¿QUÉ SON LAS KAVANOT?

¿Cómo se reza en hebreo? ¿Se trata de una recitación de textos que además están en una lengua que muchos no entienden? ¿Por qué se reza en grupos mínimos de diez varones con bar mitzvá cumplida?


La raíz semítica כ־ו־ן, (Kaf, Vav, Nun) siempre está relacionada con el lugar. Por ejemplo, el adverbio de lugar Kan, aquí. (Hineni kan, héme aquí, masculló tembloroso Abraham Avinu cuando Adonai le habló llamándole por su nombre). De esa raíz tenemos también el  infinitivo Lekavén, que traducimos por dirigir, encaminar hacia un lugar, del cual se deriva el sustantivo masculino singular, Kivún, dirección, plural kivuním, direcciones (e incluso planes, en lenguaje popular)

Y también un étimo en femenino, kavaná, que traduciremos en primera acepción como «intención»,  es decir «el lugar al que se dirigen nuestros propósitos». Este término, de todos modos, también tiene otras lecturas en el campo semántico de la teología del judaísmo:  el lugar al que se dirigen nuestros rezos: H´´.

Sinagoga en Tetuán en 1950

RABI BEJAYEL BEN YOSEF PAKUDÁ, importante intelectual hispano-hebreo del S XI, de la entonces taifa de Zaragoza, autor de una obra decisiva, Los Deberes de los Corazónes (Jovot Ha´levavot), sección VIII, capítulo III, especifica que hay tres tipos generales de Kavanot:

  1. Los deberes del corazón en solitario: en la que explica cómo el judío debe rezar desde la humildad y con plena consciencia de estar sirviendo a H´´  con toda su voluntad, intención y devoción.
  2. Los deberes del corazón en compañía del cuerpo: que es cuando las kavanot anteriores se tienen que sustentar en el ejercicio del cerebro: por ejemplo, estudiar La Torá no sólo se debe hacer desde el corazón, sino desde las facultades de la inteligencia, la memoria, la comprensión.
  3. Los deberes externos, como hacer la Suká, mantener el buen estado de los tzitziot, la mezuzá, y que incluye también mitzvot como la donación de limosna, que también tiene sus niveles (la más alta, la que más beneficio reporta, es ayudar a encontrar un trabajo).

Es decir, esta forma de acceso a la comunicación con H´´ -el rezo, en cualquiera de sus modalidades, que tiene varias- es un texto cuya combinatoria lingüística en hebreo y arameo queda consignado desde La Mishná (excepto los piutím posteriores) pero como siempre es el mismo texto, el orante puede caer en la desidia de la recitación sistemática, en la salmodia inocua y vacua, en la inercia verbal del rito, y olvidar su verdadero propósito sagrado. Por eso en el judaísmo es vital guardar las intenciones de este hecho: de lo contrario estás minusvalorando a H´´. El judío tiene que involucrarse desde el corazón para poder rezar. O sino, no reza, recita. O lo que para el judaísmo es peor:  Isur Pigul.

Como sabemos, el rito sinagogal es una re-creación de los servicios de los tres sacrificios diarios del Templo de Jerusalén. La arquitectura y decoración fundamental de la sinagoga son reminiscencias del Templo. Las víctimas de los sacrificios ofrecidos a H´´ son la oración. De la misma manera que lo que se sacrificaba era víctima sin defecto -lo mejor, no lo descartable- así hoy se reza sin que haya en nuestros pensamientos «contaminaciones» de conceptos improcedentes. Esto es Isur Pigul: cuando el Sumo Sacerdote rechaza la víctima propiciatoria porque en el momento del sacrificio la mente del sacrificante ha sido asaltada por un pensamiento que no procede para la pureza del acto.

R. Yosef Caro, autor de la obra que inició la era rabínica en la que nos encontramos nosotros,  dice que la intención en la oración -la kavaná–  es expresada por el adorador interpretando en su corazón el significado de las palabras en la redacción de la oración. De la misma manera que ante un rey uno cuida su forma de hablar, así el judío se esmera hasta el extremo al comunicarse con el Rey de Reyes.

Aquí está el origen de la división del Templo en varios patios, uno de ellos llamado de las mujeres, que luego se concreta en la galería de las mujeres de las sinagogas.

Y aquí está el hecho del Amén (de lehamín, creer, que traducimos por «así sea», esto es «que sea creído como tal») pues el jasán -quien dirige el rezo en la sinagoga- pone toda su kavaná en su garganta en nombre de todos los presentes, haciéndose estos partícipes de esas kavanot cuando decretan que desean «que así sea», cuando pronuncian «amén» (esto también ocurre cuando alguien bendice , p.e. kidush de Shabat en casa; en este caso hay que tener en cuenta que a lo mejor la persona que lo hace lo hace para honrarte, pero tú sabes que esta persona no lo hace con kavaná porque es un judío laico, o incluso no judío. Entonces, para no ofender, se le deja bendecir, pero tú bendices en susurro con toda la kavaná que te sea posible)

De la noción general de kavaná en el rezo surge después, con los mekubalím del S XVI en Tsfat, las kavanot kabalísticas, permutaciones del nombre divino que apuntan a superar la separación de las fuerzas en el Mundo Superior, y que es otro tema tocante a la mística, no al culto. Para quien le interese, está la colección de textos de Ets Jaím, el Arbol de la Vida, compilada por Jaím Vital y su hijo en ocho «Puertas» (de acceso al conocimiento místico). La sexta de ellas es Sháar Ha´kavanot, donde se encuentra, según los kabalistas, el fruto del Arbol de la Vida.

Diez fueron los exploradores que entraron a la Tierra Prometida antes de cruzar el Jordán viniendo de Egipto. Pues bien, cuando se unen las kavanot de diez judíos con el bar mitzvá cumplido, llevando puestos talit y tfilín, hay un minián, el quórum mínimo para que la Shjiná -el espíritu divino- more entre ellos.