EL CASO DE DON PACÍFICO

Historia del sefardí cuyas reclamaciones provocaron un gran conflicto diplomático entre el Reino Unido y el Reino de Grecia.


Livorno, principal puerto de la Toscana, fue puerto franco desde 1590 por decisión del gran duque Fernando de Médeci -hijo predilecto de dña. Leonor Alvarez de Toledo. Por la llamada «Livornina», especie de constitución de la ciudad, los judíos expulsos de la Península Ibérica tuvieron en Livorno libre acceso de asentamiento y libertad religiosa. Más tarde, cuando Inglaterra, Francia e incluso Holanda abrieron embajadas en distintos puertos del mediterráneo otomano, parte de los más potentados judíos livorneses -los llamados «francos», extranjeros- pasarán a incrementar el número y la prosperidad económica de florecientes comunidades judías en puertos importantes,  como Tesalónica. Pero también en Túnez -los llamados «grana»- que los otomanos habían arrebatado a los españoles en 1640.

Y así mismo en Gibraltar, tomada por los ingleses y holandeses, por lo cual, hasta hoy, la plaza gibraltareña pasó a ser  colonia británica desde el Tratado de Utrecht (1713) Es en este marco en el que una familia de judíos livorneses, los Pacifico -liderada por el abuelo David-  como tantas otras que siguen al movimiento migratorio genovés, se instala en Gibraltar. Y ahí es donde, en 1784,  nace David Pacífico. Por tanto, David Pacifico era considerado súbdito inglés. Pero por razones laborales, el padre de David traslada a la familia a Lisboa, que es donde el nieto de David Pacifico crecerá.

  En 1828 estalló en Portugal la Guerra Civil, entre los liberales constitucionalistas o «pedristas»  -bando en el que militó David – y los absolutistas o «miguelistas» – que persiguieron a David con saña. Un año después del fin de la contienda, los liberales le concedieron el consulado en Marruecos; y entre 1837 y 1842, cónsul general en Atenas.

  Atenas, en los años ´40 del S.XIX, estaba viviendo los primeros años de una nueva etapa -la independencia del Imperio Otomano (1821). En 1839, los mismos países que ayudaron a la independencia -el Reino Unido, Rusia y Francia-  firmaron la  Conferencia de Londres,  coronando como primer rey del nuevo reino a un príncipe bábaro, Otón I. La Conferencia de Londres fue convocada (sin consultar a los griegos) por el entonces canciller  británico de asuntos exteriores de la Reina Victoria, lord Palmerston.

  En 1842, un lustro después de haber ocupado el consulad-general de Atenas, David Pacifico fue destituido de su honorable puesto como cónsul gral. de Portugal. ¿Motivo? Sólo consta en los archivos que  por extralimitarse repetidamente en el abuso de poder, pero no se especifican los detalles y hasta dónde llegaron esas extralimitaciones.

 Pero no por eso Don Pacifico abandonó Atenas y continuó habitando la gran casa que habían construido para  el jefe del Consejo de Regencia del Rey Oto, el Conde Josef Ludwig von Armansperg, durante la Regencia (1832-1835) Don Pacifico, ya liberado de las cargas consulares, se dedicaba a tramitar la gestión de la sinagoga de la comunidad ateniense en la nueva coyuntura política. En este punto debemos recordar -pues aporta cierta luz al entendimiento de lo que va a pasar- que los judíos, en la Guerra de Independencia del Imperio Otomano, fueron fieles a la Sublime Puerta, sufriendo por ello muchos asesinatos (mientras otros judíos de países centro-europeos apoyaban a los separatistas…)

 En 1847, y en el marco de la reconstrucción de Grecia y sus primeros pasos como reino, llegó a Atenas James Mayer de Rothschild, el fundador de la rama francesa de la famosa banca, además de barón y cónsul general del Imperio Austro-Húngaro. La llegada de este posible prestamista para el desarrollo de Atenas como una ciudad al estilo europeo coincidía con las celebraciones religiosas de los ortodoxos para Pascua (Pasja) Las autoridades pertinentes, un tanto desubicadas, decidieron prohibir una ceremonia tradicional: la quema de la efigie de Judas Iscariote, el traidor de las 30 monedas. La mentalidad decimonónica de los jerarcas atenienses consideraba que Rothschild podía ofenderse y así acabar las conversaciones, pues la ceremonia también lleva el nombre de Quema del Judío. 

Parte de los atenienses ortodoxos no daba crédito a la cancelación de sus costumbres religiosas. Y de pronto, una turbamulta de helenos enfervorizados por la frustración y la venganza, las tres patas del odio, se abalanzó contra la casa de Don Pacífico sin que las fuerzas del orden lo impidieran. No consta por qué. ¿Había sido quizás el kirye Pacifico quien, en tanto que judío, quien había sugerido  la idea de cancelar la quema?

 Tres días después, consta una carta que Don Pacificio escribió a Sir Edmund Lyons,  ministro penipotenciario del Imperio Británico en Grecia:

  Con mucho dolor,  me siento obligado a comunicar a Vuestra Excelencia un terrible acontecimiento que me ha sucedido y, como súbdito inglés, pedir su protección.

