Nota biográfica de un judío que ocupaba el cargo de traductor real en la corte de Felipe IV y que visitaba Madrid sin tener miedo a la Inquisición.
Dieciocho años después del EDICTO DE GRANADA, – 1509- la ciudad de ORÁN pasa a ser territorio de la Corona de Aragón. Es decir, los judíos que allí viven, en su mayoría judíos huidos de Mallorca en 1391 -siendo ya parte de la Corona de Aragón- vuelven a ser súbditos de esa misma corona. Pero de modo inaudito, y a pesar de edicto granadino de los Reyes Católicos, los judíos oraneses, mallorquines en origen ( y ahora de nuevo aragoneses) pueden seguir viviendo en una plaza administrada por Fernando II de Aragón. Y no sólo eso: algunas familias, tal cual ocurriera en el pasado, incluso van a pasar a formar parte del funcionariado administrativo de la monarquía maña. Es más: algunos de esos judíos privilegiados hasta vivirá, luego, en Madrid, bajo el ojo de grulla de la Inquisición, pero con el favor real. (La grulla era entre los antiguos símbolo de la vigilancia, pues duermen sobre una sola pata y en la derecha llevan una piedra)
Seis años más tarde de la toma hispánica de Orán -1515- en Salónica, entonces parte del Imperio Otomano, nacía rabí Moshé Almosnino, marbitz Torá de la comunidad de Nevé Shalóm (que es la de la Corona de Aragón en Salónica) y luego de Leviat Jen, auspiciada por el famoso linaje -aragónés en origen- de los Nasí, huidos a Portugal pero después radicados en Italia y distintas partes del Imperio Otomano (incluso en Tiberias, en La Galilea) Además de diplomático, Almosnino escribió muchas obras en hebreo y judeo-español, e incluso en español aljamiado (con caracteres hebreos) como es el caso de Extremos y Grandezas de Constantinopla. Esta obra fue más tarde -en 1638- transliterada a la lengua castellana por Yaakov Cansino, judío oranés , nacido en 1590 (diez años después de la muerte de Moshé Almosnino.)
En 1638 reinaba, sobre España y Portugal, Felipe IV El Grande, quien delegó los asuntos de estado -así nos fue- en el hijo del virrey de Sicilia y Nápoles, don Gaspar de Guzmán, más conocido como el Conde-Duque de Olivares; por cierto, en 1644 , este valido será sometido a juicio por el tribunal de la Inquisición. Extremos y Grandezas de Constantinopla, en su transliteración al castellano por Yaakov Cansino fue dedicada al Conde-Duque de Olivares.
Cansino había conocido al valido de Felipe IV en 1623, que es el año en el que por primera vez viaja, desde Orán, a Madrid. D. Gaspar de Guzmán se amistó con él porque pensó que a través suyo podría acceder a los banqueros cripto-judíos y así poder prescindir de los banqueros genoveses, que sometían a la corona a un monopolio financiero. Diez años después de aquel primer viaje a Madrid, Aharón, hermano de Yaakov, traductor para la corona española, fue asesinado . La plaza de funcionario público como traductor, que había ido pasando de forma hereditaria desde el bisabuelo de los Cansino, de pronto, pasa a otra familia, rival de los Cansino: los SAPORTA.
Antonio de Zúñiga y de la Cueva, marqués de Flores-Dávila, gobernador de Orán, había dado la plaza de traductor a Yaakov Saporta. Yaakov Cansino reclamó su derecho a ocupar el puesto , llevando a juicio a Saporta. Parece ser que fue todo por venganza: el marqués de Flores- Dávila, en tanto que gobernador de Orán, había sido criticado por Cansino, llegando incluso a encerrarlo un tiempo, y ahora debía pagar la osadía de haberle dejado en evidencia. En 1636, tras un viaje a Madrid en 1634, Cansino recibía la cédula real por la cual se le reintegraba el cargo de traductor real. Yaakov Saportas, según Gratz, acabó huyendo de Orán, refugiándose en Amsterdam, y acabaría siendo líder de la comunidad sefardí en la entonces recientemente creada comunidad de Londres. Puesto que la restitución en el cargo de traductor fue posible por la intercesión poderosísima del Conde-Duque de Olivares, Cansino le dedicó la transliteración de la obra de rabí Moshé Almosnino sobre las cosas de los turcos.
Y para que no quedara ninguna duda de que eran los Cansino quienes , por tanto servicio a su majestad, merecían el cargo de la traductoría, Cansinos nos deja un documento inestimable: en el amplio prefacio de la obra castellana, con todo el aparato barroco que es propio de la edición de entonces, Cansino hace una memoria de los servicios que su familia ha ofrecido a Su Majestad. Su bisabuelo, tocayo suyo, ya había estado al servicio de Carlos I de España y V de Alemania, no sólo como traductor sino también como soldado. Tres sobrinos de este primer Yaakov Cansino dieron la vida por España en las campañas del conde de Alcaudete, don Martín Alonso Fernández de Córdoba (apellido converso) derrotado en Mostaganem, cerca de Orán. En recompensa, el rey de España le concedió la plaza de traductor. El puesto fue heredado por su hijo Jaím , quien durante seis meses había vivido en Sanlúcar de Barrameda, como asesor de un gran defensor de los conversos, el Duque de MEDINA SIDONIA.
En pleno S XVII, Cansino pululaba por las calles de Madrid vestido orgullosamente como le correspondía, como judío sefardí: con su albornoz y su turbante, además del fajín -recuerdo del efod del Sumo Sacerdote. La Inquisición seguía sus pasos, en espera de que pudiera haber pruebas de más que posibles contactos con cripto-judíos, pero él dijo que las comunidades judías de Orán no querían saber nada de los que abjuraron de la fe mosaica y que , por mucho que guardaran atavismos culturales, eran incircuncisos que no cuidaban de La Ley. Quizás tuviera razón, pero también parece un ardid.
Cuando el Conde-Duque cayó en desgracia, Cansino conservó el puesto , pero ya no pudo dejarlo en herencia a ninguno de sus hijos., Moshé y Jaím, que tanto le ayudaron en sus últimos años de vida. Además, en 1656, Cansino hizo un préstamo a la corona española, por valor de 800.000 ducados (un ducado, 167 euros) Murió diez años después, en Orán. Y tres años después de su muerte, la judería de Orán será liquidada.
Yaakov Cansino tendrá en España un descendiente también dado al mundo de las letras, pero ya en el S XX, Rafael Cansinos- Assens, judío que colaboró en la creación de la primera sinagoga oficial que hubo en Madrid tras la expulsión y autor de joyas como Bellezas del Talmud o Los Judíos en la Literatura Española.
N.b. La fotografía principal no reproduce el retrato de Cansino, sino la del Conde- Duque, Grabado de Francisco Navarro para los Extremos y grandezas de Constantinopla.