R. MENAJEM BEN ZERAJ

Nota biográfica del rabino mayor de Alcalá de Henares en el S XIV  y origen del patronímico Tsarfati entre los sefardíes.


En 1306, el rey de Francia, Felipe IV -Felipe el Hermoso, hijo de Isabel de Aragón- decretó la  expulsión de los judíos franceses, expoliando sus riquezas como anteriormente había hecho con los caballeros de la Orden del Temple. Muchos de esos judíos cruzaron los Pirineos por el Puerto de Roncesvalles, al norte de Navarra -inicio peninsular del Camino de Santiago. Uno de ellos, Aharón ben Zeraj, decidió radicarse en la judería de Estella, que florecía a través del tráfico jacobeo.

Puerta de la judería de Elgacena

La presencia documentada de judíos en Estella data del S XI, como consta cuando se dice que a la aljama se la conocía con el nombre de Elgacena. La actual iglesia de Sta. Mª de Jus del Castillo fue su sinagoga.

Veinte años después de la expulsión de los judíos franceses, Elgacena fue asaltada el 6 de marzo de 1328 por los cristianos de la población, instigados por un franciscano llamado Pedro de Ologoyen. Y no sólo fue en Estella sino también en Villafranca, Puente la Reina, Funes, San Adrián, Tudela, Pamplona, Marcilla o Viana.

 La matanza fue brutal. 600 judíos asesinados. Sólo sobrevivieron 20.  Entre las víctimas estaba el mismísimo rabino  Menajem ben Zeraj, su esposa y  cuatro de sus hijos. Uno de los hijos, también llamado  Menajem, fue herido, pero consiguió huir y salir adelante para  convertirse en un gran rabino y no menor poeta. Además, con el nuevo rey francés, Carlos el Calvo,  que entonces era quien regía la localidad -la etapa de reyes franceses en Navarra-  hizo que fray Pedro de Ologoyen fuera detenido y entregado a la justicia eclesiástica;  cinco civiles participantes en la matanza fuera ahorcados  y se impusieron 10.000 libras de multas entre los responsables del asalto. Pedro de Ollogoyen fue condenado a muerte aunque por la presión de la Iglesia los nuevos monarcas Juana y Felipe de Évreux entregaron al religioso a la justicia de su Orden, siendo recluido en el convento de los franciscanos de Olite.

Menajem- el niño que se salvó- nació en Elgacena/Estella ,  al parecer,  hacia 1315 ;   tras la matanza de 1328,  fue curado y criado por amigo de la familia asesinada. No obstante, Carlos del Valle ( «Fuentes hebreas de la Historia de España (II): Los relatos de Menahem Ben Zerah (1308-1385)». Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, XL, 2004.) no dice nada de esto, sino que a los 16 años se casó con la hija de un rabino y que fue a la edad de 20 años cuando vivió la matanza del 6 de marzo de 1328.

Señalética de la judería de Alcalá de Henares

Cuando tuvo edad para ello, es decir, después de los 13 años y sus Bar Mitzvá (detalles que no toman algunos historiadores que conocen la Edad Media pero no el judaísmo en sí)  ben Zeraj fue enviado  a estudiar en el Beit Midrash de Toledo, con rabí Yehuda Ben Ha´Rosh. No por otra cosa sino porque era entonces la más notable institución talmúdica de toda la Península Ibérica y te acreditaba para el resto de tu vida como un rabino excelentemente preparado para su rabinato.

Luego,  en Alcalá de Henares,  fue a estudiar -o a terminar su ciclo formativo esencial-  en lo de rabí Yosef ben Elish. Al fallecer éste, en 1370,  Zeraj fue elegido rabino y maestro de Torá de la entonces ya importante localidad de Alcalá de Henares, donde se había desarrollado no pequeña comunidad judía.

No obstante, pues así es la Edad Media,  tuvo que dejar Alcalá por la guerra de sucesión entre los dos hermanastros reales, D.  Pedro I y su hermano D. Enrique II. Zeraj acabó  refugiándose en Toledo,  bajo la guardia  potentísima de Samuel Abravanel;  por eso Zeraj le dedicó a este magnate toledano su obra más conocida Tsidá La´Derej. Esta obra la firmó como Menajem Ben Aharon Zeraj, pero sus cartas las firmaba como Menajem Tsarfati (es decir, el francés, porque Tsarfat es Francia) Y de aquí parten todos los apellidos sefardíes de los Tsarfati.

 Zeraj murió en  el año de 1385 -por lo cual no vio la mayor matanza de judíos de la Península Ibérica (1391) y fue enterrado en Toledo.

Sobre su lápida, como estudió Cantera Burgos, un epitafio a la altura de las circunstancias:

“Alza, hombre, los ojos y mira. ¿Dónde está el poeta? ¿dónde el escritor? ¿donde
el mero peón? ¿dónde el rey? Su memoria quedó en máxima vana. La generación justa
cosecha gracia; quien rescata su alma se mantiene al fin de los días con todos los inscritos
en el Libro de la vida. ¡Tierra, tierra, tierra! Escucha, tú que me dices. ¡Yace conmigo!
Mi espíritu tornará a Dios y mi cuerpo yacerá (sólo) hasta el tiempo de mi resurrección”:

Tsidá la´Derej – que fue publicado póstumamente, en Ferrara, en 1553-  es un libro multitemático, dividido en cinco partes muy distintas.  Trata desde temas sobre la liturgia hebrea, como las  bendiciones,  hasta disquisiciones metafísicas sobre La Torá , con un epílogo en el que implora  la venida del Mesíaj. En el prólogo desprecia a los filósofos de su tiempo por  su tendencia a alejarse de La Ley,  de la Halajá.

La foto principal es la edición de Ferrara