en medio de la noche.

En contraste, cuando la persona se esfuerza y hace que se asiente la armonía, e incrementa el amor gratuito hacia su compañero, eso representa precisamente la condición de “y fue mañana”, que es una condición de alegría, porque entonces “la mañana asciende” hacia la persona y la ilumina todo el día. En esta misma línea, podemos decir, además, que la palabra en hebreo bóker (בוקר : ‘mañana’) contiene las mismas letras que el término karov (קרוב’ :próximo’); es decir, al que se aproxima al corazón de su compañero y se comporta con él con fraternidad, todo le brillará y será como una nueva mañana para él. Esto se debe a que, a partir de ese momento, la persona estará sumergida en la gran luz de la paz y la armonía y la fraternidad.

Resulta que aquel que odia convierte la luz en oscuridad mientras que, en contraste, el que ama a su compañero y hace bondad con él, a la vez que procura hacerle siempre el bien, aumenta la luz en la oscuridad, e incluso la transforma en una gran iluminación. Y aun cuando se encuentre en las horas de la oscuridad de la noche, su alma brillará con gran poder, el cual representa la luz de la Shejiná. Es también por este motivo por el que, cuando nos acostamos a dormir, recitamos el Keriat Shemá y aceptamos sobre nosotros el yugo del reino de Hashem Yitbaraj, porque al decir el versículo “Shemá Yisrael, Hashem, Elokenu, Hashem Ejad”, debemos tener la intención de estar cumpliendo también la mitzvá de realización de “y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esto quiere decir que, para aquel que tiene amor por el compañero, con todo el corazón, también al entrar a la cama, antes de dormir en la noche, es como si fuera de día y tiene una gran luz que lo ilumina.

Por ello, aquel que es sabio tiene los ojos bien puestos y prestará atención al recitar el Keriat Shemá en la cama, cuando dice: “Heme aquí que dispenso y perdono a todo aquel que me haya hecho enojar o que se haya burlado de mí”, ya que estas palabras no se deben decir solo de la boca para fuera, mientras la persona todavía guarda rencor en el corazón contra el compañero, pues de esta forma resulta que su boca y su corazón no están al unísono, y lo que sale de su boca es una mentira. Más bien, debe disculpar al compañero y justificarlo y amarlo con todo el corazón. Entonces, Hakadosh Baruj Hu le iluminará el camino, porque el que ama a su compañero y quita todo odio de su corazón cumple de esta forma con: “le puso final a la oscuridad”; y este amor gratuito introduce vida de luz y brillo al corazón de la persona, con lo que expulsa así la oscuridad de él.

Así encontramos en la Guemará (Tratado de Berajot 9b) la siguiente pregunta: “¿Desde qué momento se recita Shemá en la mañana? ‘Otros’ dicen que desde que el hombre puede ver a su compañero a una distancia de cuatro amot (2m) y puede reconocerlo”. Y explicaron a respecto, nuestros Sabios, los Maestros de moral, zal, que solo después de que el hombre siente amor por el compañero, y al verlo y percatarse de que se trata de él, aun de lejos, lo reconoce y ya quiere correr a hacerle el bien, ese hombre tiene el poder de recitar el Shemá y aceptar el yugo de Hashem Yitbaraj. Si el hombre no siente amor por el compañero y no cumple la mitzvá de “y amarás a tu prójimo como a ti mismo”, no puede aceptar sobre sí el yugo Celestial.

Yehí ratzón que Hakadosh Baruj Hu nos dé el mérito de ver cada cual las virtudes de su compañero y no sus faltas. De esta forma, aumentaremos la luz de la Torá y la luz de la santidad en nuestro ser. Amén veamén.