PARASHAT HA´SHAVÚA.»LEJ LEJÁ»

Parashá : «Lej Lejá», Véte, לֶךְ-לְךָ. Haftarot:  Isaiah 40:27 y 41:16 Génesis 12:1–17:27. Darshán:  Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlita


Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré; y
engrandeceré tu nombre
y será una bendición”
(Bereshit 12:2).

Jazal dijeron (Tratado de Avot 5b) que transcurrieron diez generaciones desde Nóaj hasta Avraham Avinu, lo cual nos enseña cuán lento es Hakadosh Baruj Hu en enojarse, pues todas las generaciones lo enojaban cada vez más, hasta que llegó Avraham Avinu y tomó recompensa por todas aquellas generaciones. Es necesario esclarecer por qué nuestros Sabios, de bendita memoria, dijeron solo sobre Avraham Avinu que él fue el único gran Tzadik que se llevó la recompensa de todas las generaciones que lo precedieron, si Nóaj también había sido un gran Tzadik, como la Torá misma lo atestigua explícitamente (Bereshit 6:9):

“Nóaj, hombre justo, era perfecto entre los de sus generaciones; con Dios caminó Nóaj”;

y hasta Hashem Mismo le dijo (Bereshit 7:1):

“porque a ti he visto justo delante de Mí en esta generación”.

Siendo así, ¿por qué Nóaj, el Tzadik, no se llevó ninguna recompensa? Y si él no recibió la recompensa de todas las generaciones que le precedieron, ¡por lo menos que hubiera recibido la recompensa de su propia generación!, pues así dijo Hashem: “a ti te he visto justo en esta generación”! Entonces, Nóaj debería haber recibido, por lo menos, la recompensa de aquellos que vivieron en su generación.

A mi parecer, se puede responder a esta objeción que, a pesar de que Avraham Avinu no vivió como Nóaj o como las generaciones que lo precedieron, se puede decir de él que ninguno de sus días se dedicó a obtener provecho y deleite personal, sino que dedicó toda su vida a difundir el Nombre de Hakadosh Baruj Hu en el mundo.

Así dice el versículo (Bereshit 21:33):

“Plantó Abraham un tamarisco en Beer Sheva, e invocó allí el Nombre de Hashem, Dios eterno”.

Y el Midrash explica que Avraham Avinu les daba de comer a las personas que pasaban por allí; y cuando ellas terminaban de comer y querían agradecerle a Avraham, éste les decía: “Bendigan a Aquel de cuyo alimento comieron, a Hashem, a Quien todo le pertenece”. Así él difundía el Nombre de Hashem en el mundo. Y no solo hizo eso, sino que él también convirtió a las personas a la creencia en Hashem Yitbaraj. Construyó un altar en Nombre de Hashem, y a todo el mundo le decía que no hay nadie más que Hashem. Rompió los ídolos de su padre Téraj. Cuando batalló contra Nimrod, quien había incitado a todo el mundo contra Hashem, Nimrod lo arrojó a la hoguera, pero milagrosamente a Avraham no le sucedió nada. Y a pesar de que Hashem le había dicho “vete, por ti…” —es decir, que esa salida de su tierra iba a ser para su provecho y para su beneficio—, aun así, Avraham Avinu no lo hizo por su propio bien, sino que lohizo en cumplimiento de la orden de Hashem. Y en toda dirección que tomó, Avraham Avinu buscó los lugares más poblados, en donde podría difundir más el Nombre de Hashem, con abnegación.

Con todo lo que se extenuó Avraham Avinu para infundir el judaísmo y los valores de la Torá y difundir el Nombre de Hashem, se mereció la recompensa que recibió de todas las generaciones previas. Por eso, Hakadosh Baruj Hu consideró la existencia de todas aquellas generaciones como si Avraham Avinu hubiera vivido en cada una de ellas, difundiendo el Nombre de Hashem. Y a pesar de que Avraham Avinu no había vivido en ninguna de esas generaciones, se consideró como si esas generaciones hubieran existidogracias a él.

Ahora se puede comprender bien por qué Nóaj no recibió tal recompensa, pues él no se extenuó con abnegación en difundir el Nombre de Hashem en la misma magnitud que lo hizo Avraham Avinu, ni en la generación previa al Diluvio, ni en la que le siguió. Aun después del Diluvio, Nóaj se dedicó a la agricultura, plantando una vid, de la cual produjo vino y se emborrachó en su tienda. Solo generaciones después, llegó Avraham Avinu y comenzó a advertirles a las personas que debían volver en teshuvá, lo cual le ameritó recibir la recompensa de todas las generaciones, pues era considerado como si él hubiera vivido en aquellas generaciones.

Como apoyo a lo dicho, encontramos en las palabras de Jazal (Bereshit Rabá, c. 12, 4): “En el versículo que dice: «Éstas son las descendencias de los cielos y la tierra behibaream (בהבראם’ :al ser creadas’)…», que con las letras de la expresión en hebreo behibaream, se puede formar también la expresión beavraham (באברהם’ :por Avraham’)”. Esto viene a indicarnos que los cielos y la tierra fueron creados por el mérito de Avraham Avinu, lo cual concuerda con lo que dijimos, respecto de que por el mérito de Avraham Avinu existieron todas aquellas generaciones, y a ello se debe que él pudo tomar la recompensa de todas.