LA ALIANZA DE LOS JUDÍOS DE BUJARA Y LOS SEFARDÍES

 De cómo una comunidad judía adoptó el rito sefardí sin pertenecer étnicamente a los sefardíes.


  La documentación histórica de Jerusalén al final del  S. XIX y principios del S. XX -tanto textual como gráfica- ofrece numerosos testimonios de la especial sintonía existente entre los sefardíes y los bujarim. ¿Pero de dónde viene ese vínculo amistoso inquebrantable?

Los judíos de Bujara, que ya eran conocidos por viajeros del S XIII que se internaron en el Asia Central, son los judíos que, desde el S XVI, forman una comunidad ante todo lingüística: hablan bujari, que es un dialecto del tayiko (que a su vez es una variante de persa hablada en lo que hoy es Tayikistán y Uzbekistán) Por eso en origen su rito es de corte persa. Pero sus más remotos orígenes no están claros ni para ellos mismos: para unos, son descendientes de las tribus de Naftalí y de Isajar cuando la deportación de los habitantes del Reino de Israel a Nínive -Diez Tribus Perdidas-  a manos de los asirios y  en el S VIII a.e.c. Para otros es posterior, cuando el Imperio Neo-Babilónico de Nabucodonosor II deportó a Babilonia a las élites de las tribus de Yehudá y Benyamín, del Reino de Judea; no todos los judíos retornaron a Sión cuando el Imperio Aqueménida (los persas) permitió el retorno a Jerusalén para reconstruir el Templo. Con el tiempo, estos judíos post-babilónicos se adentrarían en Asia por las increíbles oportunidades de comercio que se presentaban en los mercados enormes de Bujara y Samarkanda, centros comerciales de la ruta de los judíos radanitas en la Ruta de la Seda; llegaban así hasta Kayfeng, en el este de China, donde fundaron comunidad hebrea existente hasta el día de hoy, y regresaban hasta el puerto de Alejandreta, junto a Alepo, que los judíos llaman Arám Tsobá, o bien hacían una ruta marítima por el Indico, el Mar Rojo, hasta llegar a Córdoba, Valencia, Barcelona y Flandes.

Los judíos de Bujara vivieron bajo el régimen político del janato de Bujara, instituído en el S XVI, y que duró hasta el S XVIII, cuando lo conquista el sha de Persia, que crea el Emirato de Bujara. Desde 1873 fue un protectorado ruso, hasta que en 192o se convirtió en una república de la Unión Soviética.

En 1793 -cuando aquellas tierras ya formaban parte del emirato persa- llegó a Bujara un rabino oriundo de Tetuán, pero establecido en Eretz Israel (en Tsfat, La Galilea, porque era prominente mekubal). Su nombre era r. Yosef ben r. Moshé Mamán, que, como evidencia su apellido, es vástago de la ilustrísima dinastía rabínica del Rambám cuando sus descendientes pasaron de Fez a Tetuán.

Sin duda r. Mamán quedó maravillado con la espectacular belleza arquitectónica del lugar, su próspero comercio de sedas y alfombras, especias y  todo tipo de lo que entonces llamaban «lujo asiático»; pero lo que consta es que, sobre todo,  quedó  perplejo cuando descubrió que los judíos de Bujara habían caído en una especie de olvido de la tradición judía, que ellos recibieron de los persas, y que estaban sometidos a la carcoma de la asimilación e incluso la desidia. Fuera de cierto contacto con el judaísmo persa desconocían la existencia de otras comunidades hebreas.

R. Yosef Mamán decidió que tenía que hacer algo por revertir esa situación y regenerar y fortalecer la emuná en la fe mosaica. Pero, claro, en tanto que rabino tetuaní, lo que Mamán conocía era el judaísmo sefardí, no el persa; de hecho, r Mamán  puso a rezar a la judería bujara según un sidur (devocionario) impreso en Livorno. Otras fuentes dicen que de Constantinopla.  Durante sesenta y un años se convirtió en su líder espiritual indiscutible y los bujarim retornaron a vivir como judíos. Fue así como se desligaron completamente del ya prácticamente abandonado rito persa y se convirtieron en devotos observantes de todos los preceptos de La Torá, conocedores profundos de todo el mar del Talmud, transitadores por las esferas místicas de La Kabalá e incluso en proto-sionistas que, desde 1828, deseaban construir sus vidas judías en Jerusalén para ser testigos de la llegada del Mesías. Por supuesto, hubo disensiones, debates e incluso recriminaciones por parte de los rabinos iranios, que no en vano habían antes abandonado a su propia suerte a los bujarim. No obstante el mayor objetor de la sefardificación de los bujarim fue un rabino yemenita, Zajaria Matsliaj. Pero el proyecto estaba en marcha: se levantó una yeshivá, se incentivó el estudio y práctica del hebreo, y hasta se levantó un colegio para formar matarifes rituales según las leyes sagradas de la kashrut.

Los sefardíes no sólo estuvieron representados por r. Mamán. También llegó, desde Tiberias, r. Rafael  Ojana -otro sefardí marroquí. Y en 1882, como shadar, emisario de los sefardíes en comunidades fuera de Eretz Israel, r  Yaakov Meir , quien sería Rishon Le´Tsión, la máxima autoridad rabínica entre los sefardíes. Su recibimiento en Bujara fue clamoroso. De hecho hubo una oleada de niños nacidos ese año que en su honor llevaron su nombre, de bendita memoria. Esa visita propulsó la aliá Jerusalén y el Rishon Le Tsión siempre se preocupó de que su establecimiento en Israel fuera el mejor posible. Su situación como dimis, infieles, en un mundo musulmán no era fácil: tenían que tener colgado a la puerta de sus casas un trapo que les delatara como judíos, y sus casas no podían ser más altas que las de los musulmanes, etc. etc.

Un bisnieto de r Mamán -Shimon Jajam-  fue uno de los fundadores del barrio de los Bujarim, en Jerusalén, que en un principio se concibió como una población independiente llamada Rejovot. Consta de una serie de manzanas en forma de cortijo español y en cada una de ellas habitaba una familia, en apartamentos independientes. Muchos sefardíes de aquella época -1890- ya convencidos de la necesidad de haber salido de las murallas de la Ciudad Vieja, también vivieron en el barrio de los bujarim. Este lugar sufrió un abandono en el marco de la Primera Guerra Mundial, pues muchos vecinos desertaron del ejército otomano contra el británico, y eso propició que después el barrio fuera ocupado por ultraortodoxos askenazíes.

Hoy, la mayoría de bujarim vive en Nueva York, distintas localidades de Israel -dando muchas personalidades famosas en el país- e incluso algunas familias en Moscú. Todas conservan sus rasgos ditintivos, con sus coloridos atavíos uzbekos, sus arroces con cordero cilantro y té verde -bakhs- y demás señas distintivas: una de ellas, el rito sefardí.