El pasado domingo, día de Pascua, a eso de las 12, una multitud, entre los que se encontraban algunos soldados de la gendarmería, recién salidos de la iglesia, se presentó en la puerta de mi casa, que muy pronto atropellaron con grandes trozos de piedra. Estos bandidos, en número unos 300 o 400, entraron en mi casa y, maldiciendo terriblemente, comenzaron a golpear a mi esposa, a mis hijos inocentes y a mi yerno. Después de haber roto ventanas, puertas, mesas, sillas y todos los demás muebles, me despojaron de mis joyas, abriendo a la fuerza los armarios en los que había jarrones, candelabros, adornos de oro y plata, diamantes y, por último, una caja que contenía dinero por un monto de 9.800 dracmas, de los cuales 2.300 eran de mi propiedad privada y 7.500 que me habían sido depositados por la comunidad judía de Italia para la construcción proyectada de un templo y para los pobres de este reino. Estos bárbaros ni siquiera dejaron intactos los archivos consulares portugueses, que fueron despedazados por ellos.

El 20 de mayo, Lyons puso el caso en conocimiento de Sir Palmerston, indicándole que pasaba a solicitar una compesación del Gobierno de Gracia para el sr Pacifico, a la sazón súbdito de su graciosa majestad, por haber perdido sus posesiones. Palmerston ordenó se  enviara un inventario detallado de las pérdidas, con las pruebas pertinentes. El 22 de febrero de 1848, Lyons envió una demanda de pago al señor Drossos Mansolas, el ministro griego de Relaciones Exteriores, así como al Primer Ministro, el sr. Kolokotronis, que quedó asombrado del monto exigido en compensación y se negó a pagarlo porque aquello no  era competencia del poder ejecutivo sino del legislativo.

Lord Palmerston

En agosto de 1848, David Pacifico volvió a escribir a Lyons para recordarle que habían pasado dieciséis meses desde el incidente y que la indemnización brillaba por su ausencia. Además le mencionó que  vio obligado a abandonar su casa y que no se sentía seguro , mencionando que  varios años antes dos judíos habían sido asesinados en Patras y que  también la sinagoga de Negroponte había sido incendiada. Después de intercambios adicionales de cartas entre todas las partes, el 15 de octubre de 1848, Don David Pacifico apeló nuevamente al gobierno británico para obtener la liquidación de sus reclamaciones.

Palmerston decidió tomar el asunto en sus propias manos. Pero resultó que el rey Oto I de Grecia le contestó que él reinaban sobre los griegos, no sobre los británicos. Palmerston escribió al ministro de asuntos griegos, sir William Parker, para indicarle que a su regreso de los Dardanelos tuviera un enrevista lo más diplomática posible con los griegos y, si no claudicaban, tan rápido como fuera posible se confiscara alguna posesión griego, como por ejemplo, su flota naval en el Pireo, y se les impusiera un bloqueo comercial. Y así fue pese a las maquinaciones del ministro francés y el apoyo de los EE.UU.  Reino Unido reclamó para los americanos las islas de Sapienza y Elefanonisos, una compensación por el robo de seis barcos ingleses y  un perdón público por los insultos al embajador. A los dos meses de bloqueo, el gobierno griego aceptó pagar la indemnización a Pacifico, lo que repercutió en un gran descrédito del rey Oto ante los griegos, comenzando su declive hasta que fue depuesto.

En Westminster, ambas cámaras del Parlamento examinaron la cuestión de la política exterior, especialmente con respecto a Grecia. El 17 de junio de 1850, Lord Edward Stanley, líder de la oposición conservadora en la Cámara de los Lores, propuso una moción en la Cámara: «Que, si bien la Cámara reconoce plenamente el derecho y el deber de la Gobierno para asegurar a los súbditos de Su Majestad que residen en estados extranjeros la protección total de las leyes de esos estados, lamenta encontrar, por la correspondencia recientemente puesta sobre la mesa por el mando de Su Majestad, que varias reclamaciones contra el gobierno griego, dudosas en su punto de justicia o exageradas en su cuantía, han sido aplicadas mediante medidas coercitivas dirigidas contra el comercio y el pueblo de Grecia, y calculadas para poner en peligro la continuación de nuestras relaciones amistosas con otras potencias «.  Después de un memorable debate el 17 de junio de 1850, la Cámara de los Lores votó a favor de la moción de la oposición, por una mayoría de 37, que fue una reprimenda a las políticas de Lord Palmerston. Este dio un discurso de cinco horas para explicarse.

Pacifico  recibió un total de 120.000 dracmas y £ 500 en el acuerdo.

A pesar de su prominencia internacional, Pacífico era impopular entre los judíos de Londres. Murió en 15 Bury Street, Londres,  el 12 de abril de 1854 y fue enterrado dos días después en el cementerio de judíos españoles y portugueses en Mile End Road.

 

Bibliografía:

  • D. Taylor, Don Pacifico: The Acceptable Face of Gunboat Diplomacy, Vallentine Mitchell, Middlesex 2008