PARASHAT HA´SHAVUA: «VA´YEJI»

Parashá:  .יְ וַיְחִי‎ , Vivió Genesis 47:28–50:26. Haftará: : 1 Reyes,  2:1–12. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


 

“Y vivió Yaakov en la tierra de Egipto diecisiete años” (Bereshit 47:28).

Nuestros Sabios, de bendita memoria, dicen que aquellos diecisiete años que vivió Yaakov Avinu en Egipto fueron losmejores años de su vida, gracias a que tuvo el mérito de ver a Yosef, su hijo querido, que se mantuvo en su rectitud —a pesar de estar en una tierra extraña, la tierra de Egipto—, y a que pudo cuidar su santidad y su pureza —a pesar de todas las pruebas difíciles que atravesó—, al punto que tuvo el mérito que se dijera de él: Tzadik yesod olam (‘Tzadik, fundamento del mundo’).

El versículo (Bereshit 45:2) dice:

“y viendo Yaakov los carros que Yosef enviaba para llevarlo, revivió el espíritu de Yaakov, el padre de ellos”

sobre lo que Rashí escribe: “La frase ‘todas las palabras de Yosef’ se refiere a la señal que Yosef les había transmitido a sus hermanos para que le dijeran a Yaakov, que era el tema que Yosef estaba estudiando con su padre en el momento en que se separaron, el tema de la eglá arufá (‘becerro decapitado’). Por eso, el versículo dice ‘y viendo Yaakov los carros que Yosef enviaba’, y no dice ‘los carros queel faraón enviaba’ (pues el faraón también había ordenado explícitamente enviar carros para llevar a Yaakov)”. Pensé que se puede agregar a la explicación de Rashí que el término en hebreo agalot (עגלות : ‘carros’) se puede dividir en ain y galut (’ע גלות‘ :setenta’ y ‘exilio’), que quiere decir que Yaakov vio que su hijo Yosef era Tzadik, quien aun en los días de su exilio, tuvo el mérito de dedicarse a la sagrada Torá, la cual es estudiada en setenta idiomas. A ello se debe que “revivió el espíritu de Yaakov, el padre de ellos”.

 

Éste es el fundamento que nos revelaron los sagrados Patriarcas cuando estuvieron en Egipto. Ellos nos pavimentaron el sendero para poder crecer en Torá en cualquier situación en la que nos encontremos. Hay que estudiar la Torá aun cuando el hombre se encuentre en el exilio, rodeado de sufrimientos difíciles; aun entonces, si quisiera, podría disponerse a estudiar Torá y dedicarse a ella con todas sus fuerzas. Los frutos principales de la Torá, la cual nos fue entregada hace generaciones, provienen del exilio. Vemos que el Talmud Bavlí fue redactado por los Tanaím y los Amoraím sagrados que vivieron en el exilio, en la tierra de Babel (Babilonia). Igualmente, Rashí Hakadosh, así como también todos los autores de los Tosafot, florecieron en santidad y en pureza en Francia. También el Rambam, de cuyas obras se basan las leyes prácticas con las que nos conducimos hoy en día, se radicó en Egipto. Y así como todos estos ejemplos, existen muchos más. Los modelos que obtenemos de estas personalidades nos enseñan que la persona tiene que dedicarse a la Torá en toda circunstancia, sobreponerse a las pruebas de la vida y alejarse de las molestias que lo rodean para poder sumergir el corazón en las profundidades del estudio de la Torá.

Y como Yaakov Avinu sabía que no todos iban a poder resistir una prueba de la misma forma como lo había logrado Yosef Hatzadik, decidió abrir una yeshivá sagrada en la tierra de Egipto, de la cual sus descendientes pudieran extraer Torá y temor del Cielo.

Así dice el versículo (Bereshit 46:28):

“A Yehudá envió en vanguardia a Yosef, para instruir delante

de él a [la tierra de] Goshen”.

