TEVÉT

 El nombre de este mes -el cuarto según el calendario de La Torá- es también de origen acadio: «Tabitu» significa «en donde uno se hunde», en referencia a que el mes anterior, el de Kislev, es el mes de las lluvias y hay en tevet, inundaciones. Pero estas inundaciones no debemos interpretarlas de manera negativa porque estamos hablando de los desbordamientos de los ríos Tigris y Eufrates, que el mundo mesopotámico vivía de modo religioso porque de esas aguas podían canalizar las aguas de las que dependía su mundo agrícola, esto es su subsistencia. De todo esto viene que en hebreo tengamos en verbo lehatbía, לְהַטבִּיעַ, ahogar, anegar. La misma palabra Arca (de Noe) es Tevá.

 Tevet, mes dedicado a la tribu de Dan, tiene la particularidad de que coincide con las tres o dos últimas velas de Januká. Y que es mencionado en el Libro de Esther, de composición tardía en relación a otros libros tanájicos y que ya recoge la tradición post-babilónica.

  Si el mes comienza con la alegría del milagro de Januká, el mes tiene relación con desgracias. El día ocho del mes de tevet es la fecha en que en Alejandría se completó la traducción de La Torá que se conoce como la Septuaginta, donde se tergiversa el hebreo de forma perniciosa, con sus consecuencias posteriores, ya que es el texto tanájico que conocerá Occidente.

 El día nueve de tevet murió Esra Ha´Sofer (Esdrás) y Nehemías;  según r Abraham ibn Daud, en su Sefer ha´Kabalá, se perpetró en Granada la matanza de 1066. También es el día en el que Esther fue llevada a palacio.

 Pero de todas la fechas de tevet la más conocida es su día décimo, día de ayuno por la destrucción del Templo de Jerusalén, y día en el que el estado de Israel decidió que se recordarían a las víctimas de la Shoá que no sabemos en qué día murieron. Bendita sea su memoria.