MUMA

Una conocida historia de amor a principios de S XX en Jerusalén,  entre un hombre y una mujer que simbolizaban el encuentro de dos mundos


Lea, Muma, en tiempos del colegio de Miss Landau

Ella se llamaba Muma -de forma familiar-  y  nació en 1889,  en el entonces  flamante  barrio de Najalat Shivá;  era nieta de rabi Jaím Nisim Baruj, presidente del Comité de la Comunidad Sefardí de Jerusalén -el órgano judío por excelencia, desde su creación por el mismísimo Najmánides- y presidente del Tribunal Rabínico de Jerusalén, además de yerno de uno de los dos fundadores del barrio de Mea Shearím. Su hija, Reina, se casó con Rajamím Abushadid, judío nacido en Rabat en 1831, pero que había llegado a Jerusalén, con su padre Abraham, en 1861, y por tanto fue miembro fundador de la comunidad de (sefardíes) occidentales asentada en el barrio de Ezrat Israel, también llamado de Mamila por su cercanía al cementerio musulmán y cruzado de mismo nombre.

El se llamaba -o mejor dicho se hizo llamar-  Itamar; nació en la Ciudad Vieja, en mitad del ardiente verano de 1881. Era hijo  de Dbora, la primera esposa del gran filólogo Eliezer Ben Yehuda, en quien el sionismo ha simbolizado el renacimiento de la lengua hebrea como lengua diaria de los judíos del S XX en adelante. Itamar, en realidad se llamaba Ben Tsión, y eso porque los rabinos sefardíes que practicaron su circuncisión  no quisieron admitir el nombre elegido por el padre, Heber -el pariente de Abraham.

Itamar

En su adolescencia, eligió ser llamado como hubiera querido llamarle su madre: Itamar. Y además, cambió su apellido: ya no sería Ben Yehudá, sino que usó las iniciales de su nombre, que creaban un juego de palabras algo sarcástico: Itamar Ben Avi -es decir, Itamar, hijo de mi padre. Pasa a la historia por muchos motivos, pero sobre todo por ser el primer niño que tuvo como lengua madre el hebreo moderno. Bentsión, antes de ser Itamar, había crecido aislado en casa, sin contacto con nadie que pudiera hablarle en otra lengua que no fuera la hebreo; pero su madre, un día, nostálgica de su Rusia natal, le cantó una canción del país y fue descubierta por el padre, que montó en cólera. Bentrsión, de tres años, jamás había pronunciado una palabra, hasta que aquel día, ante la cólera de su padre por haber destruido el experimento lingüístico de años, gritó, para mandarle callar:  Aba!! (Papá!)

Según la autobiografía de Itamar, a la edad de 25 años, cuando ya se dedicaba como su padre al periodismo en hebreo, conoció a Lea, hermosa moza de 17 años,  cubriendo  una actuación de las alumnas del  exclusivo colegio  para chicas religiosas Evelina de Rothschild, dirigido por la muy famosa Miss Landau.

Itamar, en 1900. había ido a estudiar magisterio a París, en un beit midrásh le´morím -un colegio para capacitar maestros- de donde pronto le expulsaron. Regresó a Eretz Israel y le dieron trabajo como profesor en un colegio de Yafo, pero también allí fue despedido sin superar el mes de prueba. Así que se fue a Berlín a estudiar Humanidades y vivir en casa de su hermana Yemina. Regresó a Jerusalén cuando los eventos de la revolución de Los Jóvenes Turcos (1908) y se puso a editar el periódico de su padre -uno de los muchos que tuvo, pues su postura con el resurgimiento de la lengua santa le tenía defenestrado de la sociedad por la comunidad jaredí y le cerraban los periódicos de forma habitual. Y con esta coyuntura, Itamar se presentó a Abraham Abushadid, hermano de Lea (que sería un gran doctor) para pedirle permiso y visitar a su hermana de forma habitual. La madre, Reina, la hija del presidente del Consejo Sefardí de Jerusalén, no daba crédito a la insolencia: un joven con mala reputación, sin fortuna, de mala familia, y encima askenazí no sería quien se casara con su única hija. Además, la madre quería casarla con el heredero de la familia más rica de la ciudad: los   VALERO

Poco antes de enviudar

El asunto de los amores contrariados pronto fue de dominio público en los cafetines de Jerusalén y las tertulias de Shabat, los cotilleos de las comadres y hasta los medios de comunicación, pues Itamar, que no podía comunicarse con su amada, comenzó a publicar en el periódico una serie de poemas de amor inflamado que iban dirigidos a Ela (y a Elatí) -Mi Diosa- una palabra que en hebreo se escribe con las misma letras que Lea.

El cinco de enero de 1910 publicó un poema titulado «Shalóm», en el que  Itamar insinuaba decir adiós al mundo. Poco despúes, un poema titulado «Dam», sangre. Y seguido a éste, uno titulado «Ekdaj», pistola. Eliezer Ben Yehudá, alarmadísimo por las obvias tendencias suicidas que manifestaba su hijo, decidió intervenir. Toda la ciudad hablaba de esto, de las novedades líricas de aquellos amores contrariados.

La madre sucumbió al final a los deseos de su hija y permitió que se vieran. Para agosto, se firmó en el Beit Din un documento por el cual el novio se comprometía a ser sometido a un examen de salud que atestiguara no adolecer de ninguna enfermedad contagiosa, demostrar unas rentas mínimas de 300 francos al mes y comprometerse a no pedir en matrimonio a la muchacha antes de 18 meses.

Se casaron dos años después, el día de Pésaj, a las dos de la tarde, en el Hotel Amdursky, también llamado Hotel Central, que hasta 1948 estaba en la plaza de la Puerta de Yafo, frente a la Torre de David, y que hoy es el Hostal Petra. Fue el primer matrimonio sefardí askenazí que se contrajo en Jerusalén.

La pareja tuvo tres hijas. La primera, Dror, falleció en N.Y.  a los cuatro años de edad. Heredó su nombre la segunda, que se lo cambió a Drora; y la tercera, Rina. Drora, conocida mujer de la radio estatal Kol Israel, casó con Moshé Jovev, una de las voces más conocidas del mundo de la radio y las noticias, además de padre del escritor, periodista y gastrónomo Guil Jovev; este nieto de Itamar y Lea fue quien en recuerdo de lo buena cocinera que fue su abuela -fallecida en Jerusalén en 1982 y enterrada en el Monte de los Olivos- abrió un restaurante mediterráneo  -donde suele haber flamenco en directo- en la localidad de Kirat Anavím -a las afueras de Jerusalén- que lleva por nombre el de «Muma». En el cetnro del restaurante cuelga un hermoso retrato al óleo de su abuela.

Muma se casó con el hombre que amó. Pero enviudó en 1943, cuando de pronto, en Estados Unidos, Itamar sufrió un ataque de corazón. El cadáver fue repatriado después a Israel, para ser enterrado con todos los honores que le correspondían como personaje público en el Monte de los Olivos. De él nos queda a todos los que hablamos hebreo un recuerdo enorme: la creación de muchas palabras para designar conceptos modernos, como mejonit, automóvil, por sólo mencionar una.

Y esta canción , cantada por Nuri Aloni, clásica entre clásicos , titulada «El amor de Muma e Itamar»,  en la que se narra, en hebreo de Shabat,  esta historia de amor en la que se unieron el mundo sefardí y el askenazí.