ROSA ESKENAZI, LA VOZ JUDÍA DEL REBETIKO

La reina del rebetiko: una  sefardí muy famosa en los años ´30 y ´40 en Grecia, admirada maestra de varias generaciones musicales, un icono de la comunidad sefardí en el país heleno.


Sara Askenazi -que ese era su verdadero nombre- nació en una humilde familia estambulita en el año de 1897 ( y no en 1910 c0mo a ella le gustaba decir muy coquetamente ) Su padre fue Abraham, vendedor de telas, y su madre, Rosa, al cargo de otros dos hermanos además de ella, Nisim, el mayor, y Sami (Samueliko) , el pequeño.

Poco después de despuntar el nuevo siglo, toda la familia se mudó a Tesalónica, que era un lugar entonces floreciente y con grandes oportunidades de medrar en el futuro. Mar Skinazi, allí, dejó las telas y se puso a trabajar como operario de una fábrica de algodón. Mientras tanto, Sara estudiaba en casa de una vecina. Esa fue toda la educación académica que recibió. Además, la madre había encontrado trabajo como sirvienta en una casa de gente rica  en la ciudad cercana  de  Kamotini .  La pequeña Sara -entonces esto era corriente- ayudaba a su madre en las labores serviles para esa familia.

Hasta que un día,  en una taberna turca oyeron cantar a Rosa en la calle; y por lo visto, cantaba muy bien, así que salieron del bar para decirle, para escándalo materno, que querían contratarla para cantar. Y entonces,  ella tomó la decisión de ir contra la voluntad de su madre y convertirse no sólo en cantante sino también en bailarina. La consabida historia de tengo un problema: la niña quiere ser artista. Pero en los años ´40 , para una familia sefardí esto era una desgracia de dimensiones bíblicas.

Después, regresaron a Tesalónica y alquilaron casa junto a un teatro. Sara ayudaba de forma voluntaria en la confección y cuidados de  los trajes de los espectáculos, soñando con poder un día subir ella misma al escenario. Aunque todavía era una adolescente,  se enamoró de un hombre, un millonario, Yiannis Zardinidis. La familia de él no aprobaba la relación porque dudaban de la moral de la muchacha, que en aquella época andar por el mundo del artisteo estaba muy mal visto. Así que, ante la intransigencia familiar, se impuso la lógica del amor y se  fugaron juntos. Por eso se cambió el nombre y tomó el de su madre. Era el año de 1913, el mismo año en que Grecia sufría la convulsión política del magnicidio del rey de los griegos en Salónica, a las puertas de la Primera Guerra Mundial.

En 1917, ese terrible año para Tesalónica -el el gran incendio– Zardinidis falleció; Rosa se quedó viuda con un bebé al que dejó en un hospicio en el que estaba mantenido por la familia paterna. Madre e hijo  sólo se encontrarían en 1935, cuando el hijo ya hacía carrera militar en Atenas. Mientras tanto, ella cantaba por las tabernas turcas , griegas y armenias. Hasta que fue descubierta por un productor que la presentó en Columbia Records. 40 canciones al año. A mediados de la década de 1930 ya había grabado más de 300 canciones para ellos, y se había convertido en una de sus estrellas más populares. LLegó a ser la mejor del género rebetiko al estilo de Esmirna. Todas las noches en la sala Taiguetos por 200 dracmas cada noche (una cifra altísima) Se le iba todo en joyas de lujo. Giras por la diáspora griega: Albania, Egipto, Serbia.  Aclamada como pocas pudieron algún día contar.

maldita Koakaina, una canción suya:

En el ´41, los nazis pisaron Grecia. A ella le dio igual, tenía un ego para eso y para más,  y siguió cantando. Es más, incluso abrió con su hijo un local propio para cantar – el Krystal. Tenía dinero y  para poder vivir sin agobio ante el acoso, pagó un certificado de bautismo falso. Además, para ayudar a la resistencia griega, sedujo a un oficial nazi para entrar en sus ambientes y espiar todo lo que podía. También escondió judíos en su casa. Y salvó a todos sus familiares. Hasta que se descubrió el pastel y fue arrestada. Pero su enamorado alemán consiguió liberarla tras unos cuantos meses de cárcel. Pasó el resto de la guerra en la clandestinidad, temiendo ser detenida de nuevo.

En la postguerra conoció a un policía , Jristos Philipakopoulos, 30 años menor que ella. El amor de su vida y el amor hasta la muerte. Giras por las comunidades griegas de Estados Unidos (N.Y. , Detroit, Chicago) Se casó con un americano por conveniencia. Y regresó a Atenas porque se le hizo evidente que ella amaba al policía. Se compraron una casa y unos caballos y vivirían juntos hasta el fin de sus días.

Su estrella artística fue declinando poco a poco. Era ya  mayor y  y sólo la requerían para que fuera contando su  azarosa vida en televisión. Actuaciones estelares en los espectáculos  de las que hoy son estrellas rutilantes. Un mito. Pero ella quería actuaciones en vivo, que retransmitía  la televisión una vez a la semana. Su último concierto fue en Patras en 1977.

En los últimos días se convirtió a la fe ortodoxa. Y llegó el Alzheimer. Murió el 2 de diciembre de 1980. Fue enterrada en una tumba sin nombre en la aldea de Stomyo en Korynthia.