¿Conoces el origen de esta popular expresión de la lengua española y cuál es el trasfondo judío que hay tras ella?
« Tomar las de Villadiego» es una expresión -una locución verbal coloquial, en la jerga filológica. Su existencia es netamente castellana y queda recogida en el corpus expresivo de la lengua española para referirse a quien se ausenta atropelladamente para huir de un riesgo o un compromiso.
¿Pero Villadiego fue una persona o un lugar?
A unos cuarenta kms. de la ciudad de Burgos existe una pequeña población llamada Villadiego , que tiene poco más de mil habitantes en nuestro tiempo. Su nombre hace referencia al conde Diego Porcelos, señor de Amaya, que fue quien lo fundó en el SXI. Amaya fue capital del antiguo ducado de Cantabria, establecido precariamente por Leovigildo en 574, y primera capital de condado de Castilla, dependiente del Reino de León. El conde Diego Porcelos fundó el pueblo como Villadiego.
Este lugar fue privilegiado con una encomienda del Fernando III el Santo , confirmada por Alfonso X El Sabio en 1255, por la cual se otorgaba protección a los judíos, que constantemente venían sufriendo persecuciones .
«Sepades que yo recibo en mi comienda, et en mio defendimiento los judíos de Villadiego et ninguno que mal les ficiese a ellos», « Memorias para la vida del Santo Rey…»
Según Antonio Martínez, autor del libro « El dichoso dicho: Tomar las de Villadiego» (Ediciones Balnea) los judíos refugiados en Villadiego motivaron la construcción de un segundo soportal en la plaza mayor para que pudieran deambular sus posibles clientes en caso de lluvia.
Entonces, un señor llamado diego puso su nombre a un lugar. ¿Pero a qué hace referencia lo de LAS DE Villadiego? ¿Sus mujeres, sus leyes, sus iglesias?
En la parte de atrás de la iglesia de s. Lorenzo aún perdura una inscripción que la califica como iglesia de asilo. Hasta que el rey Fernando III lo derogara, los judíos estaban obligados a vestir de una manera que los identificara como tal. Uno de esos códigos de vestimenta eran las calzas, especie de leotardos, que en el caso de los judíos debían ser del color amarillo, maldito para los judíos. Los judíos que entraban por esa puerta salían con las calzas cambiadas por la puerta principal. (De las calzas , que podían ser a medias, viene el nombre de medias para la prenda de vestir.) Tomar las de Villadiedo era ponerse otras calzas, cambiar de status para pasar a uno más seguro. Y por eso la expresión aparece ,según el diccionario de autoridades, en las obras de dos conversos: «La Celestina», de Fernando de Rojas, y «El Quijote» , de Cervantes.