Sobre esto, dice Rashí: “Dice el Midrash Agadá que lo envió para que estableciera un centro de estudio del cual surgiera Torá”. Aunque es cierto que Yosef Hatzadik tuvo el mérito de conservarse en su santidad incluso fuera del ámbito de una sagrada yeshivá, y ameritó dominar su Inclinación al Mal, de todas formas, no es algo simple en absoluto, y no cualquiera es capaz de llegar a un nivel como ése. Las pruebas difíciles que presentaba la tierra de Egipto, llena de lascivia y abominación, tenían probablemente el potencial de hacer caer al hombre en las redes de la Inclinación al Mal, porque, en esa circunstancia, ¿cómo podría el hombre no pecar? Por ello, Yaakov ordenó establecer una yeshivá en la tierra de Goshen, que sirviera de faro y que iluminara el camino a las Tribus Sagradas y a sus hijos; y aquel lugar sagrado influenciaría para bien sobre ellos. Así conservarían su santidad y pureza aun en medio de una tierra extraña.

Éste fue todo el sentido de la vida de Yaakov Avinu, alav Hashalom. Toda la aspiración de su alma era la de “matarse” en la tienda de la Torá en el estudio de Torá. Incluso cuando se iba a dormir, se dedicaba a la Torá, como dice el versículo (Bereshit 28:16):

“Y se despertó Yaakov de su sueño”;

sobre lo cual disertaron nuestros Sabios, de bendita memoria, que no se lea mishenató (משנתו’ :de su sueño’) sino mimishnató (ממשנתו’ :de su estudio’). A simple vista, hace falta explicar cómo es posible estudiar Torá en pleno sueño. La respuesta es que aquel que se dedica por completo al estudio de la Torá, aun cuando sea agobiado por el sueño, y se duerma por el extremo cansancio en su esfuerzo en el estudio de la Torá, se duerme “a la fuerza”. Entonces, en lo que respecta a la Torá, es considerado como que continúa estudiando, ya que aun cuando esté completamente sumergido en el sueño, está dedicado al estudio de la Torá. Él, en verdad, desea continuar estudiando Torá, ya que, si no fuera porque el sueño se apoderó de él, habría continuado en su estudio de Torá. Pero el sueño es parte de la realidad de este mundo y no hay quien se escape de él; y en este caso, como la persona se duerme a la fuerza, la Torá lo considera como que hubiera continuado en su estudio de Torá. Y así como Yosef Hatzadik cuidó la pureza de su alma, de esa misma forma, él educó a sus sagrados hijos, Menashé y Efraim. Por ello, Yaakov le dijo a Yosef (Bereshit 48:20):

“Contigo bendecirá [a sus hijos el pueblo de] Israel, diciendo: ‘Que Dios te ponga como a Efraim y como a Menashé’ ”.

Rashí escribe: “Aquel que va a bendecir a sus hijos los bendecirá como la bendición de ellos (la que dio Yaakov a Efraim y a Menashé), y el padre le dirá al hijo: ‘Que Dios te ponga como a Efraim y como a Menashé’ ”. Aparentemente, hace falta comprender: ¿en qué se diferenciaban Efraim y Menashé de las demás tribus como para haber tenido el mérito de servir de ejemplo y símbolo para los niños de Israel para todas las generaciones? La respuesta reside en que las demás Tribus Sagradas y la descendencia que les siguió crecieron en la casa del abuelo sagrado, Yaakov Avinu. Ellos vivieron la vida en un ambiente de santidad y elevación, por lo que no es de sorprender que resultaran siendo las Tribus Sagradas de Hashem, puros y sagrados. En contraste, Efraim y Menashé nacieron y crecieron en la tierra de Egipto, una tierra de impureza, plagada de idolatría, lascivia y abominación. Y, además, siendo los hijos de Yosef, el virrey de Egipto, ellos eran allegados de la nobleza egipcia, de los más altos ministros y de los hechiceros. A pesar de todo, ellos cuidaron de su santidad y su pureza. Yaakov atestiguó que, en efecto, ellos no habían sido atraídos en absoluto por la impureza de Egipto, ni habían aprendido de sus costumbres corruptas.

¡Al contrario!, ellos crecieron sobre los muslos de Yosef, su padre, en el sendero de la Torá y del temor del Cielo, al punto que resultaron aptos para ser contados como parte de las Tribus Sagradas. Así dijo Yaakov en el versículo (Bereshit 48:5):

“Efraim y Menashé serán para mí como Reuvén y Shimón”.

No cabe duda de que todo el sendero de ellos estuvo plagado de pruebas y dificultades; y con todo y con eso, resistieron las pruebas, tal como les instruyó su padre Tzadik. Por ello, con esta intención, cada padre debe bendecir a sus hijos para que siempre caminen por el sendero de la Torá y nunca aprendan de las costumbres y acciones de las personas
pecadoras que los rodearen.