Una comunidad que, como las demás comunidades conquistadas por Jaime I de Aragón, serán beneficiadas por la nueva coyuntura política.
El último día de diciembre del año de 1229, el rey Jaime I de Aragón, apodado El Conquistador, toma de los musulmanes la ciudad de Medinat Mayurka, hoy conocida como Palma de Mallorca.
Asediada por los normandos -el nombre que adoptaron los vikingos cuando se asentaron en Normandía y crearon el reino de Sicilia- la isla de Mallorca, conquistada por los musulmanes, se convirtió en la Alta Edad Media en un refugio de piratas berberiscos y sarracenos que asolaban a los mercaderes que surcaban las aguas del Mediterráneo, dificultando en suma medida las transacciones comerciales entre puertos como el de Barcelona y el de Génova. Esta sería la causa mayor de la conquista por parte de Jaime I.
Los musulmanes, vencidos, asustados, se retirarán a las montañas -a la sierra de la Tramontana- y al monarca le llevará tres años someterles a la Corona de Aragón. No así a los judíos, a los que él siempre entendió que serían sus mejores aliados. Y de hecho por su inestimable ayuda en la conquista de la isla, LA JUDERÍA DE PALMA DE MALLORCA se verá notablemente favorecida de diferentes formas Y no sólo los de Palma, sino los demás, repartidos entre las localidades de Inca, Felanich, Sinéu, Alcudia, Sóller y Pollensa.
La más notoria de esas prebendas – consignadas en el Llibre del Repartiment.- fue la de la creación de un nuevo barrio judío: un nuevo call (del hebreo kahal, comunidad) Los judíos, en Mallorca desde los últimos siglos del Imperio Romano, el dominio visigodo y bajo la dominación musulmana, habitaron el barrio de la Almudaina; ahora, con la nueva coyuntura política aragonesa, no se sabe si por trasvase de este barrio o porque llegaron judíos del reino de Aragón para repoblar, se crea el call nuevo, justo en la parte detrás de la catedral. Estos judíos aragoneses, a quienes se concedió un liberación fiscal para incitarles a la mudanza, provienen de distintas plazas de la Corona de Aragón: Zaragoza, Játiva, Barcelona, Tortosa, Vilafranca del Penedès, pero también del otro lado de los Pirineos, como Narbona, Marsella, e incluso más allá del continente europeo, viniendo de Sigilmassa, a diez días de camino de Fez, en Marruecos.
La simpatía del rey Jaime I hacia los judíos, ya muy demostrada tras la reconquista del Reino de Valencia, venía de lejos, en concreto desde que fue reconocido como rey en 1214, cuando tuvo a su disposición a un médico judío llamado Açac Abenvenist, Isaac Benveniste, quien, además de cuidar de su salud, fue comisionado en una ocasión -que se sepa- para pactar una tregua temporal con los musulmanes.
Jaime I no sólo se garantizó a los judíos protección real, sino que además se les entregaron ni más ni menos que 16 alquerías -fincas agrícolas- de gran tamaño, pudiendo también los judíos comprar casas y viñedos; (viñedos, en esta época no necesariamente habla de vides, sino que se refería también a huertas en general). Consta que también se les asignó la concesión de numerosos rahales, pequeñas explotaciones agrícolas de carácter familiar, principalmente en las comarcas de Petra, Inca, Montuiri y Sinéu.
También se les permitió administrar su propia justicia según el Derecho Hebreo, sacrificar animales para consumo culinario según las normas hebreas de La Halajá, así como poder redactar sus contratos de matrimonio y herencias en lengua hebrea. También se prohibió, bajo penas de distante índole y calibre, que los musulmanes, que fueron hechos esclavos, insultaran a los judíos. Y así mismo los judíos podían negarse a hospedar cristianos en sus casas -estaba muy prohibida la cohabitación, hasta el extremo de que no podían compartir siquiera celda en una cárcel. Los judíos también estaban comprometidos a dar la libertad a un esclavo si éste se convertía al judaísmo, aunque en este concreto caso el converso debía abandonar la isla.
El call nuevo, poco después, fue dado a la orden de los dominicos -la orden que luego creará la Inquisición- y allí levantaron un convento que hoy es ni más ni menos que la sede del gobierno balear. A cambio de la transferencia del call a los dominicos los judíos fueron transferidos a lo que se llamó el Call Major, la judería mayor. El fomento a la inmigración de nuevos judíos está documentada por una disposición real de fecha 11 de junio de 1247, eximiendo el pago de impuestos para los nuevos inmigrantes. La aljama de Palma pagaba 300 sueldos malgoreses en tributos según un documento de 1247, lo cual la convirtió en un recurso económico de la corona aragonesa si así lo necesitaba.
De forma paulatina las inestabilidades sociales se fueron acrecentando desde principios del S XIV , hasta que el 2 de agosto de 1391 también a Palma de Mallorca y aledaños llegaron las masacres generadas en la judería de Sevilla y expandida a todas las juderías importantes; los judíos mallorquines que quedaron vivos al asalto – o que no se convirtieron al cristianismo- pasaron a vivir, sobre todo, en Túnez y Argelia, creando allí sólidas y profundas comunidades que pervivieron hasta el S XIX, cuando esas comundades reciben la ciudadanía francesa y abandonan en masa las tierras magrebíes, musulmanas.