SEBASTIÁN ROMERO RADIGALES

El diplomático español que sacó de campos nazis a tantos sefardíes como pudo.


 Hijo de un matrimonio de Barbastro, fue a nacer en la cercana localidad de  Graus, Huesca, en el invierno de 1884. Su padre era senador y su hermano diputado en distintos gobiernos del reinado de Alfonso XIII. Pero Sebastián estudió Leyes y decidió seguir el camino de la diplomacia. Para cuando la Dictadura de Primo de Rivera fue nombrado cónsul en Bulgaria y, dos años después, en 1927, desempeñó el mismo cargo en Moldavia. Allí conoció a una girega afincada en Rumanía,  Elena Cutavá Anino, con la que se casó. Como no tuvieron hijos, adoptaron a una sobrina de ella, Irene Constantín. Al año siguiente fue nombrado cónsul en San Francisco, California, en donde estuvo hasta 1933. Con la proclamación de la II República, se le envió como cónsul a Chicago. Y de ahí pasó a Atenas en tiempos de la Guerra Civil Española, donde su misión termina en 1939. Pero volverá después como cónsul y asiste a la invasión nazi de Grecia.

El cónsul Radigales, nada más llegar a la capital griega, se tuvo que enfrentar  a la nada fácil tarea de la repatriación a España de los sefardíes de Salónica que habían obtenido la nacionalidad española en virtud del  Decreto del general Primo de Rivera de  1924; se otorgaba dicha nacionalidad a todos los sefardíes  que hubieran solicitado el pasaporte español antes del 31 de diciembre de 1930. Muchos salonicenses se quedaron sin estos papeles salvadores porque no quisieron creer que aquello fuera posible.

Salvar del asesinato nazi a los que sí tenían la nacionalidad española no fue fácil. Alemania había dado un plazo -el quince de junio de 1943- para que se ejecutara la operación, pero Grecia estaba sumida en el caos a todos los niveles y no se pudo cumplir con la fecha que los nazis habían fijado. Berlín comunicó a Radigales que se procedía a la «deportación de los sefardíes» al campo de concentración de Bergen Belsen. Radigales se opuso rotundamente, exigiendo que en todo caso los confinaran en suelo griego y que, además, sin tocar ni a los niños ni a los ancianos. Los alemanes continuaron con sus proyectos criminales  y el 2 de agosto metieron en los infames vagones de ganado, según Yad Vashem, a 637 sefardíes (entre ellos,  40 menores de 14 años y 17 mayores de 70 años) . Llegaron extenuados el día 13 de agosto.

En Bergen Belsen estos sefardíes de Salónica estuvieron confinados en muy malas condiciones durante seis meses, esto es, hasta la mitad del riguroso invierno alemán, sufriendo todo tipo de castigos porque, al no entender ni una sola palabra de alemán, no sabían lo que se les ordenaba y los nazis lo tomaban como un acto de rebeldía.

Pero Radigales no cejaba en su empeño de salvarlos, hasta el punto de que algunas veces hizo cosas a espaldas del gobierno de Franco, lo que podría haberle valido no sólo la destitución del cuerpo diplomático sino incluso sufrir consecuencias peores. En febrero de 1944 consiguió sacarlos de aquel infierno. Isaac Revah, uno de aquellos menores, nunca olvidó el momento en que fueron liberados y fue el que promovió en Yad Vashen que se reconociera a Radigales como Justo entre las Naciones, para lo que hubo que esperar hasta el año de 2014.

Radigales no sólo actuó valerosamente para salvar a judíos de Salónica, sino también a los sefardíes de Atenas confinados en el campo de detención de Haidari. Radigales, extralimitándose en sus funciones diplomáticas,  incluso guardó las pertenencias de los confinados para devolvérselas tras la liberación.

Homenaje de Grecia en 1954

Los sefardíes liberados fueron subidos a dos trenes con destino a la estación ferroviaria de la localidad francesa de Cerberes, junto a la frontera española. El primer tren llegó el 10 de febrero y el segundo, con 183 personas dentro, el día 13. De ahí pasaron a Barcelona. Pero las autoridades no permitieron que se quedaran en suelo español y los transfirieron a Marruecos.

Radigales permaneció en Atenas desempeñado diversos puestos diplomáticos. En 1945  se le designó presidente de la Comisión para atender las reclamaciones de los sefardíes españoles que dejaron sus bienes antes de ser deportados. El 10 de diciembre de 1950, Radigales fue nombrado ministro en Atenas y el 21 de mayo de 1951 el presidente de la Cruz Roja griega le entregó un diploma por los servicios prestados a la nación durante la ocupación. Radigales finalizó su carrera diplomática en Grecia, siendo elegido miembro honorario de la Asociación cultural griega Parnasosdistinción que solo había obtenido hasta aquel momento otro representante extranjero. Murió en Madrid en 1970.

Sellos israelíes recordando a Radigales

Bibliografía:

“La comunidad sefardita de Salónica: cuestión del reconocimiento de la nacionalidad española. Desde el final de las guerras balcánicas hasta la segunda guerra mun dial”, en Simposio Internacional de estudios sefardíes “30 años del CIDICSEF”, Buenos Aires, Universidad Maimónides, 2007.